Este insignificante lugar en la geografía del Europa y del mundo es ahora punto de referencia de las noticias de todos los medios. Un punto entre Grecia y Macedonia que ha visto rota la tranquilidad propia de una zona rural por el asentamiento desde hace un par de meses de millares de refugiados atrapados en el bloqueo fronterizo de Macedonia
Una estación de tren, ahora inutilizada para el tránsito, cuya línea de horizonte antes ininterrumpida entre ambos Estados, se ve ahora cercenada por vallas, concertinas, alambre de espino y militares de uno y otro lado que vigilan que ningún ser humano ose pasar hacía los Balcanes.
Alrededor de la estación un paisaje de prados y montañas, aún con nieve reflejo del duro invierno que han sufrido estas personas. Miles y miles de metros cuadrados ocupados por tiendas, más o menos concentradas en las que habitan familias enteras
Una pequeña ciudad improvisada, en las que se reproduce una vida en pequeño, con unos refugiados del más variado origen y etnia que esperan (en vano) que Macedonia permita el paso por su territorio. Paso que no lleva más de un día de trayecto
Mientras el alambre de espino cierra el paso a miles de sueños, la vida se desarrolla entre la ociosidad: pasear por los prados y en el constante estrés de alcanzar alimentos, artículos esenciales, un fajo de leña o cualquier elemento cotidiano que aquí se convierte en casi suntuoso
Intentos por normalizar la vida, desde aquel que poco a poco hace acopio de algunos bienes para luego establecer un minúsculo comercio de jugo de naranjas, té, café, tabaco o de acumuladores para cargar los dispositivos móviles. Escuelas donde aprender idiomas, circos, payasos, barberías
Las historias de dramas personales se suceden a poco que haya interés en conversar con los refugiados. Sin embargo, no son relatados con tristeza sino con coraje, valor y la bravura de quien es capaz de dejar una vida detrás en el simple y complejo deseo de mantener su vida y la de su familia. Un hilo conductor común de éxodo no planeado, casi espontáneo que un día tuvo un punto de inflexión para agarrar lo poco que se puede cargar y abandonar el hogar y el país
Muchos hombres solos, afganos, iraquíes, unos pocos sirios. Lo mejor de cada casa, los pioneros encomendados en alcanzar el primer mundo para salvar a la familia en la distancia o para intentar un reagrupamiento posterior
Esa valla de la vergüenza lleva meses separando familias en las que algún miembro logró cruzar y alcanzar, generalmente, Alemania, y luego su familia se ha visto bloqueada durante meses
Estas familias hayan sustento en las organizaciones no gubernamentales, no solo las grandes y de más caché, sino también y sobre todo de pequeños proyectos como los de Bomberos en Acción, el Equipo de Rescate y Emergencias de Catalunya o Pallasos en Rebeldía que se encargan de diferentes acciones que otorgan algo de bienestar a los refugiados