Un perro labrador atropellado en Santa Brígida ha sido sacrificado este viernes en una clínica privada de Tafira Alta, ante las heridas irreversibles sufridas al ser arrollado por un vehículo a primera hora de la mañana.
Todo hubiese quedado en un lamentable suceso, a no ser por la desidia municipal en el Ayuntamiento de la Villa de Santa Brígida, que este viernes, tras el atropello de tráfico sufrido por el perro en torno a las 6:30 horas en la Carretera General del Centro, tardó más de tres horas en reaccionar ante la la ausencia de un veterinario público del Consistorio presidido por Lucas Bravo de Laguna Cabrera (PP).
Los hechos han provocado que una ciudadana haya presentado una denuncia formal ante el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. La contribuyente fue quien en torno a las 6:30 horas de este viernes encontró al perro labrador moribundo, debajo de un Renault Clío de color rojo que lo había atropellado en la carretera del Centro, pasada la Vuelta del Molino, a unos 30 metros en dirección a Las Palmas de Gran Canaria.
La Policía Local, rauda, decidió trasladar al can a la perrera municipal. Y ahí empezó la agonía del labrador: durante más de tres horas quedó “botado” -consta en la denuncia- en el Albergue de Animales satauteño, sin atención médica ante la ausencia del veterinario municipal -de vacaciones- y la falta de un sustituto en el Consistorio.
Pasadas más de tres horas, la denunciante requirió del concejal de Sanidad, Javier Baeza, que hiciera algo por el animal. En su denuncia, la ciudadana explica a la Guardia Civil que “increpó a Baeza para que hiciese algo”. El edil del grupo de gobierno de PP y Los Verdes decidió entonces subir al perro a su vehículo particular y trasladarlo a la clínica Felican.
Fue entonces cuando, según la versión de la denunciante, al acudir dos empleados de la clínica veterinaria al vehículo para hacerse cargo del perro moribundo, al que introdujeron en sus instalaciones envuelto en una manta, el concejal del PP “hizo señas para que lo mataran [al perro]” si salvarle la vida resultaba “muy costoso”.
La actitud del concejal de Sanidad, según la denunciante, dejó “perplejos” a los veterinarios “diciendo posteriormente [los veterinarios] que lo que se iba a intentar es salvar al animal”.
Finalmente, nada se pudo hacer por salvar la vida del perro, ya que el diagnóstico de los veterinarios apuntaba a lo peor: el can tenía la médula partida y los pulmones encharcados, por lo que de sobrevivir, hubiese quedado paralítico. El sacrificio del animal se llevó a cabo la tarde de este viernes, previa autorización del concejal denunciado ante el Seprona.