Lo que más impresiona del prestigioso botánico y ecólogo Wilfredo Wilpret no es un currículum académico de 24 páginas, sino su activismo divulgador. Es catedrático de Botánica de la Universidad de La Laguna y doctor honoris causa por la Universidad de Hannover, entre otras decenas de cosas que dicen algo de su experiencia profesional y su bagaje.
Lleva 20 de sus 83 años en el Consejo de la Reserva de la Biosfera donde dice haber conocido a personas y colectivos “que son un acicate para decir las verdades que ocultan los medios de comunicación o los propios políticos”. También trabaja como asesor de la Fundación César Manrique en materia medioambiental.
Hoy es el guía de un paseo por los parques del centro histórico de Arrecife, una actividad organizada por la Reserva de la Biosfera, la Asociación Mercedes Medina y la Uned. La ruta empieza en el Parque Ramírez Cerdá, continúa por la boca de la calle Real, atraviesa el solar donde se prevé construir la sede de la Reserva de la Biosfera, pasa por la plaza de Las Palmas, los jardines frente a Hacienda y termina en el Charco de San Ginés.
El parque Islas Canarias no está incluido y Wildpret lo define como un “fracaso ecológico” porque el viento “deteriora” y enaniza las plantas exóticas. No pasa lo mismo con la palmera real cubana que hay en La Plazuela o con los flamboyanes de Madagascar “perfectamente adaptados” y plantados en la capital.
Araucarias. No queda ninguna de las “seis o siete” que se plantaron en el parque Ramírez Cerdá. Son coníferas que “no funcionan bien en un clima semidesértico”.
Ficus benjamina. Su tronco se trenza, es una especie estranguladora. “Es un paso positivo que ya no soporte los óxidos de nitrógeno ni el dióxido de carbono de la contaminación”, opina el catedrático comprobando la peatonalización de la zona. También recuerda el segundo principio de la Ley de la Termodinámica: el universo tiende a organizarse. Formamos parte de un mismo sistema: sin insectos no hay flores, sin árboles no hay oxígeno, sin oxígeno no hay vida.