La palabra cáncer infunde miedo. Cuando le diagnosticaron esta enfermedad, José Miguel Pérez pensó en la muerte y en el sufrimiento de su entorno, en las personas de las que se ocupaba. “Estaba dando clases y me llamaron. Me dijeron que era grave, pero que había tratamiento. Te cambia la vida de la noche a la mañana. Primero porque te asustas. Segundo porque no quieres que mucha gente que va a sufrir lo sepa. Y también porque me gustaría estar más años aquí, algunas cosas más quiero hacer”, ha contado el catedrático de Historia, expresidente del Cabildo de Gran Canaria y exvicepresidente del Gobierno, en una entrevista en el programa Informe Trópico de la Televisión Canaria.
El dolor empezó en la espalda. Lo asoció a un problema muscular y se puso en manos de fisioterapeutas. Luego vinieron la tos y las molestias en el pecho. Lo que padece es un cáncer de pulmón congénito que se había extendido (metástasis) a los huesos. “No es frecuente, no soy fumador”, puntualiza. El primer tratamiento no funcionó. Ahora recibe una terapia novedosa. “De momento estoy bien, casi siempre, aunque hay días que es difícil decirlo, bien porque no te encuentras bien físicamente o porque te viene a la cabeza la parte negativa que tiene una enfermedad como esta”, añade.
La ciencia se ha propuesto convertir el cáncer en una enfermedad crónica, una senda en la que se han producido notables avances pese a la falta de recursos. Sigue siendo, en cualquier caso, un camino de desigualdades, puesto que no todos los pacientes tienen las mismas posibilidades de acceso a los tratamientos. Nicolás Díaz Chico, catedrático de Fisiología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y fundador del Instituto Canario de Investigación del Cáncer, señala que el reto es obtener fármacos antitumorales contra algunos tipos de cáncer “para los cuales no hay medicación definitiva todavía”. El objetivo es que los pacientes vivan más y mejor.
En 2021 se diagnosticaron más de 12.000 casos de cáncer en Canarias, casi una cuarta parte en mayores de 65 años, y murieron en las Islas más de 4.500 personas por esta enfermedad. Los tumores más frecuentes son el colorrectal, el de mama, el de próstata y el de pulmón. El primero y el último son los de mayor mortalidad. La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) vaticina que en 2040 el número de casos aumente un 50%. “En la medida en que vayamos prolongando la vida de las personas, la incidencia va a ser cada vez mayor, lo cual no quiere decir que la mortalidad sea mayor. Hay más cáncer que hace cuarenta años, pero podemos curarnos y tratarnos mejor”, precisa Díaz Chico.
En los últimos quince años se ha producido un salto importante en la asistencia oncológica gracias a la inmunoterapia y a las terapias dirigidas, que sustituyen o complementan a la quimioterapia y la radioterapia. “Hoy tenemos tratamientos más personalizados, ha sido la gran revolución”, destaca Delvys Rodríguez-Abreu, jefe del servicio de Oncología del Hospital Insular de Gran Canaria. Para el diagnóstico, ya se utiliza la secuenciación masiva de genes. Gracias a estos estudios se sabe que “de cada cien pacientes de cáncer de pulmón, veinte son personas que nunca han fumado y que tienen mutaciones en genes que hacen que esos tumores crezcan”. Y hay fármacos dirigidos específicamente contra esas mutaciones, precisa.
Rodríguez-Abreu pone como ejemplo de estos avances los tratamientos con anticuerpos conjugados, que “son capaces de ir directo al tumor y en ese lugar depositar la quimioterapia”. A diferencia de la quimioterapia tradicional, que no discrimina entre las células buenas y las malas, el tratamiento elimina sólo la tumoral. También alude a las terapias celulares, como las CAR-T Cell, que consisten en extraer linfocitos (células inmunitarias) para manejarlas fuera y “educarlas” para que respondan contra el tumor.
Díaz-Chico precisa que una de las peculiaridades del cáncer es que es capaz de “engañar” al sistema inmune. La inmunoterapia consiste en “eliminar ese freno que el cáncer se inventó” para que los mecanismos de defensa del cuerpo no se activen. “Las terapias más individualizadas están todavía en fase de desarrollo. Son los virus oncolíticos, que son virus capaces de encontrar los marcadores en los tumores, proliferar dentro de la célula tumoral y matarla”, explica el investigador.
Falta de recursos
A pesar de estos avances en investigación oncológica, los expertos coinciden: faltan recursos. “Hay que insistir en la falta de oncólogos, en la falta de atractivos para atraer personal a trabajar en las Islas, personal cualificado. Necesitamos también tecnólogos de la biología molecular, que es fundamental y es el futuro. De cada tres oncólogos, uno o dos dejan la oncología o el país para trasladarse a otro donde tienen mejores condiciones laborales”, lamenta José Alfredo Almenarez, presidente de la Asociación Canaria de Oncología Médica, que reclama un plan integral de atención.
