López Torres, poeta referente en Tenerife y asesinado por el franquismo, tiene 85 años después un monumento bajo el mar
Que profundo correr por mares de silencio”
Tenía solo 26 años cuando lo asesinaron arrojándolo a un mar que se convirtió en una auténtica fosa común aquel terrible 1937. El sentimiento de sus letras podía iluminar a toda una isla que fue asediada muy pronto por el franquismo. Cartas, poemas, dibujos, entradas del cine, fotos y un manuscrito conforman el legado de Domingo López Torres, poeta y artista del surrealismo que en los años 30 formó parte de la llamada generación de Gaceta de Arte. El cineasta Miguel G. Morales, que lleva años investigando sobre su figura y el artista Eugenio Merino se han aliado para realizar un “contramonumento” en las profundidades del océano en memoria al poeta y a todos los represaliados del franquismo con el fin de contrarrestar los vestigios franquistas y fascistas que aún perviven en Tenerife al margen de la Ley. Con ese objetivo forjan la idea de Monumento a la Oscuridad, que es también una crítica a una sociedad que ha invisibilizado a las víctimas del franquismo.
“Es una propuesta artística, simbólica y es un monumento de verdad”, señala Eugenio Merino, artista que se caracteriza por explorar los relatos del poder político y económico y pone el foco en la vulneración de derechos humanos. Junto a él ha trabajado Miguel G. Morales e investigadores de Memoria Histórica que han conseguido fijar el punto aproximado dónde se cometió el asesinato de Domingo López Torres. El poeta fue arrojado como otras cientos de personas en el mar tras el golpe de Estado, una práctica común por los franquistas que metían a estas personas en sacos con piedas para que nunca salieran a flote. Por ello, los artistas han sumergido una placa conmemorativa de bronce con el texto Monumento a la oscuridad y la geolocalización 28°28'11“N 16°13'32”W. La acción, que se llevó a cabo a mediados del mes de agosto y que ahora será expuesta en la XI Bienal de Lanzarote, fue realizada junto a buzos profesionales y un cámara submarino.
Para Miguel G Morales fue un día emocionante, en el que el trabajo trascendió. Durante muchos años lleva investigando sobre el artista y esos trabajos los materializó en su película documental Los mares petrificados, en la que numerosos expertos y expertas abordan su figura. El cineasta recuerda que a través de López Torres y a escasos meses de diferencia se producen dos hechos. En 1935, entra el surrealismo en España por el grupo de artistas de Tenerife al que pertenecía el poeta (pues la capital tinerfeña iba a acoger la segunda exposición surrealista de carácter universal), pero casi al mismo tiempo se está reuniendo en el Monte de La Esperanza, en Las Raíces, los militares golpistas. Por tanto, Tenerife representa al mismo tiempo el lugar donde entra el fascismo en España y el surrealismo. “Domingo está en medio como un eje catalizador”.
El cineasta, además, cree que ha sido emocionante la investigación previa realizada, durante la que él y Merino han podido hablar con Ricardo García Luis o Ramiro Rivas que llevan más de 30 años investigando todos estos temas, hablando con personas que vivieron de primera mano estas historias. Investigadores que, sin embargo, “han trabajado en los márgenes, ·pero que empezaron en los años 70 tejiendo una memoria que no existía”, subraya. Gracias a esas investigaciones, se conoce que López Torres fue dejando entrever en sus textos poco a poco sus ideas políticas cercanas al socialismo, pues para él el surrealismo no era meramente una cuestión estética, sino que iba ligada a la revolución política.
Desde que estalla el golpe de estado, López Torres fue arrestado en la prisión de Fyffes. Los artistas empiezan a ser perseguidos como otras personas de izquierda, comunistas, anarquistas o personas consideradas sospechosas por sus ideas políticas, que eran recluidas también en los llamados “barcos fantasma”. En su ficha rezaba una sola palabra: “peligroso”. Es en la cárcel donde empieza a redactar el poemario, Lo Imprevisto. En él, según explican los expertos en Mares Petrificados, trasciende su propia experiencia y el tono de los poemas ya no es esperanzador. El mar deja de tener la concepción de lugar acogedor que tenía en otro de sus poemarios, Diario de un sol de verano.
Reivindicación política en la Bienal de Lanzarote
Eugenio Merino remarca durante la entrevista con este periódico la importancia de que este proyecto rescate una historia concreta. “La imprecisión le viene muy bien al discurso hegemónico” y añade que “teníamos esa idea de partir de algo muy particular para llegar a lo universal: la desaparición de los cuerpos en la dictadura”. El artista destaca que en esta acción “no hay trampa”, pues es una verdad absoluta el hecho de que hay una placa en el mar donde se han arrojado cuerpos. Además, nadie lo podrá quitar ni tocar. Es un Monumento a la oscuridad, es decir, de aquello que no se ha visibilizado lo suficiente. En este punto, Miguel G.Morales insiste en el “doble silencio” que se ha producido en Canarias, donde no hubo capacidad de huir al golpe franquista y donde “los fascistas eran los dueños de la tierra y había una imposición de silencio tremenda”.
Merino subraya que la Bienal de Lanzarote de este año, dirigida por Adonay Bermúdez, “es especial” y destaca que todos los proyectos tienen una vinculación política o social. Además, Monumento a la oscuridad es un proyecto crítico con Canarias (por la impunidad del franquismo), que es donde se realiza la exposición.
Ambos artistas inciden en que esta obra la han desarrollado con muchísimo respeto y meticulosidad para ahondar bien en la investigación. “Yo no puedo hacer ya otro trabajo que no lleve un complemento que incida en la parte mas política y en la responsabilidad”, asegura Miguel G. Morales. “Hemos hecho un monumento para los vencidos, para aquellos que no tienen voz ni han podido contar su historia”, resalta Merino.
La exposición se inaugurará el día 3 de septiembre en la ermita de Tías, dentro del marco de la XI Bienal de Arte de Lanzarote, que arranca el día 1 de ese mismo mes. El texto de sala está escrito por Carlota Álvarez Basso, gestora cultural y comisaria. La grabación del vídeo ha estado a cargo del premiado fotógrafo submarino Francis Pérez, y el sonido ha sido grabado por Fabian Yanes.
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