Las residencias de mayores son una de las zonas cero de la pandemia de coronavirus. El panorama es alarmante. No pasa un día sin que se dé conocimiento de un nuevo caso en centros públicos y privados, lo cual es dramático y pone el foco sobre la situación del sistema de dependencia español y canario. Uno más al que habrá que atender en el momento del balance. Tras la salud pública, y en el mismo nivel de prioridad, estará la protección de la población mayor ante posibles brotes infecciosos, porque es esta franja de población la más vulnerable ante los virus asociados con la gripe. Por el momento, las carencias materiales y de personal no ayudan en la batalla emprendida para contener el Covid-19, el virus va por delante de las respuestas y lo estamos comprobando con dolor, en particular en la isla de Tenerife, donde se han realizado grandes esfuerzos en la última década para mejorar la tasa de cobertura de la población más envejecida. Un esfuerzo insuficiente, eso era sabido, pero también incompleto en la respuesta a eventos de especial dureza. Dicho esto, cuánto acierto al prohibir las visitas a los centros de mayores en la primera hora de la epidemia. ¿Cuántas vidas hemos salvado gracias a ello?
Pero con las residencias de mayores estamos como con la obtención de material de protección: llegamos tarde y en algunos aspectos llevamos mal. Hemos conocido, sobre todo en la Comunidad de Madrid -ahora es Cataluña la que emite señales alarmantes en ese sentido-, noticias dramáticas, con el añadido de que también a eso nos hemos acostumbrado, porque la mente humana está formateada para asumir como normal lo que hace unos días parecía insólito. Por ejemplo, ayer conocimos algunos datos esperanzadores sobre la evolución de la epidemia en Canarias, porque el incremento de casos positivos muestra signos de ralentización, apuntando al aplanamiento de la curva de contagio. La muerte de 15 personas en un solo día no mereció, sin embargo, particular atención, cuando se trata de una cifra dramática, que sitúa al Covid-19 como la primera causa de muerte en estos momentos, por supuesto en España y también en Canarias. Para evitar un reguero de decesos entre ancianos alojados en nuestras residencias habrá que actuar de modo muy intenso en las próximas horas. El frente más complejo está en las UCI, eso por supuesto, y el confinamiento actual obedece a la necesidad de preservar nuestro sistema sanitario en estos días cruciales. Pero no menos importante es actuar con todos los medios a nuestro alcance en Tegueste, en Fasnia, en el Hogar Santa Rita, un centro con un solo caso positivo detectado, pero con 600 internos y varios centenares de trabajadores, o sea, un escenario inquietante.