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SANIDAD
Pacientes amontonados en pasillos y largas esperas: el colapso “de todos los días” en las urgencias de Canarias

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Las imágenes que ilustran esta información fueron grabadas esta semana en las urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC), el de referencia para la ciudadanía del norte de Tenerife. Decenas de pacientes permanecen acostados en camillas enfiladas a ambos lados de los pasillos, pegadas las unas a las otras, debido a la saturación de un servicio que no puede asumir en sus boxes y zonas específicas la demanda asistencial. Los profesionales explican que no se trata de un episodio excepcional provocado por el habitual incremento de afecciones respiratorias en esta época del año, sino que se ha convertido en rutina. 

“Todos los días nos encontramos con pasillos llenos de pacientes, con los sillones llenos. Todos los días hay ambulancias que tienen que esperar varias horas para que los pacientes que traen puedan ser atendidos. Ha habido días en que hasta cinco o seis ambulancias se han tenido que quedar en espera y hay problemas para derivar a los pacientes una vez se les da el alta en urgencias”, resume Alejandro Gordillo, delegado del sindicato de Enfermería Satse en el hospital.

La organización sindical describe el colapso con la fotografía de este martes. Más de 60 pacientes aguardaban en las urgencias del HUC a que se liberara una cama en las plantas de hospitalización para quedar ingresados; en torno a 20 esperaban a ser derivados a centros concertados, y más de 10, a residencias sociosanitarias. “Se quedaron sin monitores, sin camas y sin camillas en el servicio”, afirma el enfermero, que añade que los pacientes deben esperar de media “entre cuatro y cinco horas” para ser vistos por el médico y que ha habido casos en los que esta demora se prolonga “hasta 12 y 14 horas”.

“El personal de enfermería es el primero que los valora, que habla con ellos, les toma la tensión y los vuelve a evaluar hasta que el médico puede observarlos, pero cuando ya va por quinta vez, el paciente se enfada porque ningún médico ha podido verle, porque le duele, porque se encuentra mal... Y eso lleva a situaciones bastantes desagradables”, sostiene Gordillo.

Esas imágenes del HUC no difieren de las que se pueden ver estos días en los otros grandes hospitales públicos de las Islas. Las noticias sobre la saturación en el Insular de Gran Canaria han sido una constante desde hace años y han llevado al personal a manifestarse en multitud de ocasiones para reclamar soluciones que garanticen un trato digno a las personas que acuden a las urgencias. El lunes, el servicio amaneció con más de 100 pacientes pendientes de ingreso en planta. Según cuentan los trabajadores, las camillas llegaban a los servicios colindantes, como el de Rayos. También hubo que utilizar la sala de espera que está junto a la entrada a urgencias.

Eric Álvarez, presidente del Sindicato de Médicos de la provincia de Las Palmas, dice que la imagen de los pacientes amontonados en los pasillos se ha convertido en “rutina”. En estas camillas, precisa, no se suele ubicar a los enfermos de alto requerimiento asistencial, ya que no disponen de tomas de oxígeno y la visibilidad para los profesionales “no es la mejor”.

Según relata Álvarez, unas siete ambulancias de soporte vital básico del Servicio de Urgencias Canario (SUC) se quedaron inmovilizadas el lunes a la entrada del recinto hospitalario durante “dos o tres horas”, incluso cuatro alguna de ellas, “porque los pacientes estaban ocupando las camillas de las propias ambulancias” y, por tanto, dejaban inoperativos estos vehículos para poder cubrir los servicios requeridos por el 1-1-2. “Ya es la segunda vez que ocurre y da la impresión de que va a ir a más y se va a convertir en algo cotidiano si no se toman medidas”, advierte.

“Las urgencias del Hospital Insular siempre están en el límite y cuando estás permanentemente en el filo de la navaja y ocurre un acontecimiento como el de este lunes, el servicio se rompe, de desequilibra y se desborda”, sostiene Juan Trenzado, delegado de Satse en este complejo. Para el enfermero, se trata de una “falta absoluta de planificación”. “Era previsible. Todo el mundo sabe que en esta época va a haber esos picos asistenciales y huelga decir que la Covid continúa entre nosotros, con ese plus de imprevisibilidad que tiene esa enfermedad. Se genera la tormenta perfecta y situaciones que dañan la dignidad de los pacientes. Esa imagen de los pacientes en las camillas apiñados en los pasillos es una imagen insoportable”, señala.

Los profesionales del Insular llevan avisando desde hace años. “La situación es insostenible. Es evidente que se ha quedado obsoleto por una falta de espacio que por momentos es desesperante y por la falta de dotación de personal”, precisa Trenzado, que califica de “muy dura e intensa” la presión que soporta el personal. Le resulta “doloroso” ver situaciones como la que presenció esta semana, con enfermeros teniendo que colocarse “de lado entre dos filas de camillas” para hacer algo tan habitual como tomar la presión arterial o ingeniándoselas para tratar de higienizar a los pacientes en las camillas. “Se necesita un cambio estructural, más personal y repensar la secuencia de ingresos, altas y derivación a centros sociosanitarios. Hay que agilizar las altas, hay pacientes sociales que se enquistan en urgencias. Se debe dar una solución lo antes posible”.

