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La polémica sobre los deberes escolares vuelve por Navidad

Noviembre y diciembre han sido dos meses de enorme presencia de la Educación en los medios. Si en noviembre fue la polémica abierta sobre los deberes escolares, en diciembre llegó el informe PISA que siempre hace desplegar multitud de informaciones y opiniones. Mientras, el pacto educativo –con participación de las fuerzas políticas y las comunidades autónomas, pero también de profesionales de la educación, expertos y familias-, que debería ser uno de los grandes objetivos de esta legislatura sin mayorías, comienza a dar sus primeros y tímidos pasos. Ahora, en la proximidad del parón navideño, la CEAPA vuelve a la carga, solicitando unas vacaciones sin deberes.

La campaña desarrollada en noviembre por la Confederación Estatal de Asociaciones de Padres de Alumnos (CEAPA) bajo el lema En la Escuela falta una asignatura: mi Tiempo Libre, cuestionando el actual modelo de deberes escolares, ha tenido un importante impacto mediático. Tengo la impresión de que ha sido mucho mayor este, el debate y posicionamiento en los medios de comunicación, que el propio seguimiento por parte de las familias afectadas. Pero esta campaña ha tenido efectos positivos: abrir un tímido debate sobre qué y cómo se enseña; y otro negativo: el distanciamiento de organizaciones de AMPAs y colectivos docentes, que se han sentido cuestionados y ninguneados por la misma.

La realización de deberes genera polémica. Se cuestiona la cantidad de horas que los menores, incluso en Primaria, dedican a los mismos. La práctica colonización de los tiempos infantiles, ya saturados con el horario lectivo y las actividades extraescolares. Así como su carácter repetitivo y mecánico y que supongan una prolongación de tareas que deberían llevarse a cabo en el colegio.

Por otra parte, está el tema, no menos importante, de las desigualdades: familias con bajo nivel cultural o con padres que no manejan bien el español, difícilmente pueden ayudar a los chicos y chicas cuando les surgen dudas, situándolos en desventaja con el resto del aula.

La CEAPA habla de “éxito rotundo” de la campaña. Seguramente ha sido así en el plano mediático. El asunto ha sido tratado ampliamente por periódicos, radios y televisiones; y también ha tenido su reflejo en las redes sociales. Más complicado es estimar cuántas familias se han sumado al simbólico boicot a los deberes escolares los fines de semana del pasado mes de noviembre.

El presidente de CEAPA, José Luis Pazos, denuncia las agotadoras jornadas de los menores estudiantes. “Desde los centros educativos se ha ido invadiendo cada vez más el tiempo familiar hasta llegar a límites que no son aceptables: desde niños y niñas de Educación Infantil que salen con deberes para casa todos los días, hasta llegar a jornadas dedicadas a lo escolar que superan las 60 y 65 horas a la semana. Lo que no aceptamos los adultos, la sociedad se lo impone a los menores sin la menor reflexión sobre sus consecuencias”.

Y se queja de que, hasta la puesta en marcha de la campaña, han sido muchos los intentos del movimiento asociativo de padres y madres para que este asunto fuera abordado por los distintos sectores de la comunidad educativa. Aseguran que solo han recibido buenas palabras y que, aunque les daban la razón, la búsqueda de alternativas quedaba postergada sine die.

Ahora, en las proximidades del parón escolar de Navidad, la CEAPA ha solicitado que las vacaciones estén exentas de deberes, así como que no se comience el curso en enero con exámenes. Sus responsables han afirmado que “aunque haya quien intente negarlo, los padres y las madres tenemos la única autoridad que existe respecto de nuestro tiempo familiar, por tanto, si nuestras decisiones en ese terreno son desatendidas, somos nosotros los que vemos cómo se cuestiona nuestra autoridad”,

Profesorado

Es muy distinta la valoración del profesorado y de sus sindicatos. Fernando Pellícer, miembro del secretariado nacional del sindicato canario STEC-IC, asegura que han manifestado públicamente el rechazo “a la campaña de boicot a los deberes impulsada por la CEAPA. Consideramos que, siendo necesaria la apertura de un debate al respecto, la formulación de esta campaña cuestiona gratuitamente la profesionalidad del colectivo docente y alienta conflictos innecesarios en los centros educativos”.

