Seis canarios acuden a la llamada de socorro de Gaza “para abrir una grieta en el bloqueo de Israel”

Seis activistas canarios acuden a la llamada de socorro de Gaza, conscientes de que si los líderes europeos no cumplen con sus obligaciones políticas, la sociedad civil organizada da el primer paso o los que hagan falta, concretamente a Rafah a donde están llamadas más de 2.500 personas de 54 países a una marcha para romper el bloqueo israelí sobre Gaza y exigir a los líderes del mundo que trabajen día y noche para detener la masacre de civiles.
Entre ellos se encuentran los activistas Antonio Agudo, Koldobi Velasco y Chus García, organizados desde los colectivos Canarias por Palestina y Alternativa Antimilitarista MOC, Acción Directa No Violenta.
Los activistas hablan de los días que vendrán en Rafah en el antiguo Cuasquías, reconvertido en esta ocasión en un espacio de diálogo urgente con la paz y de apoyo a estas personas que emprenden un viaje en el que lo más importante es el mensaje que portan. Un mensaje de ida y vuelta.
Y hablan justo cuando la nieta de Antonio Agudo se despide de su abuelo. Se llama Tindaya, un nombre que evoca resistencia, y a él se le entristece la mirada cuando piensa -quien se lo iba a decir tras tantos años de lucha-, que su nieta de dos años sería contemporánea a un genocido.
Ese es un motivo poderoso para marchar en Rafah, pero hay muchos otros. Koldobi Velasco, trabajadora social y activista de Alternativa Antimilitarista MOC, explica las motivaciones más profundas tras esta decisión. “Tomamos la decisión colectiva porque es apoyar una decisión que toman primero organizaciones de Palestina que hacen un llamado a una conjunción de tres acciones internacionales: una, la de la flotilla de La Libertad; otra, la de los pueblos árabes de la marcha Túnez, y la otra, que es esta marcha también internacional del resto de los distintos territorios del mundo, cuenta Velasco.
“Desde ese llamado, como propuesta no violenta, pacífica, lo que se intenta es hacer un desbloqueo donde la gente no se quede mirando el dedo que señala, sino realmente lo que se señala, que es esa injusticia, esa brutalidad, ese genocidio que se está desarrollando en Gaza y en el resto de Palestina, donde están utilizando ese instrumento de tortura y de asesinato que es el hambre, no permitiendo que pueda entrar la ayuda justa que tendría que entrar, sino por una vía muy escasa y muy manipulada por parte del gobierno sionista de Israel y de Estados Unidos. Recogemos esa llamada y contribuimos con nuestro cuerpo a hacer visible esa realidad y a denunciar la situación para realmente abrir una grieta en la frontera y exigir que todos los ojos presionen internacionalmente al gobierno de Israel y al resto de los gobiernos del mundo para que entre la ayuda acabe la ocupación y el fin del genocidio”.
Antonio Agudo es, por una parte, pesimista con las expectativas, pero optimista con lo que podría lograr esta y todas las luchas colectivas. “Deseo que cuando vayamos se logre que los camiones con la comida entren y que el gobierno israelí pare el genocidio, que no siga asesinando impunemente a gente indefensa como está haciendo, porque esto no es una guerra, es un genocidio planificado”, expresa de manera contundente. Agudo cree -y lo dice convencido- que si todo el mundo apoya esta marcha “podemos lograr que los gobiernos adopten medidas efectivas, no declaraciones, sino medidas que obliguen a cambiar el rumbo al gobierno israelí”.
Chus Rodríguez, la más joven de este equipo de paz, habla poco, pero sus palabras son como dardos que van justo donde ella las dirige. Considera que ya acabó el tiempo de guardar silencio o mirar para otro lado, ya que considera que, por omisión, eso es tomar parte en el asunto. “Entonces, aunque nosotras vayamos como una parte más de la gente que vamos a estar allí poniendo el cuerpo, es importante que todo esto se realice y todas pongamos la cabeza. Estar allí y tomar acción”.
“Y que a veces”, interviene Velasco, “una manera para despertar de este mal sueño es juntarte, organizarte, encontrarnos con las otras personas, con todos los pueblos, con los distintos territorios y buscar esa humanidad, volver a rescatar la humanidad que tanto vamos perdiendo capa a capa con esta situación de violencia tan grande. Es un granito de arena, pero la idea siempre es que ese grano de arena esté en el ojo de Goliat y que sea un ojo, o sea, un granito estratégico que moleste, perturbe, que no deje igual a nadie, sino que nos conmueva y que nos mueva, que nos haga rescatar la decencia”, sostiene.
Agudo la mira y asiente, para añadir que el otro día volvió a leer sobre la lucha de Rosa Parks oponiéndose con su cuerpo a la segregación en las guaguas de Montgomery, a lo que Velasco añadió que “Rosa Parks pudo hacerlo gracias a tener una organización colectiva detrás que la sostenía”, aunque la activista estadounidense se convirtiera en imagen y símbolo eterno de la acción directa.
Desde la redacción de este periódico preguntamos a los activistas si sienten miedo personal, habida cuenta de la cantidad de mensajes de cariño que están recibiendo estos días. La respuesta de Velasco es contundente: “Yo tengo un montón de confianza en cuando organizamos las cosas colectivamente de una manera no violenta, como estrategias sociopolíticas, que cuida la vida y la pone en el centro y que, como dice una feminista antimilitarista, es un brazo para abrazar y otro para empujar. Yo por lo menos no tengo más miedo, sino que me siento muy privilegiada de tener muchas condiciones que me hacen tener antídotos ante el miedo”, asevera.
Les parece muy importante no poner el foco en las personas que van desde Occidente, sino en el mensaje, en lo que están señalando. Sabedoras de que son mediadoras entre un genocidio, una sociedad y que portan entre ambos un mensaje.
Una última pregunta cae con la noche en el patio del Cuasquías, es tímida, pero compartida por más gente a la que cada día se le hace más difícil compatibilizar el genocidio con la vida. La de si saben en Gaza que en Occidente se piensa en ellos, la de si saben en Gaza que hay gente que piensa que no deben morir asesinados. “Lo saben”, responde Velasco. “Y son las que van a ir también orientando cuáles son las propuestas de lo que es importante que hagamos porque a nosotras lo que más nos toca es señalar a nuestros gobiernos en su colaboración y su complicidad, pero también al resto de la población fuera de los estados”.
1