En el Servicio Nacional de Pescas Marinas de la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, en sus siglas en inglés) trabaja Jason Baker, dentro del Programa de Investigación de la Foca Monje de Hawaii, y de la Comisión de Mamíferos Marinos (MMC) de ese país. El investigador acaba de visitar Fuerteventura y se ha quedado impresionado por la similitud con las Islas de la Polinesia. Beker lleva años estudiando la población de foca monje del archipiélago hawaiano. Allí ha realizado un exitoso proyecto de traslocación que puede servir de modelo para salvar a la población de la foca monje del Mediterráneo en el Atlántico, que en su día dio nombre a la Isla de Lobos.
¿Hubo oposición por parte de los pescadores en Hawaii por ayudar a las focas a recolonizar las islas principales?
Los pescadores estaban reticentes en un principio, pero se realizó un estudio para demostrar que la cantidad de pescado ingerido por las focas era insignificante comparado con las descargas de la pesca comercial, deportiva, y con la biomasa marina disponible en las islas. También a través de un estudio financiado por National Geographic colocaron durante días una cámara a las focas y demostramos que las especies consumidas por las focas no se solapaban completamente con las especies objetivo de la pesca comercial. Ver en cada momento lo que hacía este mamífero marino a través de las imágenes y cómo se alimentaba o atrapaba un pulpo fue una experiencia completamente fascinante, que puede trasladarse a Fuerteventura para que los marineros estén tranquilos porque no supone una competencia para su tarea profesional.
¿Cuál es en concreto su trabajo dentro del equipo de investigación de la foca monje de Hawaii?
Llevar a cabo los estudios de demografía de las poblaciones de foca monje de Hawaii de las distintas islas y atolones, para valorar y calcular –entre otras cosas- que no supone ningún problema para el grupo donde se extrae un ejemplar a la hora de realizar traslocaciones. Son muchos años elaborando esas estadísticas. Es por ello que hemos ayudado a realizar el estudio de viabilidad demográfica en la colonia de Cabo Blanco, ubicada en Mauritania, en la zona del Sáhara occidental, para la reintroducción de esta especie extinta, en otros lugares, entre ellos las aguas de Fuerteventura. Los estudios determinan que se pueden sacar hasta 36 focas en diez años sin riesgo para que la población sahariana deje de crecer. Las investigaciones son el resultado de muchos años de trabajo con la foca monje de Hawaii una especie en peligro de extinción, muy similar a la que vivió en Canarias.
¿Qué motivó los traslados de unas islas a otras?
La especie estaba catalogada como en peligro de extinción y la administración está obligada a conservar y apoyar todas las medidas para recuperar la fauna amenazada. Los motivos para realizar traslocaciones son varios, aunque principalmente están relacionados con aumentar la supervivencia de los animales, bien porque en algunos puntos las crías son depredadas por tiburones, bien porque tienen problemas de alimentación. Otros de los motivos son para compensar el sex ratio (proporciones sexuales) de la población de focas en determinados lugares, y evitar que los machos agredan a las hembras, por lo que se traslocan machos a otros puntos. Igualmente, se trasladan focas que muestran comportamientos problemáticos con la población.
¿Cree posible que se recupere la foca monje del Atlántico en Canarias?
Sin lugar a dudas, si se cumplen todas las previsiones puede volver a vivir en aguas canarias, después de que fuera exterminada por el hombre hace un siglo por motivos que ya no existen. Además, este proyecto pondrá a Canarias, y concretamente a Fuerteventura, en el mapa mundial de la conservación. Si ha vuelto a nadar en una playa tan humanizada de Hawaii, como es Waikiki, por qué no va a regresar al Islote de Lobos. La foca monje es una de las especies más amenazadas del planeta, se ha convertido en un símbolo y debe llenar de orgullo a los habitantes y las personas que viven en las Islas que sea posible recuperar la especie. En Hawaii hay grupos de voluntarios de todo tipo, desde estudiantes a jubilados, que dedican su tiempo a cuidar de este mamífero marino cuando sale a descansar en la arena: evitan que los turistas las puedan tocar o molestar, sobre todo si son madres con cría, y se mantiene un cerco de protección, para que puedan observar y fotografiar sin problemas.
¿Cuáles son sus conclusiones de los trabajos y artículos de investigación, con otros miembros de su equipo, que han hecho posible recuperar la foca en Hawaii?
Las lecciones más importantes que hemos aprendido durante el desarrollo e implementación del programa de recuperación en los últimos dos años ha llevado al Servicio de Pesquerías de la NOAA a potenciar la educación y la divulgación, tanto para el público general como para los socios, pues es esencial reducir amenazas y cumplir objetivos con todas las especies amenazadas. Con las focas monje hay que resolver los problemas a lo largo del archipiélago de las islas hawaianas deshabitadas y habitadas. De cara al futuro, el programa de recuperación se beneficiará al lograr mayor coordinación entre la investigación y la gestión. En las conclusiones de nuestro trabajo consideramos que la administración puede ser informada por la mejor ciencia disponible, y la investigación puede guiarse por las necesidades de gestión. Gracias a la comprensión de las amenazas de la foca monje de Hawai se han podido abordar las prioridades adecuadamente.
¿Cuales son los objetivos en los próximos años?
- Evitar que las focas se habitúen a los humanos. Con ese fin, el Servicio de Pesca NOAA está desarrollando herramientas y procedimientos para gestionar a los individuos. Estamos centrados en el diseño de programas de investigación de comportamiento. Actualmente contamos con vídeos animados que describen cómo se pueden habituar las focas a los humanos y cómo prevenir eso a través del cambio de comportamiento humano y la conciencia. Igualmente, el riesgo de toxoplasmosis en las focas que habitan las islas principales de Hawaii es real, y se está tratando de combatir.
Caminos paralelos
La foca monje hawaiana (Monachus schauinslandi) figuraba como una especie en peligro de extinción en la Ley de Especies Amenazadas (ESA) el 23 de noviembre de 1976. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos elaboró un plan de recuperación en 2007 dentro del Servicio de Pesquerías Marinas (NOAA Fisheries Service) con el objetivo de recuperar la especie: “Para asegurar la viabilidad a largo plazo de la foca monje hawaiana en la naturaleza, permitiendo que en un futuro se elimine de la Lista de Vida Silvestre Amenazada. Son muchos los organismos e investigadores implicados en salvar a esta especie de la extinción y después de once años de trabajo ven el camino para conseguir el éxito”.