Ratzinger demoró la expulsión de un sacerdote pederasta

Joseph Ratzinger demoró la expulsión del sacerdote estadounidense Stephen Kiesle, declarado culpable de un delito de pederastia, según se puede leer en una carta firmada por el futuro Papa en 1985 -cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe-, que han hecho publica este viernes los abogados de las víctimas de los abusos cometidos por este sacerdote.

En la carta, redactada en latín -y que obra en poder de la agencia Associated Press, que la ha traducido-, el entonces cardenal Joseph Ratzinger pidió al obispo de Oakland (California) más tiempo para considerar “el bien de la Iglesia” antes de tomar una decisión sobre la expulsión del sacerdote.

El documento forma parte de la correspondencia mantenida entre la diócesis de Oakland y el Vaticano sobre el caso Kiesle. La diócesis había recomendado la destitución del cura acusado de abusos sexuales en 1981, el año en el que Ratzinger fue nombrado jefe del organismo de la Iglesia al que compete la disciplina de los religiosos.

Ratzinger escribe en esta misiva que, a pesar de la importancia de las argumentaciones en favor de la destitución de Kiesle, le preocupaba “el perjuicio que puede causar en la comunidad de los fieles de Cristo, sobre todo considerando su joven edad”.

Sin comentarios

El reverendo Stephen Miller Kiesle tenía 38 años cuando fue sentenciado en 1978 a tres años de libertad condicional por abusos contra dos jóvenes. Cuando cumplió la condena pidió la destitución y entonces la diócesis remitió el caso a Roma.

El portavoz de la diócesis de Oakland, Michael Brown, rehusó comentar el contenido de la carta, pero señaló que demuestran que su diócesis “actuó correctamente en 1978, ya que (Kiesel) fue retirado del ejercicio del sacerdocio en 1987”.

Por otro lado, el ayudante del portavoz del Vaticano, Ciro Benedettini, dijo a Reuters que “el entonces cardenal Ratzinger no encubrió el caso, sino que quiso estudiarlo con detenimiento por el bien de todas las personas implicadas”.

El abogado de las víctimas, Jeff Anderson, considera que “lo que estos documentos demuestran irrefutablemente, es que el entonces cardenal Ratzinger, no solo demoró la expulsión de este sacerdote, sino que prefirió proteger la reputación de la Iglesia por encima del bienestar de los niños”. Asimismo, Anderson explicó que los documentos no salieron antes a la luz porque los abogados estaban concentrados en demandar a la diócesis, no al vaticano.

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