Quien se haya paseado por la planta baja del Centro Comercial Las Arenas durante el mes de agosto en Las Palmas de Gran Canaria, seguramente se cruzó con la exposición de animales salvajes Expoanimalia, que se celebra cada verano. Desde su inauguración el día 1 hasta su clausura el 30 del mismo mes fueron miles de personas las que acercaron hasta las jaulas y vitrinas para satisfacer su curiosidad. La exposición, que era gratuita, mostraba animales tales como emús, pitones tigre, suricatos, ratas egipcias, canguros y águilas, entre otros.
Grupos de jóvenes, padres con sus hijos y transeúntes que se detenían un momento entre compra y compra, constituían los principales espectadores. Y observando a toda esta gente que se arremolinaba en torno a las jaulas, se encontraba el vigilante. Yendo siempre de un lado para otro de la exposición, su principal misión consistía en evitar que nadie tocase las jaulas o hiciese fotografías con flash. Sin embargo, no podía estar en todos lados a la vez, y a quién más, quién menos, se le escapa alguna foto con flash, o algún niño embargado por la emoción golpeaba el cristal para llamar la atención del animal. Una año más, la iniciativa del Centro Comercial parecía haber tenido éxito.
Desde la inauguración, sin embargo, no todas las personas han disfrutado de este evento, e incluso han manifestado su malestar, especialmente a través de redes sociales, por el hecho de mostrar animales salvajes en unas condiciones que no consideraban adecuadas. Las principales críticas vertidas en el perfil del Centro Comercial en Facebook fueron dirigidas contra el hecho de exponer al público animales salvajes, que no están acostumbrados al contacto con humanos. Otros, por su parte, manifestaban que las jaulas les parecían excesivamente pequeñas o que el ambiente -una zona cerrada con un gran volumen de ruido a su alrededor- no era el más propicio para este tipo de actos.
Desde Ben Magec-Ecologistas en Acción se oponen a este tipo de eventos. Luis Sánchez, miembro de esta ONG, opina que se trata de un caso claro de maltrato animal. “La situación en la que viven es pésima, en condiciones de ruido y de luz que les provocan estrés. Si a eso se le añade que se encuentran en cabinas que no se corresponden con su hábitat natural, la situación de maltrato es obvia”. Por otra parte, para quienes ven en este tipo de muestras algún tipo de finalidad educativa, Luís Sánchez es claro: “Más que educar, maleduca, porque nos enseña que los animales salvajes han de estar en jaulas. Por mucho que pueda divertirnos, pensar lo contrario es tener una postura antropocéntrica de la naturaleza”.
Desde el Centro Comercial, argumentan que los animales se encontraban en perfecto estado de salud y que estuvieron atendidos por sus cuidadores en todo momento. Aseguran que cumplen la normativa y que cuentan con el permiso pertinente. El tamaño de las jaulas y el hábitat que las componía era el adecuado para cada tipo de animal, explican.
Las opiniones a pie de exposición eran muy variadas. Similar a la postura del centro es la de Alberto Salvador, de 37 años, quien como muchos otros se topó con la muestra mientras daba una vuelta con su familia. “Si están aquí es con las medidas necesarias, por eso lo veo con tranquilidad”, decía. Frente a la jaula de los suricatos, manifiesta que la exposición le parece una buena idea al no ser algo que se vea todos los días. De la misma opinión es otro visitante de 57 años. “La idea me parece buena, porque si no, este tipo de cosas en Teror, de donde soy, no se pueden ver. Ahora bien, no sé si el sitio es el más adecuado”.
A otros como Alejandro, de 45 años, el tamaño de algunas jaulas le parecía excesivamente pequeño. “La de los suricatos está bien, pero la de las tortugas es muy pequeña. Son muchas y apenas tienen espacio para respirar”, opina. De la misma opinión eran David Concepción y Laura Arencibia, ambos de 30 años. A estos jóvenes las cabinas les parecían muy pequeñas. “Treinta días de exposición es demasiado tiempo. Si fuera uno o dos, podría pasar, ¿pero más? Yo creo que los animales se estresan”, dice David. “Para mí que ya están estresados. Incluso aunque sean animales en cautividad, necesitan hábitats más amplios. No me atrevería a recomendar la exposición a nadie”, sentencia Laura.
