Los médicos de urgencias del Hospital Insular alertan de una situación crítica con el personal “extenuado y sobrepasado”

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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El servicio de urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria atraviesa una situación crítica con el personal “extenuado y sobrepasado en sus funciones”. Los médicos adjuntos remitieron el pasado viernes un escrito a la dirección del complejo en el que alertaban de que los problemas crónicos de una unidad infradotada tanto en espacio como en recursos humanos se han agravado en las últimas semanas hasta el punto de que la presión asistencial se ha vuelto “insostenible”. Los profesionales sanitarios reclaman a la gerencia una respuesta inmediata “antes de que ocurra una desgracia” en el centro. 

En un duro escrito, los urgenciólogos expresan su preocupación por el progresivo deterioro de la calidad asistencial en un servicio que, en fechas recientes, ha soportado una sobreocupación a niveles “nunca vistos”, con hasta 50 pacientes en áreas de 22 boxes. El colapso, insisten, no se limita a las urgencias, sino que se extiende a todo el complejo. La falta de camas en las plantas de hospitalización, sobre todo los días posteriores al fin de semana, obliga a mantener a pacientes en el servicio “durante días” e impide atender “en condiciones dignas” a las más de 200 personas que llegan en cada guardia al complejo. 

Esta sobrecarga ha provocado que personas mayores, pacientes oncológicos o en cuidados paliativos hayan tenido que permanecer en pasillos de tránsito, “en camillas que no reúnen condiciones de comodidad para aguantar más que un par de horas, sin baños ni intimidad para realizar los cambios de pañal, la técnicas de urgencias como sondajes o enemas o para hacer una entrevista clínica preservando el derecho de cada paciente a su confidencialidad, y mucho menos disponer de monitores u oxígeno en áreas no preparadas para ese fin”. 

Los médicos señalan que han tenido que afrontar este incremento de la presión asistencial con un 20% menos de recursos, ya que ha habido que reducir de cinco adjuntos por guardia a cuatro debido a las bajas y renuncias de facultativos. En los últimos cinco años han sido 35 los médicos que han abandonado el servicio, una cifra que las fuentes internas consultadas por este periódico atribuyen a la fuerte presión y carga laboral que tienen que soportar (hasta 60 pacientes a cargo de un solo adjunto en fechas recientes). Además, apuntan que en este periodo ha habido tres jefaturas distintas.

Los profesionales sanitarios afirman que desde hace meses acumulan una media de entre ocho y diez guardias al mes, “sin libranza suficiente para el descanso de las 36 horas consecutivas semanales recogidas por ley”, con una sensación de estrés laboral “permanente” y con “ansiedad” frente a una situación “que empeora cada día”. 

Este último caos asistencial no guarda relación con la COVID-19, aunque la necesidad de reservar un módulo entero (16 camas) a pacientes sospechosos de padecer esta enfermedad ha agravado los problemas de espacio que arrastra el centro desde su creación y que el Servicio Canario de Salud (SCS) espera solventar con el edificio que albergaba el Colegio Universitario de Las Palmas (CULP) , cedido por el Cabildo de Gran Canaria.

Hasta que esta opción, que los médicos tampoco ven como solución definitiva, se materialice, “es imposible hacer una vigilancia de todos los pacientes, controlar la seguridad clínica de aplicación de pruebas o tratamientos, y mucho menos poder informar a todos y cada uno de los familiares preocupados por la salud de su allegado”. 

Los residentes “no son la alternativa”

Los firmantes advierten de que quedan meses por delante sin personal para la planificación diaria de tareas. “Aun contratando médicos nuevos, dadas las características de nuestra profesión, necesitan un periodo de formación y adaptación hasta poder ser un recurso óptimo”. La gerencia del complejo hospitalario también ha pedido la colaboración de otros servicios, bien para revisar la situación de los pacientes ingresados y liberar así camas en planta para derivar a los pacientes que permanecen en los pasillos, o bien para que los especialistas hagan guardias en urgencias, pero esta opción, remarcan los sanitarios, tampoco ha dado resultados porque cada una de las áreas tiene sus propias dificultades.

Ante los problemas para cubrir las bajas de los adjuntos en urgencias, la dirección del Hospital Insular ha vuelto a recurrir a los médicos residentes, especialistas en formación de cuarto y quinto año, para reforzar las guardias. La decisión ha suscitado un rechazo generalizado en el complejo. “No es una alternativa que queramos”, han dicho los urgenciólogos, que han recordado que los MIR deben ser orientados y autorizados. 

La Comisión de Docencia del complejo, formada por residente y tutores, se reunió este miércoles para analizar la situación. En otra carta dirigida a la dirección médica del centro tras ese encuentro, el jefe de estudios en funciones expresa la preocupación de la comisión “por el nivel de supervisión que podrán tener los residentes” durante la realización de las guardias, “debiendo ser siempre acorde a sus competencias y al nivel de responsabilidad exigible por su año de formación” y con posibilidad de recibir asesoramiento de los facultativos especialistas de área. “La solución propuesta no es la ideal al no contemplarse las guardias en los programas formativos de los residentes convocados”, ha agregado. 

Los residentes han solicitado que se les remita por escrito cuáles serán las funciones que deben realizar durante esas guardias y que se les aclare si son obligatorias o voluntarias. Durante esa reunión se ha reconocido que la situación se puede prolongar hasta diciembre. 

“Esto es un problema del hospital y, por tanto, los dirigentes son los que tienen que tomar decisiones para que esto se resuelva. No somos nosotros, médicos de urgencias, los que vamos a encontrar la solución. No vamos a seguir poniendo parches a una situación caótica, a un trato denigrante a los usuarios, a un volumen de trabajo inabarcable. Exigimos una respuesta inmediata con hechos factibles antes de que ocurra una desgracia. No vamos a seguir siendo cómplices de lo vivido ante las familias y la sociedad. Estamos poniendo en juego nuestra profesionalidad, nuestra integridad física y emocional y, si no vemos cambios inmediatos, tomaremos decisiones que pueden no tener vuelta atrás”, advierten los médicos adjuntos del servicio de urgencias del Hospital Insular.