En la reforma del hotel Santa Catalina “han participado expertos en Patrimonio del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y se ha hecho un proyecto en el que se ha respetado al máximo” la obra del arquitecto Miguel Martín-Fernández de la Torre, ha afirmado el concejal de Turismo del Consistorio capitalino, Pedro Quevedo, quien responde de esta manera a las inquietudes expuestas por una asociación que ha criticado algunas de las obras que se están realizando desde mayo de 2018 porque, aseguran, van “contra el espíritu original” del emblemático edificio.
El presidente de la asociación de Amigos del Hotel de Santa Catalina, Manuel Ramos, aclara que no está en contra de la reforma, porque es “necesaria”, pero sí considera que debe ser “digna” y estar “bien hecha”, pues, a su juicio, “en determinadas cosas que se están haciendo en el hotel no se está llevando a la práctica lo que dice la norma”. El inmueble cuenta con una protección integral que lleva ligadas unas normas específicas de protección dentro del catálogo municipal.
En concreto, se refiere a una “caja” ubicada en el “ala norte” del hotel, colindante con el Real Club de Tenis, de “tres metros” de altura que “tapa parte de esa estructura histórica de la fachada para verla desde fuera”. Ramos también ha destacado las obras que se han construido en la parte trasera del hotel. “Es una construcción enorme, asimétrica, que no se parece en nada a los arcos que usó Martín Fernández, que tapa parte de la fachada de poniente” que da al parque Doramas.“Es una obra faraónica”.
Y, en el propio edificio, el presidente de la asociación también critica la terraza cubierta. “Se ha alterado el esquema compositivo-arquitectónico de esa fachada principal, es una discordancia, porque las torres han quedado integradas en las obras de la terraza cubierta”, mientras que “antes estaban libres”.
“Las obras, aunque estén autorizadas, no siguen las normas específicas del edificio, que es histórico, de interés provincial. Es un patrimonio nuestro y hay que respetar ese conjunto y su entorno”, afirma Ramos.
Para Quevedo, “cuestionar el trabajo de un montón de gente preocupada por conservar el patrimonio empieza a no ser aceptable”. Sobre las obras en el exterior, el concejal explica que se deben diferenciar del edificio porque si se intentaran hacer imitando el estilo de Martín Fernández “sería una ofensa a ese arquitecto” y “eso es algo inaceptable”. “Las estructuras nuevas que se realizan en entornos de edificios protegidos son obras que se tienen que diferenciar de lo anterior”, expone.
Además, se trata de espacios que están “fuera del espacio protegido, por lo tanto, debe ser distinto”. En octubre de 2018 el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria aprobó en un pleno las normas especificas del hotel y lo dividió en tres zonas: una, que cuenta con “la máxima protección”, y que engloba la fachada del edificio hacia los jardines de Santa Catalina y la calle León y Castillo, así como los torreones, el mobiliario histórico o las obras pictóricas y escultóricas; otra que incluye la fachada que da hacia el parque Doramas, donde se “permite la actuación sobre las estructuras discordantes con la idea original del inmueble para recuperar la apertura”.
Y una tercera “sin relación con la obra” de Martín Fernández, que integra los espacios de la fachada norte y donde se ubican el spa, el aparcamiento y el salón Palmeras: “Estos espacios son susceptibles de mejora, así como la cubierta en la que se permite renovar su uso para actualizar la actividad hotelera”.
Quevedo reitera que las obras, que las lleva a cabo el Grupo Barceló (gestor del hotel desde noviembre de 2017 y ganador del concurso para llevar a cabo la reforma), “cuenta con el asesoramiento de arquitectos canarios con conocimiento contrastado y extenso del arquitecto Martín Fernández. El Grupo Barceló trabaja sobre un proyecto que fue aprobado por la Comisión de Patrimonio. Todo está autorizado y proyectado”.
La Asociación de Amigos del Hotel Santa Catalina
Quevedo ha criticado a la asociación por no crearse “hace 20 años”, cuando “el hotel se estaba viniendo abajo”, o cuando “sufría por la cubierta del casino” o tenía “la parte posterior llena de escombros”. Ramos replica que la asociación no alzó la voz antes porque “no existía” y todas esas actuaciones que se llevaron a cabo antes “fueron consentidas por al administración correspondiente”.
Ramos explica que la asociación se creó en abril de 2019, tiene su sede en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, en Vegueta, y cuenta con 30 socios, que son los que la financian. Entre ellos, forma parte de esa asociación Manuel Padrón, presidente del Grupo Juan Padrón (Jupama), del anterior concesionario del inmueble, donde se realizaron obras y añadidos que en las nuevas obras han sido removidos. El Grupo Juan Padrón se presentó al concuro para renovar su concesión pero quedó sexto de seis propuestas.
El presidente de la Asociación de Amigos del Hotel Santa Catalina ha escrito dos libros sobre el emblemático edificio: ‘Gran Hotel Santa Catalina 1889-1945. Un lugar de tres siglos’ y ‘Hotel Santa Catalina: la esencia 1890-2001’.
Los responsables del grupo Barceló, actual concesionario, han declinado participar en este reportaje por no estar interesado en alimentar la polémica.