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Opinión - Sobre la infame jauría. Por Esther Palomera

“La mayor parte de la violencia sexual está oculta”, advierte la impulsora de Clave-A, un programa pionero de ayuda a menores

Sonja Arup.

Uno de cada cinco menores sufre algún tipo de violencia sexual durante la infancia tales como tocamientos, acoso, exhibicionismo, chantaje sexual y violaciones, según el Consejo Europeo, pero además la mayor parte permanece oculto porque las víctimas nunca se lo contará a nadie por vergüenza o chantaje, de modo que la sociedad debe hacer un esfuerzo para sacar a la luz esta aberración ejercida en gran medida por el entorno de la víctima. Así lo ha explica Sonja Arup, fundadora de Clave-A, programa pionero en la creación de herramientas para que las personas menores de edad puedan pedir AYUDA con discreción.

A Arup, su propia experiencia la ha vuelto una luchadora incansable contra esta depravación de “adultos” que en su mayoría pasan por personas “normales”, por no decir “amables” de cualquier estamento social y económico.  Esta lucha “es casi una misión de vida”, aseguró tras recibir el reconocimiento del Ayuntamiento de Arrecife por su labor en la formación de su Policía Local, la primera de la provincia de Las Palmas en contar con Unidad del Agente Tutor, integrada en la Unidad del Menor y la Familia. 

“Es increíble que estos actos se produzcan, pero más increíble tiene que ser la implicación de la sociedad hasta lograr destapar estas agresiones que no solo se producen más de lo que creemos, sino que se tapan más de lo que podemos imaginar”, lamentó Arup, quien explicó que hay que empoderar a los menores, no obligarlos a besar a quien no les apetece para no educarlos en que dejarse besar es necesario y positivo. De hecho, hay que enseñarles a decir rotundamente “no” cuando no quieren que los besen o los toquen.

“Debemos empoderarlos con información, hablarles claro de lo que nadie les debe tocar en su lenguaje infantil para que lo entiendan perfectamente, y enseñarles a no guardar esos secretos”, algo que siempre piden las personas que agreden. 

Además, hay que observar conductas extrañas especialmente tras periodos vacacionales, en los que aumentan este tipo de agresiones, tales como juegos con tintes sexuales no esperables a su edad, comportamientos de pronto introvertidos, o marcas en su cuerpo.

Este incremento se produce porque los menores pasan al cuidado de terceras personas de su entorno, y justamente al menos el 70% de las agresiones son efectuadas por familiares y amistades, así que hay que permanecer especialmente pendiente en estos periodos. Los casos más extremos son las víctimas agredidas en su propio hogar, lo que convierte su existencia en un auténtico infierno. “Tenemos que llevar esperanza por cualquier medio a este terrorífico 20 por ciento de niños, niñas y adolescentes que sufren agresiones sexuales antes de cumplir los 18 años”.

Arup explica que fueron los propios menores de un centro los que le pidieron que creara un signo o una señal discreta para comunicar con facilidad lo que les pasaba. Fue durante la covid-19, cuando se puso en marcha “Mascarilla-19” para denunciar la violencia de género, pero con la que no se sentían identificados, y así nació Clave-A, las herramientas para denunciar violencia sexual infanto-juvenil.

Se trata del uso de la A como medio de denuncia, sea dibujada, escrita, pronunciada o formada con los dedos. Es la primera letra del abecedario y la inicial de agresión, abuso y acoso, así como la inicial de ayuda y auxilio.

En la Clave-A y en cómo detectar víctimas y cómo tratarlas han sido formados 13.000 profesionales de Canarias como policías, personal del 112, farmacéuticos, profesorado, médicos, enfermeros, fisioterapeutas y entrenadores deportivos, y ya forma parte del “Protocolo de actuación sanitaria y de coordinación interinstitucional para el abordaje de las situaciones de violencia en la infancia y la adolescencia” del Servicio Canario de la Salud.

El taller “Te damos la Clave” dirigido a menores de 6 a 8 años impartido por la Fundación MAPFRE Canarias en colaboración con Clave-A, ha llegado ya a casi 9.000 escolares en Canarias.

El objetivo de Clave-A (https://clave-a.org/) es evitar este sufrimiento. “La única forma que encuentro para transmitirlo es compararlo como un tatuaje que te acompañará toda la vida” con pesadillas, miedos, vida sexual afectada y toda clase de bloqueos, asegura Arup, responsable de la ONG Starup Corazón Solidario desde la que ha impulsado este programa que cumple cuatro años junto a un equipo de profesionales muy implicado y con el apoyo del Gobierno de Canarias, instituciones locales y entidades privadas.

“Tenemos que conseguir entre todos que no quede ni un menor sin saber que puede pedir AYUDA de una manera discreta para poder acabar con esta lacra”, concluyó Arup.

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