Momias, xaxos y mirlados es el mayor conjunto de narraciones publicado hasta la fecha con los relatos que, desde el siglo XV, indican cómo los aborígenes de Canarias embalsamaban a sus difuntos, y la variedad de datos es tal que todo apunta a una práctica mucho más rica de lo que se conoce.
Algunas de estas descripciones presentan además como particularidad varios errores a raíz de comparar este proceso con el de la momificación egipcia, indica en una entrevista a EFE Daniel Méndez, que ha recopilado las Narraciones sobre el embalsamiento de los aborígenes de las Islas Canarias (1482-1803).
Daniel Méndez es un egiptólogo que decidió aplicar a estas fuentes la misma metodología que aplica en su estudio el Libro de las Doce Cavernas, una obra cosmográfica del Egipto antiguo que formó parte del Libro de la Salida al Día (más conocido como Libro de los Muertos).
El arqueólogo se planteó dar “una vuelta de tuerca” y adaptar este método al estudio de los textos sobre el “mirlado”, que es cómo se denomina la técnica de embalsamar los cuerpos de los aborígenes.
El resultado es un análisis exhaustivo de cómo se transmitió la información del “mirlado” durante más de tres siglos.
Con este objetivo llevó a cabo una recopilación de 33 autores que se extienden desde el navegante portugués Gomes de Sintra (1482) hasta el expedicionario y naturalista francés Bory de Saint-Vincent (1803) y que incluyen a Abreu Galindo, Torriani, Viana, Núñez de la Peña y Viera y Clavijo, entre otros.
Como novedad, en el estudio se incluye un apéndice con los textos en sus lenguas originales y con su traducción al castellano, de la que en cinco ocasiones tuvo que encargarse Méndez porque no habían sido traducidos al castellano con anterioridad (Hakluyt, Purchas, La Croix, Pingré y Golbéry).
El texto más antiguo que se conserva en relación a las prácticas funerarias de los aborígenes canarios es el de Gomes de Sintra, que se refirió al “mirlado” en Tenerife y explica cómo se evisceraba y rellenaba con manteca el cuerpo de un mencey.
Es Alonso de Espinosa quien habla en el siglo XVI de que los aborígenes denominaban a estos cuerpos embalsamados “xaxos” (se pronuncia “jajos”) al menos en Tenerife.
El término mirlado lo usan muchos autores para designar a los cuerpos secos, bien conservados, y la palabra “momia” se generaliza a partir del siglo XVIII, cuando los ilustrados empiezan a comparar la momificación egipcia con la canaria, algo “que va a dar lugar a una serie de errores”, señala el arqueólogo.
Estos errores surgen en parte porque algunos autores que tratan el “mirlado” extrapolan los datos que ofrecen dos autores de la antigüedad, Herodoto y Diodoro Sículo, del proceso egipcio de momificación.
Un ejemplo es cuando Viera y Clavijo dice que los cuerpos se lavaban con agua fría “y sal”, como hacían los egipcios con el natrón.
Este error fue reproducido por autores posteriores que dieron por cierta esta información, como también ocurrió con Bory de Saint-Vincent cuando especificó que las vísceras se sacaban del cuerpo de los aborígenes canarios y se lavaban, detalle este último que nunca se había afirmado con anterioridad, con excepción de Herodoto y Diodoro Sículo al aludir a los egipcios.
También autores como Sprats señalaron que los encargados de “mirlar” entre los canarios eran sacerdotes con conocimientos que ignoraba el resto de la sociedad aborigen, a la manera egipcia, lo cual nunca se ha podido demostrar.
Sin embargo Méndez, que es subdirector del proyecto dos cero nueve, la Misión Arqueológica de la Universidad de La Laguna en Luxor, señala que la variedad de textos que aluden al menos a dos técnicas de momificación -con evisceración y sin ella, lo que ha sido verificado por los estudios bioantropológicos- y a varios métodos de lavado, embadurnamiento y secado.
“Todo indica a una práctica mucho más rica de lo que se piensa”, con alusiones a cuestiones comunes como el uso de manteca ograsa de cabra u oveja, y también elementos como corteza de pino, madera carbonizada, piedra pómez, salvia, lavanda y otras flores como ingredientes del embalsamamiento.
Los cuerpos momificados más antiguos que se conocen en Canarias datan del siglo III en Gran Canaria -del V en Tenerife- y en ambas islas el proceso dura hasta la Conquista, por lo que Daniel Méndez subraya que sería interesante estudiar en el futuro cómo evolucionó esta técnica a lo largo de las centurias en las que se aplicó.
Al respecto, detalla que Gómez Escudero en el siglo XVII menciona que cuando los conquistadores conminaron a los aborígenes a aceptar la dominación de la Corona de Castilla, éstos se embravecieron y juraron “por el cuerpo mirlado” del Gran Tinerfe (el primer mencey) que no podía ser así.
Es decir, parece que existía en la memoria cultural aborigen la impresión de que era una costumbre que se remontaba a sus orígenes.
El arqueólogo precisa que la investigación sobre este asunto “nunca va a terminar”.
Por un lado, porque algunas de las fuentes aluden a otros textos ahora perdidos pero que quizás, podrían aparecer en algún archivo de las islas o del resto de Europa; y por otro, por el continuo avance de las técnicas de investigación de la Bioantropología.
En todo caso, añade, su hipótesis es que puede haber un sustrato cultural norteafricano primigenio y a partir de ahí se produjo una evolución por separado entre la momificación en Egipto y en Canarias, por lo que sería preciso efectuar excavaciones y posteriores estudios en el norte de África para poder avanzar en esta línea.
Momias, xaxos y mirlados ha sido editado por el Instituto de Estudios Canarios con la colaboración del Ayuntamiento tinerfeño de La Laguna y del Cabildo de Gran Canaria, y precisamente en esta última isla será presentado el 16 de abril en la Casa de Colón.