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'Pre-parados', estudiantes contra los recortes

Son los estudiantes pre-parados. Llevan una semana encerrados en el campus de Humanidades de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria para tratar de tumbar la subida de tasas universitarias que plantea el Gobierno, de un 15% a un 25%, hasta 540 euros adicionales por matrícula. Un incremento que se enmarca dentro del recorte de 3.000 millones en educación y que supone, a juicio de los pre-parados, un atentado contra la educación pública.

Como está siendo habitual entre los nuevos movimientos sociales, una de sus bazas importantes está en internet y sus redes sociales. Tienen un blog con toda la información, pero también un canal en Twitter, donde suben comentarios y fotos, otro en Youtube con sus principales acciones de protesta y una página en Facebook, que la noche del domingo contaba con más de 400 seguidores.

Las formas recuerdan al movimiento de los indignados del 15-M: acampada en un espacio público y estructura asamblearia. “Estamos tomando lo que es nuestro”, dice Adolfo Ibáñez-Batista, de 29 años y estudiante de Historia. Este año ha pagado sobre 600 euros de matrícula, y no quiere que la cifra se multiplique el curso que viene. La razón del encierro, comenta, es sensibilizar a la sociedad. “Todos somos estudiantes pre-parados”, asegura en relación a todos los alumnos.

Las protestas por los recortes se han venido sucediendo en toda España, incluyendo la primera huelga general unitaria de la educación, el pasado 22 de mayo. Esa misma noche, este grupo de estudiantes de la ULPGC decide quedarse a dormir en la facultad, aunque venían organizándose desde la huelga general del 29 de marzo. Calculan que son alrededor de 50 estudiantes, que van rotando cada noche.

La facultad de Geografía e Historia, donde se encuentran, no solo no ha puesto inconveniente, sino que les facilita un aula para estudio y otra para descansar. Todos los días celebran una asamblea sobre las 10 de la mañana, y por la noche, antes de irse a los sacos de dormir, organizan la del día siguiente.

Fue en una de estas asambleas, hace semanas, donde nació el nombre de pre-parados. “Nada más terminar la carrera iremos al paro, tal como están las cosas”, explica Abraham Santana, estudiante de Historia de 22 años, que lleva encerrado desde el primer día. “El otro sentido del nombre es que somos la generación más preparada”.

Santana pagó este curso 580 euros de matrícula, que sacó en parte de trabajar poniendo molduras en una obra. Calcula que el próximo curso pagará sobre 1.000 euros. “Empezamos con la huelga general, y hemos seguido con caceroladas y lanzando propaganda por las facultades. Tenemos juegos, charlas... Hoy es un poco aburrido, pero vamos preparando las cosas para la asamblea de por la mañana”, comentaba el domingo.

Adrián González había seguido el movimiento estudiantil por la página de Facebook. Ahora es otro de los encerrados, tiene 21 años y estudia Derecho. Está becado, pero si la reforma sigue adelante, el curso que viene lo tendrá complicado para renovar la ayuda. “Debo aprobar el 90% de las asignaturas como mínimo para tener una beca. Lo veo bastante complicado, si este año apruebo el 70% me doy con un canto en los dientes”, comenta. “Da igual si tus padres están en paro, porque van a reducir mucho las becas”.

El primer objetivo del encierro para sus participantes es hacerse notar, decir 'aquí estamos', y consideran que lo están empezando a conseguir. “Y tocar las narices, ¿por qué no?”, se pregunta Adrián. “Si logramos que nos hagan caso, ya me quedaría sin palabras”.

Ninguna administración se ha interesado de momento por los pre-parados, y tampoco se plantean llevar sus reivindicaciones a la Delegación del Gobierno. Sí se han acercado en cambio miembros de colectivos sociales, a ofrecer agua y la posibilidad de celebrar charlas. Algunos profesores les llevan folios y rotuladores, y se han acercado también estudiantes de bachillerato y ciclos formativos de los centros educativos próximos.

En este momento la estrella está siendo el aula de estudio, en un momento en que los alumnos se juegan buena parte del curso con los exámenes. “Estoy todo el tiempo allí”, explica Adrián. “Cuesta un poco organizarte con las dos cosas, pero siempre viene bien descansar un poco del estudio. Y a las asambleas por supuesto que voy”.