La Guardia Civil se ciñe “a la legalidad, no a la moralidad”
La posesión y muestra de animales salvajes es una práctica muy controlada por la Guardia Civil. El teniente Germán García, del Servicio para la Protección de la Naturaleza (Seprona) en la provincia de Las Palmas, lo aclara de la siguiente manera: “En el caso de que se produzcan exposiciones como la de Expoanimalia, o algún circo que incluya espectáculos con animales, nos centramos en si reúnen la documentación pertinente, y si las condiciones de los animales son las adecuadas”. A diferencia de las organizaciones ecologistas, que en muchos casos actúan como denunciantes de este tipo de prácticas, la función del Seprona no es impedirlas, sino regularlas. “Nosotros nos ceñimos a la legalidad, no a la moralidad”, puntualiza el teniente.
Uno de los principales referentes legales es la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), cuya finalidad es velar para que el comercio de la flora y la fauna silvestres no suponga una amenaza para su supervivencia. La posesión de animales salvajes sin la documentación requerida por el CITES es base para la incautación de animales, y la denuncia pertinente al individuo que los posee.
Pero, ¿cómo llegan a las Islas este tipo de animales? Cuando se produce un contrabando ilegal de especies -no es el caso de Expoanimalia- usualmente ocurre por correo postal o a través de los puertos. De hecho, la detección por este último medio es la más difícil. “Correos tiene prohibido este tipo de envíos, y si tienen la sospecha de estar tramitando uno, nos lo comunican. Por barco es mucho más difícil de detectar. Nuestras inspecciones, aleatorias o de las que tenemos sospechas, llegarán aproximadamente al 2% del tráfico total de contenedores. Si hacemos más el puerto se para”, comenta el portavoz del Seprona.
Culebras, leones marinos y abejas
Este pequeño margen de intervención posibilita la entrada ilegal de animales que, sin un control, pueden suponer un peligro para el ecosistema, como sucede con una hormiga invasora en El Hierro. En el caso de Gran Canaria, la amenaza procede de Lampropeltis getula californiae (serpiente rey de California). Desde su introducción a mediados de los años noventa del siglo pasado, esta especie de culebra (no venenosa) se ha reproducido a gran velocidad hasta el punto de poner en peligro la fauna autóctona, especialmente reptiles como el perenquén. Desde el 2008 han sido más de 700 los ejemplares capturados a través de una campaña promovida por la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias. Ahora, el programa europeo Life, que gestionará el Cabildo Insular de Gran Canaria por cuatro años, tratará de erradicarla definitivamente de la isla.
Un segundo caso ocurrió hace un mes. La Guardia Civil intervino un paquete postal desde Alemania con una especie de abeja que podía poner en peligro a la Abeja Negra de Canarias. El destinatario, un apicultor, las había comprado por internet. Las intervenciones del Instituto Armado no se ciñen sólo al grado de protección del animal, sino que también tienen en cuenta su peligrosidad y el riesgo que supone para el ecosistema en el que se introduce. En este caso se vieron obligados a intervenir por este último criterio.
Otra actuación de la Benémérita fue hace nueve meses en el sur de Gran Canaria, donde se descubrió a una persona que llevaba a cabo espectáculos ilegales con leones marinos. Su modus operandi consistía en contactar con turistas extranjeros y llevarlos a su finca particular, donde ofrecía el espectáculo con una piscina portátil.
A pesar de las situaciones descritas, el teniente García no ve una situación alarmante. “Sí es cierto que cada vez hay más animales exóticos entre nosotros y tenemos que ser responsables. Es muy fácil comprar o regalarle a alguien un animal de estas características, pero después tenemos que ser consecuentes”.