En su opinión, el debate es necesario, “pero el mismo debe servir para enriquecer y mejorar la realidad educativa. No creemos que las formas ni las argumentaciones esgrimidas en esta campaña vayan a contribuir, ni mucho menos, al diálogo sosegado y productivo en el seno de las Comunidades Educativas”.

Desde esta central sindical se considera que de forma gratuita se cuestiona la labor docente y se hace recaer sobre los profesionales de la enseñanza los problemas y déficit del sistema educativo. Análisis, a su juicio incorrecto, que, además, no entra a valorar “otras muchas circunstancias de relevancia, como los constantes cambios legislativos, los inabarcables currículos, los recortes en materia de refuerzos educativos, la sobrecarga laboral y burocrática que sufre el profesorado, la falta de medios, las elevadas ratios o los incesantes recortes presupuestarios y de plantilla”.

La óptica de CEAPA es bien distinta, asegurando que desde diferentes movimientos de renovación pedagógica se trabaja en otra línea y que muchos centros han dejado de lado la realización de deberes. Señalan, incluso, que los sindicatos docentes han cambiado su actitud. “El cambio se ha producido incluso en algunos sindicatos que rechazaban iniciativas parlamentarias que pretenden racionalizar los deberes y que habían cuestionado y rechazado públicamente, para ahora reclamar que se llegue a un consenso que haga justos los deberes, reconociendo implícitamente que en este momento no lo son”.

Convivencia

Pellícer insiste en que este tipo de actuaciones unilaterales no favorecen a la convivencia escolar y apuesta por un debate amplio y sereno en el seno de las comunidades educativas, anunciando que el STEC ha abierto un foro para contribuir modestamente al mismo. “Animamos al debate saludable y abierto en el seno de cada Comunidad Educativa, desde el respeto a la labor del profesorado y desde una perspectiva de participación democrática de todos los sectores implicados en la tarea educativa”.

Por último, Pellícer señala que “si el objetivo último de la CEAPA era llamar la atención sobre la cuestión de los deberes escolares, pueden darse ampliamente por satisfechos”. Pero el STEC se mostró, desde mediados de noviembre, favorable a que la campaña fuera retirada, “y a reconducir por cauces más oportunos el debate”.

El psicólogo, educador y periodista Jaume Funes, autor del libro Hartos de los deberes de nuestros hijos, nos dice que el debate ha estado muy poco centrado. “Publiqué recientemente en el Diario de la Educación un texto ni deberes ni huelga por que desde mi punto de vista que hagan una huelga para cambiar la escuela que pone deberes, vale. Pero centrar solo en el tema de los deberes es olvidar muchas cosas: en primer lugar que los tiempos de la infancia son algo más que tiempos escolares, dejar de reconocer que cuando se aprende fuera también repercute en la escuela”.

El profesor Funes añade que él le dice a los padres y madres que reclaman tener el fin de semana libre para ir a los museos con sus hijos que eso está muy bien, “pero lo que deberían reclamar es que la visita al museo sirva el lunes cuando los chicos y chicas vuelvan a la escuela. Que, por ejemplo, el maestro les pregunte lo que han aprendido en la misma, etcétera.”

Una jornada sensata

En su opinión es “un enfoque desenfocado”. Y lo compara con el casi siempre agrio debate sobre la jornada escolar. ¿Por qué mezclamos los intereses laborales del profesorado, las necesidades horarias de los padres y madres que no saben donde dejar a los niños con regular una jornada educativa sensata para los niños y niñas? Hay que pensar primero en estos y luego ver cómo arreglamos las otras cosas“.

Jaume Funes concluye destacando una frase que incluyó en el referido artículo en el Diario de la Educación: “Hemos olvidado que ayuda más a aprender a leer y escribir un cuento con beso y abrazo que una hora de vieja o nueva caligrafía”.