Ahora que el nuevo curso docente está a punto de comenzar, toca mirar un poco lo que ambas universidades canarias están realizando en pos de posicionar la Gastronomía en la cultura de los jóvenes que se quieran acercar a ella con un interés formativo más profundo.
Y, la verdad, es que nos encontramos con dos caras de la misma moneda, como suele rezar el refrán. Por un lado, la Universidad de La Laguna ha decidido poner toda la carne en el asador (nunca mejor dicho), y ha conformado el primer Diploma Universitario en Gastronomía y Alimentación que se ha creado en Canarias. Según reza en su apartado de información e inscripción dentro de la web de la propia universidad: “El Diploma Universitario en Gastronomía y Alimentación busca ofrecer una formación integral y global con los conocimientos necesarios para desenvolverse en cualquier actividad dentro del ámbito de la gastronomía. Las personas que estén actualmente trabajando en el sector pueden conseguir un reciclaje acorde a las necesidades del mercado laboral y un título universitario para impulsar su carrera. Las que no tengan empleo actualmente tendrán la posibilidad de obtener una experiencia práctica en empresas que, tras tu formación, pueden ofrecer continuidad laboral.” Al frente de esta diplomatura, un vasto y extenso claustro de profesores vinculados con el sector y de contrastada experiencia. Desde aquí, les deseo toda la suerte del mundo y les mando mi más efusivas felicitaciones por el proyecto, a la vez que agradecimiento, por no ver en la gastronomía “una foto”, sino un leit motiv muy importante a día de hoy.
La cruz, una vez más, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Esta casa presentó hace dos años ya, el Aula Cultural de Ciencia y Gastronomía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Qué lejos queda en el recuerdo aquella ostentosa y alegre presentación en ese Aula de Piedra de la entidad insular, donde más de un centenar de personas nos congratulábamos, de que por fin, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria pusiera sus primeras piedras en pos de ayudar e impulsar la gastronomía de la isla. Dos años después, de eso no queda absolutamente nada, el desierto más absoluto se ha adueñado del proyecto.
Yo formo parte de ese aula y he sido tremendamente crítico puertas adentro, como saben los que han aguantado hasta el día de hoy, porque me daba vergüenza ajena ver lo que se estaba haciendo. No voy a contar nada de lo que en algunas de esas reuniones se dijo, porque mi condición como miembro del aula no me lo permite, incluso para alguien que está en ese misma, como periodista gastronómico. Pero no puedo seguir perteneciendo a algo en lo que no creo, y aprovecho estas líneas, que sé y me consta leerán los miembros del aula, para presentar mi dimisión como miembro de la misma. Y lo hago con mucha tristeza, pero entendiendo que es lo mejor que puedo hacer ahora mismo por este aula, porque si quiero sumar en pos de que la misma crezca, debo “empujar e impulsarla” desde el exterior, para así poder contar con libertad todo lo que allí está sucediendo y no permitir que se siga por este, erróneo y vergonzante camino.
Permítame que me dirija a usted, Don Rafael Robaina, estimado rector de la Universidad LPGC; le invito a que de verdad apueste por este aula, tomando como ejemplo lo que la Universidad de la Laguna está llevando a cabo. Pero, ojo, si deciden que ese no es el camino, cojan el que consideren, pero háganlo con respeto, dedicación y medios, ya que la gastronomía y la cultura de esta isla no se merece el maltrato que una entidad con el prestigio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, está llevando a cabo con la misma.