Las mujeres sostienen el sistema cultural, pero tienen menos oportunidades de creación y puestos de poder

Las mujeres sostienen el sistema cultural en España, sin embargo, siguen encontrándose con más barreras para acceder al poder ejecutivo dentro de este ámbito, ocupar mejores puestos y tener oportunidades de creación. De hecho, el 82% de la gestión de la divulgación del arte en España está en manos de hombres. Así se refleja en el estudio sobre la aplicación de la Ley de Igualdad en el ámbito de la cultura dirigido por la investigadora Fátima Anllo, que se muestra contundente en sus conclusiones al manifestar que “el ámbito de poder más inexpugnable para las mujeres es sin duda el poder cultural. El poder de legitimación artística es abrumadoramente masculino”. 

Anllo ha presentado esta semana el informe en Canarias, primero en la Casa de Colón, en Gran Canaria, y después en el festival Her, en Tenerife. La investigadora insiste en que “entre un 30 y un 40% de lo que España invierte en desarrollar el talento de las mujeres, después se pierde”. Una situación que se produce al mismo tiempo en el que las mujeres son mayoría en las aulas universitarias en carreras de Humanidades, Ciencias Sociales, Jurídicas y en Ciencias de la Salud, pero también en estudios enfocados hacia actividades relacionadas con la Cultura y las Artes, en un 60%. Estas cifras, sin embargo, “no se proyectan después en el mercado laboral, en el que las mujeres ocupan tan solo el 39,1% de los empleos”, resalta el informe. 

El estudio refleja que la brecha laboral de las mujeres en la cultura y en los campos artísticos se corresponde, a su vez, con una menor producción artística y cultural. La música es otro de los campos donde se percibe esta desigualdad. Las mujeres representan el 19% de las obras musicales, dramáticas, coreográficas o audiovisuales registradas en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Lo mismo ocurre con las inscripciones de derechos de propiedad intelectual en concepto de autor o autora en el Registro General de la Propiedad Intelectual. “Se repite aquí su baja representación en el campo de la música (21%), en los ámbitos técnicos y en el entorno de las nuevas tecnologías, con porcentajes tan bajos como el 12% y el 24% respectivamente”. 

El informe destaca que estos datos implican que una parte importante de las mujeres que se formaron para desarrollar carreras en estos campos “no llegan a registrar sus obras, contenidos o servicios”. Esto, insiste, supone que “la sociedad dilapide gran parte del talento, desarrollo humano y potencial creativo en los que ha invertido tanto en construir. Y con ello no solo pierde fuerza de trabajo y capacidad de producción, sino la posibilidad de incorporar a la cultura común la riqueza que representa las particulares visiones del mundo de un porcentaje importante de la población española”. 

Los datos contrastan con el hecho de que, según la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España las mujeres tienen mayor interés y “asisten más y con mayor frecuencia a todo tipo de actividades culturales”. Una participación que además está influenciada por el tiempo disponible ya que son ellas las que dedican como mínimo el doble de tiempo a tareas domésticas y de cuidados, lo que también las limita. 

La Ley de Igualdad

En el estudio se evidencia la eficacia de la Ley a la hora de imponer su principio de “presencia equilibrada en los órganos colegiados y mejorar la participación de las mujeres en la gobernanza de la cultura”. Sin embargo, añade que aún “hay diferencias notables según el tipo de órgano colegiado de que se trate”. Donde más ha aumentado la presencia de mujeres es en los jurados (+36%) y las comisiones de valoración de ayudas (+19%), donde se ha alcanzado la paridad (un mínimo de representación del 40%). Son los patronatos, los órganos de gobierno con mayor poder de todos los órganos colegiados estudiados, “los que se han mostrado más refractarios a la incorporación de las mujeres, que apenas superan el 25%”, apunta. 

El informe refleja que también “existe una brecha salarial en el ámbito de las actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento”. Esta diferencia se sitúa hasta en un 21,5%. Así mismo, menciona una brecha de género en el empleo cultural dentro del ámbito de actuación del Ministerio y entidades vinculadas “que es de tipo vertical y no horizontal, en gran parte, proyección de desigualdades estructurales que condicionan el acceso de las mujeres al empleo en la sociedad en su conjunto y que constituyen lo que se denomina el techo de cristal”. 

Entre otros puntos, el informe advierte de la brecha tecnológica y digital que amenaza la igualdad futura de las mujeres. También estudia las compras de obras artísticas realizadas por los museos principales, como el Reina Sofía o el del Prado y que son “abrumadoramente de obras de autoría masculina”. En el Reina Sofía, antes de la Ley de Igualdad, el promedio de obras de mujeres era del 13% y, después de la norma, ascendió al 25%. 

¿Cómo revertir esta situación?

Anllo propone que se pongan en marcha acciones pedagógicas para comprender e interiorizar la importancia de la aplicación de la Ley de Igualdad en el ámbito de la cultura y la creación artística. En segundo lugar, subraya la necesidad de promover la presencia de personas expertas en igualdad de género en todos aquellos procesos de diseño y evaluación de políticas, así como elaboración de planes estratégicos. También sostiene la necesidad de equilibrar la presencia de mujeres y hombres en la gobernanza de las políticas culturales, por lo que ve conveniente revisar y ajustar algunas normativas. 

Hay un punto en el que el estudio es tajante: “Las meras recomendaciones no imperativas se han mostrado insuficientes”. Por ello, sostiene que hay que poner en marcha acciones positivas “que obliguen a un reparto equitativo del poder cultural y del derecho de las mujeres a crear, producir, exhibir y difundir sus obras en condiciones de igualdad”. 

La investigadora explica que en muchas ocasiones se alude a que la introducción de medidas de acción positiva para garantizar la igualdad entraría en colisión con la libertad artística de las personas que asumen la dirección de los centros de creación y exhibición cultural. “Es esta una creencia derivada de la falsa idea de que la única y auténtica creación artística es aquella que tiene lugar sin limitaciones”, matiza. Sin embargo, esta “apreciación errónea” no tiene en cuenta que la intervención pública en el marco de la Constitución española ha de tener lugar siempre dentro de las restricciones que impone el cumplimiento de los principios de “igualdad y derecho al libre desarrollo de la personalidad de todas las personas que conforman la ciudadanía española”.

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