El aeropuerto de Gran Canaria ha comenzado a realizar control térmico de todos los pasajeros de vuelos nacionales que aterrizan en la isla y, según el protocolo de contención del coronavirus COVID-19, aquel supere los 37,6 grados de temperatura pasará a aislamiento. Los dispositivos inalámbricos miden la temperatura corporal sin contacto a través de un láser y se ha realizado en los vuelos que han aterrizado en la isla desde la mañana del jueves, con una media de cuatro al día, según ha informado la Cruz Roja. Hasta el momento, ningún pasajero ha dado positivo en fiebre ni ha presentado síntomas.
En la tarde de este viernes ha aterrizado en Gran Canaria un avión procedente de Madrid y 37 pasajeros a bordo, que también han pasado por el control térmico a su llegada. Como ha expresado el técnico de Emergencias de la Cruz Roja, David del Moral, cuando desembarcan los pasajeros “en fila y uno a uno se les realiza el control térmico”, con tres técnicos sanitarios que toman la temperatura.
En el caso de que alguno de los viajeros superara la temperatura de 37,6 grados la Guardia Civil lo aislará en una habitación y se notificará a Urgencias para que acuda a buscarlo una ambulancia, siguiendo el protocolo de contención del COVID-19. Según ha indicado Del Moral, “los pasajeros lo entienden y no dan problemas”, ya que “son canarios que regresan a su residencia habitual y con buena disposición”, todos con consentimiento acreditado para viajar.
Los técnicos sanitarios realizan los controles con mascarilla, guantes y gafas protectorascon el propósito de evitar contagios a través de los lagrimales. El luchador canario Juan Espino Dieppa, ha sido uno de los pasajeros que ha aterrizado en Gran Canaria en el vuelo de Madrid, aunque inició su viaje desde Estados Unidos porque, como ha asegurado, “la situación se está poniendo complicada”.
Según ha afirmado, ha preferido regresar a la isla porque “en Canarias está más controlada la enfermedad”, mientras que en Estados Unidos la situación “estaba siendo muy delicada”. El deportista ha valorado este control “para evitar que entre más casos de virus en la isla”.
José Manuel Arisqueta ha sido otro de los pasajeros que ha pasado el control térmico del aeropuerto, donde ha aterrizado tras cinco vuelos y tres días de un viaje que inició en Uganda. Este residente canario viene “huyendo de África”, ya que en Uganda “la situación se está poniendo bastante mal” y, como asegura, “empieza a llegar la enfermedad”.
Se trata de un país que, a su juicio, “no tiene capacidad para contener el virus” y si entra “hará bastante daño en todos los sentidos” sanitarios y sociales. Además, ha añadido también que “se estaba complicando la entrada en España” con un cierre del espacio aéreo “inminente”, por lo que ha celebrado aterrizar en Gran Canaria “y poder estar con la familia”.
La pasajera Yolanda Conde, que ha sido trasladada con ayuda del personal de movilidad reducida del aeropuerto, ha llegado a la isla desde La Habana (Cuba), donde estaba visitando a sus padres, quienes “están enfermos”.
Conde es residente en Las Palmas de Gran Canaria ha podido viajar en la fecha prevista, en un vuelo en el que ha observado a los demás pasajeros “preocupados”.
Ella también se ha confesado preocupada por la enfermedad y por la posibilidad de “sufrir contratiempos en Madrid”, donde ha hecho escala su viaje. Las pruebas de control térmico “son necesarias”, ha asegurado.
El aeropuerto de Gran Canaria espera un vuelo más nacional desde Madrid a lo largo de la tarde y otro con salida de Barcelona esta noche. En el control de seguridad la Unidad Militar de Emergencia (UME) realiza desinfección de todos los elementos, bandejas, mesas y barandillas, y en el aeropuerto se encuentran desplegados agentes de la Guardia Civil y demás cuerpos de seguridad, que velan por el cumplimiento del protocolo establecido por Sanidad.