Mafias, okupas, desahucios y especulación rodean al mercado de la vivienda en la zona sur de Fuerteventura. Un trabajador de hostelería, originario de Senegal y afincado en Fuerteventura desde hace 13 años, cuenta sus desvelos para conseguir una vivienda digna y asequible en Morro Jable. El caso de Oumar Diop es solo un ejemplo de un fenómeno, el de la falta de vivienda asequible incluso para trabajadores con empleo estable, que se está convirtiendo en uno de los principales problemas a los que se enfrenta Fuerteventura. Oumar está inmerso en un proceso de desalojo y conseguir una casa a un precio razonable para su sueldo es misión imposible en la actualidad en el municipio sureño.
“Vivo desde hace cinco años en el conocido edificio marrón de la calle peatonal Maxorata de Morro Jable, pero desde hace unos dos años cambió de dueños y el nuevo propietario intenta echarnos de las casas con una clara intención de convertir el edificio en vacacional”, explica Oumar, de 28 años, que llegó a Fuerteventura con 15 años mediante una reagrupación familiar.
Unas siete familias residen desde hace unos años en este inmueble en régimen de alquiler y negocian una solución amigable para evitar el desalojo, pero las presiones y maniobras del arrendador “rozan la ilegalidad”. “Llevo unos cinco años de alquiler en esta casa y a partir de los tres años mi contrato se convirtió en indefinido”, explica Oumar, a quien ese cambio le dio “bastante tranquilidad” frente a la situación del mercado de la vivienda en la Isla. “Ahora quieren echarnos con excusas falsas, como si fuéramos morosos, cuando siempre hemos pagado los 400 euros que corresponden, pero ahora no quieren coger los alquileres”, explica. “Desde hace algo más de un año han llegado cartas para que me vaya, y nos dicen que el precio del alquiler va a subir a 700 y 800 euros mensuales, con luz y agua aparte, algo impagable para un trabajador”, cuenta indignado Diop.
Este vecino afirma que su casa está muy abandonada, los muebles destrozados, y destaca que siempre ha pagado sus mensualidades pero los propietarios nunca reformaron nada. “Ahora a todas las familias que vivimos aquí nos exigen que nos vayamos y nos busquemos la vida porque van a reformar el inmueble y cuesta el doble”, añade. La única solución que ha conseguido Oumar es buscar un abogado, lo que supone un gasto de dinero, para retrasar y evitar este desahucio por la vía legal, aunque teme que encuentren “mentiras y argucias legales para echarnos como a otros en casos conocidos”. Diop agradece la ayuda proporcionada por el grupo de Podemos en Pájara, que se han interesado por su caso y el de sus vecinos y les han ayudado a buscar soluciones para retrasar el desahucio.
Oumar Diop desvela que incluso acudieron al Ayuntamiento de Pájara, gobernado por PSOE y CC, para que les ayudaran. “Pero seguimos a la espera de acciones y respuestas por parte de las autoridades municipales”, recuerda este joven. Ante las “presiones” para abandonar su vivienda, Oumar explica que se puso “a buscar una vivienda de alquiler en Morro Jable”, pero no ha conseguido “nada”. “Incluso he sentido el racismo de algunos residentes, que se han negado a alquilarme una casa por ser negro, algo que nunca me había ocurrido en todo el tiempo que llevo en Morro Jable”, revela este joven cocinero.
Además, para poder alquilar una casa le piden numerosa documentación como contrato de trabajo, nóminas, documento de identidad y “muchos papeles para demostrar que soy un residente legal”. “Es una situación desesperante y cada vez más indignante para las personas que venimos de fuera y hemos sentido conductas xenófobas”, lamenta Oumar. “Acudes a todas las instituciones públicas y no hay ayudas ni hay subvenciones para una vivienda social en Fuerteventura, por eso pido que no engañen y trabajen para mejorar la situación”, resalta.
Dormir en furgonetas
Oumar Diop considera un error dejar que Fuerteventura sea como Baleares, y la vivienda “ya es un problema grave” para los residentes, subraya. “Tengo compañeros y amigos viviendo en furgonetas, algunos que se han metido en casas cerradas como okupas y quien incluso duerme en la playa ante la imposibilidad de conseguir un techo a un precio normal, porque la vivienda se ha convertido en un negocio vacacional y turístico para especular y ganar dinero”, opina.
El caso de Oumar es sólo una muestra de cómo el problema de la vivienda ya ha estallado en la zona sur de la Isla, en localidades de tanto peso turístico como Morro Jable y Costa Calma, o en el norte en Corralejo. “Deberían ponerse a trabajar para facilitar el alquiler social, y construir viviendas dignas para las familias trabajadoras”, reclama Oumar. Nadie quiere ver el problema que hay en Fuerteventura ni pone soluciones, indica este afectado, así que “están surgiendo mafias y delincuencia relacionada con la falta de la vivienda en la zona sur de la Isla, lo que rompe la tranquilidad y afecta negativamente a la población y al turismo”. Esto es, concluye, una “bofetada para Fuerteventura”.
Desde el Movimiento Okupa Fuerteventura, MOF, Chus Vila, anuncia que se están creando verdaderas mafias alrededor de la ocupación de inmuebles, lo que va a generar un grave problema de inseguridad. “Puedes estar en una casa de okupa y de la noche a la mañana te ves en la calle porque se han metido otros okupas, que quieren esa vivienda”, señala. “Se están creando mafias y problemas que nadie quiere ver”, apunta Chus, que vive en esa situación en Costa Calma. Los okupas ahora mismo son trabajadores, a los que el sueldo no les llega para pagar un alquiler. “El okupa era un movimiento social de rebeldía contra el sistema capitalista impuesto y una forma de vida en comunidad, pero ahora mismo en Fuerteventura es una necesidad para muchas familias y personas que están en la calle, sin un techo”, expresa Chus Vila. “Aunque las autoridades no quieran verlo hay verdaderas mafias alrededor de la vivienda y gente desesperada que paga dinero para que le abran una casa vacía, y entrar a vivir”, explica Chus, y detalla que “no son vagabundos: son familias desesperadas con niños y con un empleo”.
Vila también expone que la nueva moda es tapiar los edificios cerrados, en propiedad de bancos, para evitar que se meta gente dentro. “Cada vez hay menos casas cerradas y vacías de bancos, y la gente se mete en propiedades de otros vecinos que tal vez tienen dos o tres residencias en la Isla”, resume. Para el movimiento MOF las soluciones y el futuro son inciertos ante el pasotismo de las autoridades, “pero el alquiler vacacional ha generado un grave problema en este sentido, y deberían regular el mercado de la vivienda de una vez por todas porque sufrimos una emergencia habitacional”, sentencia.
En una pequeña encuesta realizada a vecinos de la zona sur, muchos jóvenes coinciden en que la vivienda es una de las principales preocupaciones en la actualidad, ya que encuentran un empleo pero se ven obligados a salir de sus núcleos de residencia familiar como Costa Calma, La Lajita o Morro Jable para desplazarse a Puerto del Rosario a vivir, lo que supone horas en coche y carretera desde el trabajo en los hoteles y restaurantes sureños hasta sus hogares en la capital y alrededores.