La madre del niño al que intentaron introducir en España en una maleta por la frontera de Ceuta, ha defendido este martes la inocencia de su esposo, que “no es ningún criminal”, y ha reconocido que temían que el paludismo que sufre el pequeño Adou se agravara si seguía en Costa de Marfil.
Lucie Ouattara reside junto a su marido Alí Ouattara en Fuerteventura, donde son solo un ejemplo de los miles de africanos que buscan una vida mejor en Europa y tratan de reagrupar a su familia una vez que han conseguido establecerse en una ciudad.
De momento, los Ouattara han logrado traer a Puerto del Rosario uno de sus cuatro hijos, una niña, mientras que los otros tres viven en su país, entre ellos Adou, al cuidado de familiares y vecinos.
La pareja lleva tres años intentando que el pequeño venga a España, aunque los esfuerzos siempre han resultado infructuosos: un sueldo escaso ha frenado los intentos de reagrupación familiar mientras la desesperación ha ido en aumento por las noticias que llegan desde Costa de Marfil, según ha relatado Lucie Ouattara.
Adou padece paludismo desde pequeño, ha sufrido algunas recaídas y su ánimo es débil, debido a la ausencia de sus padres. “No quiere ir a la escuela y siempre pide vernos”, señala a los periodistas su madre, mientras muestra una foto del pequeño junto a ella.
La mujer explica que la mala alimentación, la tristeza y el estrés pueden hacer aparecer de nuevo la enfermedad, por lo que las ganas de tener al niño cerca se han intensificado.
Además, Adou y ella recibían noticias sobre un empeoramiento del pequeño y la aparición de anemia.
El jueves pasado, una mujer magrebí intentó introducir a Adou en una maleta por la frontera de Ceuta, en un caso que ha dado la vuelta al país. Alí Ouattara y la mujer fueron detenidos, acusados de un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros.
Alí, que desde hace siete años trabaja en una conocida lavandería de Puerto del Rosario, se encuentra ahora en prisión provisional mientras su hijo Adou permanece en un centro de menores.
En Fuerteventura, el teléfono de Lucie Ouattara no para de sonar desde entonces. Sentada en un sofá, se frota las manos una y otra vez preocupada por la falta de noticias de su marido y su hijo.
A la espera de la llamada de los abogados, sentencia que su marido “no es un criminal”. Con él ha compartido 27 años de matrimonio y de esfuerzos por traer a sus hijos a España, y los dos siempre han procurado ahorrar algo para enviar cada mes dinero a los hijos que siguen en Costa de Marfil.
“Es una buena persona, quiere a sus hijos y ha trabajado mucho”, repite la mujer, que aclara que Alí no sabía que su hijo “estaba en una maleta”. Ahora espera poder hablar con él y saber qué ha pasado.
Esta mañana, rodeada de periodistas y de traductores que sirven de nexo entre ella y los medios de comunicación, ha reclamado la libertad de su marido, ver a su hijo y poder hablar con ellos: “Soy una buena mujer, huérfana y siempre ha dado todo por mis hijos”, proclama Lucie, que solo anhela “recuperar a la familia”.
El presidente de la comunidad senegalesa en España, Momar Dieng Diop, se ha trasladado esta mañana hasta el domicilio de Lucie en Puerto del Rosario para mostrarle su apoyo.
Para este senegalés, conocido y respetado entre la población inmigrante de Fuerteventura, lo ocurrido “es un error”.
Dieng dice que los Ouattara han hecho los trámites administrativos y “no ha podido conseguir su objetivo porque le faltaban medios económicos”, por lo que piden “a las autoridades españolas que hagan todo lo posible para solucionar esta situación”.