No solo muere la hostelería: los otros sectores que se han quedado a cero por la pandemia
Las actividades culturales, artísticas y espectáculos y la artesanía han sufrido una mayor pérdida de empleo que las relacionadas con la restauración y el servicio de alojamiento
Las manifestaciones de la hostelería en contra de las restricciones para frenar la expansión del virus han sido recurrentes desde que comenzó la pandemia. Los bares y restaurantes se han querido hacer escuchar y lo han hecho. Más que cualquier otro sector. Cuando el Ejecutivo canario decretó el nivel de alerta 3 en Gran Canaria hace dos semanas, lo que implicaba el cierre del servicio en interiores (pero permitía el consumo en terrazas para un máximo de cuatro personas, incluidas no convivientes), los profesionales de la restauración se rebelaron ante la sede de Presidencia del Gobierno en la capital grancanaria para protestar contra la nueva normativa. Así lo indicaron con platos que rezaban “si soy culpable de algo es de querer trabajar”.
El vicepresidente de la Asociación de Bares y Restaurantes, Antonio Márquez, dijo a este periódico que “esto supone la ruina (...) y el cierre definitivo de muchísimos locales”. Y agregó que la hostelería “no tiene nada que ver con el avance de la pandemia” ya que “los mayores casos se dan en el comercio o en el ámbito familiar”. Sin embargo, hay que recordar que Canarias, según los datos del último informe del Instituto de Salud Carlos III, desconoce el ámbito de exposición del 40% de los diagnósticos, por lo que es muy difícil precisar qué lugares son menos proclives al contagio. “No se puede afirmar que no se estén produciendo infecciones en determinados ámbitos en los que suele ser complicado identificar la fuente de infección”. Además, un estudio de la revista Nature apunta a los restaurantes, gimnasios y cafés como lugares proclives al supercontagio.
Con todo, y a pesar de que los hosteleros se han movilizado y han hecho más ruido que el resto de sectores (y en los últimos días, también propietarios de centros deportivos), las últimas cifras del Instituto Canario de Estadística (ISTAC) sitúan a las actividades de creación, artísticas y espectáculos como la rama de trabajo más afectada por la crisis en Canarias. Según los datos, la pérdida de empleo se sitúa en un 25,9%, algo mayor que las actividades de agencias de viajes, operadores turísticos y servicios de reservas (24,9%), y muy por encima de los servicios de comida y bebidas (17,4%). La cultura, en líneas generales, se ha resentido. Y eso que las heridas de la anterior crisis, recuerda Leonardo Reyes, presidente de la Unión de Actores y Actrices de Canarias (UAC), aún se hallaban presentes antes del estallido de la epidemia.
“La situación es difícil de explicar por la realidad de la que veníamos. Con la crisis de 2007 el sector cultural se vio abandonado. Gran parte de todos los presupuestos de cultura se destinaron a otras cosas”, explica Reyes. En la misma línea coincide Ariel Brito Jiménez, presidente de la Asociación de Bibliotecarios y Documentalistas de Canarias, quien cree que “la cultura siempre sufre recortes” y teme que eso ocurra en unos años. “Es cierto que las instituciones han hecho un importante esfuerzo presupuestario. Pero luego vendrán los problemas. Y esto tiene toda la pinta que será peor que en 2008”.
Reyes sostiene que por parte de las asociaciones culturales no ha habido menos ruido, sino diálogo. El presidente de la UAC hace hincapié en las buenas relaciones con el Gobierno de Canarias, pero puntualiza que sí han presionado cuando lo han sentido. En el Archipiélago se organizó una mesa sectorial entre diversos grupos (actores y actrices, profesionales técnicos del espectáculo, bailarines, etc.) para “frenar la idea” de que este año la cultura sufra los tijeretazos de los recortes. Así, dice Reyes, muchos ayuntamientos se han comprometido a mantener los presupuestos. “También elaboramos un documento para acordar la cultura como bien de primera necesidad. ¿Por qué ha funcionado la mesa ahora y no antes? Las asociaciones tenemos más músculo. Estamos más fortalecidas”.
Cuando han tenido que salir a la calle, los trabajadores de la cultura se han organizado alrededor de la plataforma Alerta Roja, que reúne a un largo número de asociaciones y empresas del espectáculo. “Tal y como se está viendo, ante la falta de reconocimiento de una vulnerabilidad clara y de ayudas concretas por parte del Gobierno, es vital dar visibilidad a la preocupante situación que vive el sector del espectáculo y los eventos”, detalla la organización en su página de web. El movimiento calcula que de las más de 700.000 personas que se dedican a la cultura en España, solo el 12% está trabajando.
“Aquí hay un mal que es común para todos”, recalca Reyes. “Lo que pasa es que la gente de la hostelería ha tenido la posibilidad de seguir trabajando. La cultura, por otra parte, tiene otras características. No puedes meter a 300 personas en una sala. Todos están intentando sacar las cosas para adelante. No hay que poner el grito en el cielo, sino ser serios y superar el temporal”.
Katja Pereira es artesana. Cuenta que ya vivir de su oficio era complicado, pero que la pandemia ha terminado por matar al sector. Vive en La Palma, donde explica que trabajan unos 800 artesanos, y asegura que llega a fin de mes gracias a la renta de su madre. “La crisis nos ha cerrado todas las vías para comercializar nuestros productos de forma presencial. Las ferias, los eventos. No nos han dado ningún camino, ninguna alternativa. Nos hemos sentido desprotegidos”.
Una de las celebraciones que suele aprovechar Pereira para vender sus productos es el WOMAD. Este año, tanto la organización como el Ministerio de Cultura trabajaron para ofrecer el festival de la forma más segura posible, con una zona libre de COVID y varios escenarios burbuja. Pero la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias echó para atrás el evento. Y sí autorizó, un par de días después, la jornada del Rally Islas Canarias, alegando que “son eventos totalmente diferentes”.
“Trabajamos muy duro, pero la venta mensual de un artesano es menor que la Prestación Canaria de Inserción (PCI). El artesano vive de 200 o 300 euros al mes. Estamos muy marginados. Con esto se va a extinguir el sector”, remacha Pereira, que añade dos problemas más al negocio. “Hay colegas que piden los productos por Internet y luego los venden como si fueran propios. Pero ellos no están elaborando sus productos. Eso está machacando al sector. Tampoco tenemos un sindicato. Somos lobos solitarios”.
Brito, por su parte, ha querido resaltar la importancia de las bibliotecas y su valor en los municipios de Canarias. “Somos una infraestructura cultural y un grupo que no suele estar en los medios, pero hacemos una función social de primer orden. Siempre digo que nos falta un poco de marketing”. Pocas horas antes de escribir este artículo, la empresa Cine Yelmo ha comunicado el cierre temporal de su actividad en Tenerife por “circunstancias excepcionales y por causas de fuerza mayor (…) el incremento de restricciones, toques de queda impuestos y la retirada de películas previstas para las próximas semanas complican la operación de los cines”.
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