La solución prometida para el Hospital Insular, la construcción de un nuevo edificio en la parcela que antes ocupaba el Colegio Universitario de Las Palmas (CULP), cedido por el Cabildo de Gran Canaria, “se está eternizando entre permisos y vericuetos administrativos y burocráticos”. “Si seguimos en estos plazos, probablemente cuando se haga la obra del CULP ya estará obsoleto porque habrá aumentado la presión asistencial, las demandas poblacionales... En Sanidad no podemos movernos con estos tiempos, las obras urgen”, señala Trenzado. 

Derivaciones al Negrín

Debido a la sobrecarga de este lunes, la gerencia del Insular decidió activar los planes de contingencia, con medidas como la derivación de pacientes hacia el otro hospital de referencia de Gran Canaria, el Doctor Negrín. Sin embargo, la demanda asistencial en ambos “era muy similar”, apunta Eric Álvarez. “La única diferencia es que el servicio en el Negrín es más amplio y la distribución es diferente y permite un poco más de acomodo sobre la irregularidad de que ya no son los boxes y áreas específicas de urgencias, sino pasillos”. El complejo de referencia para el norte de la isla ya anticipó en octubre los colapsos de invierno, con una media superior a los 300 pacientes por día durante dos semanas, lo que suponía unos 50 más que la habitual en este centro.

El presidente del Sindicato de Médicos de Las Palmas alude también a la falta de personal. “Los médicos de urgencias ya están sobrecargados en verano, cuando la demanda es más baja. Si en invierno no se ponen refuerzos, si no se incrementa la plantilla, quienes tienen que asumir esos incrementos de presión asistencial son los mismos”, resume Álvarez, que la próxima semana se reunirá con el nuevo gerente del Hospital Insular de Gran Canaria para plantearle una serie de propuestas para tratar de encontrar una solución que de verdad “sea práctica”.  

Un efecto “embudo”

El representante del HUC habla de un “efecto embudo” en las urgencias de los hospitales canarios. “Siguen entrando pacientes, pero la salida cada vez es menor”. Con el envejecimiento de la población, ingresan personas de edad más avanzada, pluripatológicos, con una estancia media de hospitalización más larga. Además, sigue sin solventarse la situación de los pacientes sociales, que permanecen en camas de observación durante meses e incluso años tras recibir el alta médica debido a que sus familias no pueden hacerse cargo de ellos o a que no disponen de plaza en centros sociosanitarios para recibir la asistencia que precisan. Esas camas hospitalarias quedan bloqueadas y dificultan el drenaje de pacientes desde los servicios de urgencias, que “se colapsan en el día a día sin que haya picos de presión asistencial”, subraya. Gordillo explica que, más allá de la creación de plazas de observación en zonas anexas, las urgencias del HUC no han modificado su infraestructura en diez años pese a ese aumento de la demanda asistencial.     

Los sanitarios inciden, no obstante, en que el problema es multifactorial, en que no hay una única causa para explicar la saturación en las urgencias hospitalarias. Y apuntan, entre otros, a carencias “de base”. “Todo empieza con el colapso de la atención primaria. Si tienes un cuadro respiratorio leve, pides hora para tu médico de familia y te lo dan para dentro de once o doce días, es lógico que termines en las urgencias extrahospitalarias o en las hospitalarias”, explica el presidente del Sindicato de Médicos. “Si los centros de salud están infradotados y no se puede hacer a los pacientes una buena evaluación, porque no hay servicios de laboratorios o no hay servicios de rayos, tienen que ser derivados a los hospitales”, lamenta el representante de Satse.

Redundando en esta idea, Álvarez defiende que la atención primaria puede contribuir a descongestionar las urgencias hospitalarias, pero no está dando una respuesta adecuada “porque no tiene capacidad de hacerlo” y que, por ello, muchos pacientes crónicos terminan “agudizándose”. El Sindicato de Médicos de Las Palmas también ha presentado una batería de “medidas urgentes e inaplazables” al Servicio Canario de Salud (SCS) para tratar de solucionar esos problemas. Entre ellas, las de limitar las agendas de los médicos de familia (a un máximo de 30 pacientes por jornada) y pediatras (a 25), instaurar la figura del “médico de incidencias” o adaptar la plantilla orgánica de los centros de salud a las necesidades reales de cada zona básica de salud.

Denuncia en La Candelaria

La Defensora del Paciente remitió la pasada semana a la Fiscalía un escrito en el que solicitaba que se iniciara una investigación de oficio sobre la asistencia en las urgencias de otro de los grandes hospitales de referencia de las Islas, el de La Candelaria, en Tenerife. Lo hizo a raíz de la denuncia realizada por la familia de una paciente que ingresó hace dos semanas en el servicio con una infección de orina. Según su relato, después de que se le detectara una bacteria por contagio hospitalario y ante la ausencia de cama a la que ser derivada, la mantuvieron en urgencias en una sala “con ocho personas más” y con el único aislamiento “de una cortina”. También contaba en ese escrito que no le permitieron ir al baño porque “no había tiempo” de limpiarlo y desinfectarlo tras cada uso y que, por ello, debía orinar en “una botella sin tapa”.  

El mensaje de la Defensora del Paciente censuraba el trato dispensado a la paciente en las urgencias por la falta de medios. “Ni intimidad, ni asepsia, ni respeto”, lamentaba. El pasado mes de noviembre, el personal de Enfermería de urgencias de La Candelaria hacía pública una carta de disculpa a los pacientes por no poder brindarles “una atención sanitaria segura, digna y de calidad”.

 

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