“No puede pasar lo que está pasando ahora, que tengas que esperar 29 días para que te den resultados de lo que te han quitado. Es muy cruel”, señala Mari Carmen Bonfante, presidenta de Ámate, la Asociación de Mujeres con Cáncer de Mama. Hace veinte años le diagnosticaron el primer tumor, luego tuvo otros. Ahora padece el llamado cáncer de mama triple negativo, para el que aún no existe tratamiento. “Estoy simplemente esperando a que se investigue y encuentren la fórmula alguna vez”, dice.
“Durante la pandemia sufrimos muchísimo, porque retrasaron todo. No había camas suficientes para operar, fue un caos”, recuerda Carlos Nöbauer, vicepresidente de la Junta Provincial de Las Palmas de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC).
Díaz-Chico coincide: “A veces se tarda demasiado en conseguir que determinadas camas queden disponibles para que los pacientes sean tratados o se producen retrasos no muy justificados en la llegada de medicamentos para que las personas los puedan recibir o en elementos de diagnóstico indispensables para realizar un posterior tratamiento”.
Colectivos como Ámate, AECC o Pequeño Valiente tratan de cubrir los espacios a los que la administración no llega. “Cuando una persona que acaba de ser diagnosticada viene a Ámate, se va a encontrar con una mujer que ha tenido cáncer de mama. Y eso le facilita el camino. La ayudamos en todos los sentidos: psicología, trabajo social, fisioterapia…”, señala Bonfante. “A la administración, al tener presupuestos tan cerrados, le cuesta llegar a algunos lados. Todos conocemos las listas de espera. Nosotros complementamos, intentamos apoyar”, tercia Nöbauer.
Una de las carencias del sistema público es la asistencia psicológica a pacientes y familias. Los expertos insisten en dejar de utilizar términos belicistas, como guerra, lucha o batalla, cuando se habla de la enfermedad. “Hay una presión mediática de lo que se dice que está bien para afrontar el cáncer. Siempre hay algunos eslóganes, como tienes que ser fuerte, hay que ser positivo, lo importante es la actitud. Entonces, cuando en los momentos iniciales (los pacientes) se sienten tristes y con mucha rabia, se sienten además culpables porque no están siendo ese modelo que se supone que tienen que ser para curarse”, lamenta Haide Hernández, psicóloga de la AECC.
Desigualdad
Las asociaciones también trabajan para tratar de reducir las desigualdades en el tratamiento del cáncer. Las principales, las económicas. Inciden en que hay medicamentos que son eficaces para el tratamiento de determinados tipos de tumores que no son financiados por la administración pública y que tienen un alto coste, por lo que no son accesibles para todos los bolsillos. También hay inequidades en función del lugar de residencia. “En Madrid te puedes salvar y a lo mejor en Canarias no. Y menos en El Hierro, porque tienes que tener dinero para desplazarte. En la AECC estamos poniendo pisos de acogida (en Tenerife y Gran Canaria, donde están los hospitales de referencia) para personas que vengan de fuera puedan tratarse. Tratamos de cubrir esas inequidades, pero persisten”, apunta el vicepresidente en Las Palmas de la AECC.
“A las personas que vienen de las islas no capitalinas, les damos casas de acogida, las esperamos, las ayudamos, les tramitamos todo el papeleo, las dietas que tienen que cobrar… Todo, totalmente gratuito. No tienen ni que hacerse socios. Además, hemos conseguido que el niño que tiene cáncer le den el 33% de discapacidad con el primer diagnóstico. Eso no lo tienen muchas comunidades”, apunta José Jerez, presidente de Pequeño Valiente, asociación benéfica que ayuda a las familias de menores con cáncer.
Nöbauer remarca, además, que en el Archipiélago hay unos 2.000 pacientes de cáncer que viven solos y que, en ocasiones, nadie los ayuda y no pueden tratarse.
Prevención y detección precoz
Los expertos inciden en que la información y la prevención son pilares fundamentales para tratar de reducir la incidencia del cáncer y facilitar la detección precoz. A Francisco Santiago, exalcalde de Telde, le diagnosticaron cáncer de mama a principios de 2022. Hace unos meses decidió visibilizar su enfermedad para concienciar de que también puede afectar a los hombres. “Lo mejor es saberlo, tener información, reclamar que toda la estructura pública sanitaria tenga los recursos para detectarlo de forma precoz y estar informados para tratar de evitarlo”, señala Santiago
“La prevención siempre va a salvar. Se están haciendo campañas para evitar hábitos que provocan cáncer, como el tabaquismo, el sedentarismo, la mala alimentación o la exposición prolongada al sol. La prevención siempre va a salvar”, asevera Nöbauer.
Por su parte, Díaz-Chico explica que hay otros factores “más sutiles” que inducen la aparición de tumores. Alude a los disruptores endocrinos. “Son tipos de moléculas que están en los detergentes o en los plásticos y que alteran la expresión génica, por ejemplo, en las mamas y eso da lugar a que aparezcan este tipo de fenómenos”. El investigador denuncia el “poderío económico” de algunas empresas que comercializan productos tóxicos. “Si ponen en circulación el tabaco, que es el máximo tóxico, ¿a qué no se van a atrever? Cuando produzca dinero, ya está”, lamenta.