El primer paciente canario al que se le ha implantado un oído biónico y uno de los pocos de España, porque está en fase de investigación, Manuel Griñán, aseguró este jueves que oye “prácticamente igual que antes” y su vida experimentó un “cambio rotundo”.
El jefe de Otorrinolaringología del Hospital Insular de Gran Canaria, Ángel Ramos, explicó que entre el 5 y el 10% de los pacientes con audífonos externos no los tolera, lo que los hace susceptibles de estos implantes, que evita llevar un aparato externo que, aparte de inflamaciones y molestias, es una prótesis que afecta estéticamente a los pacientes.
Las investigaciones comenzaron en Canarias en 1998 y el Hospital Insular fue el primero de España en colocar un semi-implante, de manera que sólo una parte del aparato era externo. En este caso todo el mecanismo está implantado en el cráneo, donde se hizo un lecho con láser de diódo para poder alojarlo. El oído mecánico consta de un micrófono, una batería, un sistema electrónico de ampliación y un transductor.
Pero para ver este mecanismo, realizado con los mejor materiales, entre ellos oro, titanio o rubí, hay que observar una radiografía, porque no hay nada externo, ni siquiera el mecanismo para recargar la batería.
El paciente debe acoplar al mecanismo un cargador durante dos horas cada dos días mediante un imán, y es posible que dentro de 12 o 15 años deba someterse a una pequeña cirugía local para cambiar la batería.
El especialista explicó que fue encargada a una empresa puntera que suministra al ejército americano y a Motorola y que, gracias a los móviles, la tecnología de las baterías avanza rápidamente, por lo que confió en que cuando se le implante la segunda, sea la definitiva.
En España son cuatro los hospitales integrados en esta investigación y han sido operadas siete personas, aunque el de San Sebastián y Canarias fueron los primeros en someterse a la intervención.
Los requisitos son estrictos y para esta primera vez se eligió un paciente que tuviera problemas sólo en un oído. Dado que las aportaciones que realice el paciente son fundamentales, en esta fase no se puede aplicar el tratamiento a niños, agregó el experto.
Hablar bajo supone unos 20 decibelios, que es lo que oye una persona con audición normal, aunque el volumen de habla usual es 60, pero este paciente apenas tenía una audición a partir de 80, que es un niño “gritando y pataleando”, por lo que su vida se veía afectada, pero ahora está “oyendo perfectamente”, celebró.
El coste del mecanismo no depende de los materiales, sino de la amortización de la investigación de las empresas implicadas, una europea y otra americana, y Ángel Ramos calculó que podrá rondar los 12.000 euros, lo que no consideró caro al tener en cuenta que un audífono cuesta 3.000. Ramos confió en que la Unión Europea autorice el mecanismo en breve, aunque la investigación seguirá para otros perfiles de pacientes.