“Los políticos hablan fatal, los curas de pena y los profesores deficientemente”

Macame Mesa

Las Palmas de Gran Canaria —

“Los políticos hablan fatal, los curas de pena – y soy católico – los profesores deficientemente […] todo el mundo habla en general muy mal, con lo cual la oratoria tiene muy escasa repercusión”. La voz de Ángel Lafuente retumba en uno de los pasillos de la sede institucional de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) unas horas antes de que comience el curso que imparte este lunes y el martes en el Paraninfo, titulado Del miedo escénico al placer de hablar en público.

Su amplio bagaje en el campo de la oratoria comenzó a gestarse tras 10 años de terror escénico, que fueron superados por años de enseñanza y experiencia frente a micrófonos de radio y televisión, donde fue presentador en TVE durante 35 años y director regional de Radiocadena Española en Canarias. Sin embargo, sentencia que “el ejercicio de la palabra no ayuda a superar el miedo, lo alivia”.

Aunque el aforo del curso que imparte Lafuente este lunes y el martes en el Paraninfo universitario de la capital grancanaria se completó hace una semana a través de la inscripción previa, la dirección señala que los interesados podrán acceder al recinto siempre que haya algún asiento libre.

El vicepresidente del Consejo Social de la ULPGC, Jesús León, señala la importancia de este tipo de cursos que aportan un valor transversal, como lo es la capacidad comunicativa de los alumnos, que cada vez solicitan más este tipo de conocimientos, cuyas carencias adolece cada día más la sociedad. “Hemos comprobado, a través de los estudios que hemos hecho, que es una demanda de los empresarios”, señala.

“En general, todo el mundo 'hablamos' muy mal”

Pese a que cada día los usuarios de diversas aplicaciones y redes sociales se comunican más a través de mensajes de texto, Lafuente considera que “como la palabra hablada, nada ni nadie”. “Tu estás en una playa nudista y no te has llevado nada y tienes contigo el prodigioso instrumento de la palabra hablada. Nunca nada ni nadie podrá sustituir a la palabra hablada, salvo que en algún momento determinado dominemos la telepatía”, apostilla.

Tema a parte es la carencia en la redacción que muestran algunos usuarios de redes sociales y aplicaciones muy usadas en España como el whatsapp. “Es cierto que se está diciendo que estos cacharritos están llevando a la gente a escribir y hablar peor, eso no es verdad”, afirma.

Pese al valor de la palabra, lamenta que “en general, todo el mundo 'hablamos' muy mal”. Algo de lo que no se salvan ni políticos, ni curas, ni profesores. Sobre los segundos, recuerda que “el otro día hablaba yo con un par de obispos y les decía: ustedes tienen todos los domingos más de ocho millones de personas que van a misa y escuchan el sermón del sacerdote, lo digo como católico inquieto, libre pensador”. Si en la puerta de la iglesia se pusiera alguien y preguntara qué ideas ha sacado cada uno del sermón – continuó – “la gente diría que no tiene ni idea”.

Lo mismo pasa, en su opinión, con los mítines políticos. Es decir, “que no sirven para nada, es tirar el dinero”. “A los mítines van los adictos”, señala. En materia de partidos, ironiza con “la cantidad de chorradas que dicen formadores que hay en los partidos políticos, tremendas”.

Esa falta de comunicación que debería basarse en “tres grandes amores”, como son el que se debe profesar uno mismo, el que debe de tener el ponente hacia el destinatario del mensaje y hacia el contenido del mismo puede ser, a su juicio, uno de los motivos por los que la sociedad no llega a identificarse con el político y se produce un desapego hacia los dirigentes. Especialmente el segundo apartado, porque se nota que “les importamos un cuerno”.

“Por eso yo normalmente en los cursos hablo muy bien de la política y los políticos y animo a jóvenes a hacer política. Hoy día todo el mundo y los jóvenes están ajenos a la política o no quieren saber nada. O hacemos política en democracia o viene el comandante y lo manda a parar”, sentenció.

Las aulas tampoco muestran mejores resultados, sostiene Lafuente, quien recuerda que algunos de los asistentes a sus cursos le han pedido que imparta sus conocimientos a los docentes.

El canario no supone una desventaja

El experto asegura que el dialecto canario no supone una desventaja a la hora de hablar ante un público peninsular y desarrolla su argumento desde el punto de vista que le ofrece haber vivido en las islas durante años. En su opinión, la forma de ser y el carácter amable de los canarios supone una gran cualidad, mientras que la desventaja radica en “la misma que tiene un andaluz, un extremeño o un madrileño: no vocalizáis, ni pronunciáis bien y habláis muy deprisa”.

Lafuente, que impartió clases en un instituto de Escaleritas, insiste en que “si hubiera algún inconveniente añadido en la manera de hablar de los canarios, yo lo diría”. En este punto, señala que es en el sonido donde reside la idea que llega al oyente, lo cual supone un grave problema a la hora de comunicar. El motivo, es que “ la finalidad al tomar la palabra no es hablar académicamente, ni bonito, es comunicar, que es bastante diferente”.

El Consejo Social de la ULPG lleva nueve años celebrando una liga de debate que cuenta con muy buenos resultados entre sus filas. Según cuenta León, los canarios son “bastante buenos” debatiendo. Al respecto, recuerda que recientemente el equipo regional llegó a semifinales de la competición estatal que se celebró en la Universidad Carlos III y recibió el premio al mejor orador.

La Universidad quiere dar un paso más en este ámbito y proyecta desarrollar a lo largo de todo el año formación que aborde las habilidades comunicativas de los estudiantes. Antes de que finalice el año, el Consejo Social prevé aprobar la constitución de la Sociedad de Debate, que establecerá un programa de actividades que ofrecerá cursos de oratoria.