Las urgencias del HUC, sumidas en un caos: “Hacemos malabares para encontrar sitios, parece un hospital de campaña”

“Sentimos que, en vez de trabajar en un servicio de urgencias de un hospital de tercer nivel (de referencia o altamente especializado), trabajamos en un hospital de campaña, teniendo que hacer malabares para tener un lugar donde sentar al paciente que llega o, en el mejor de los casos, tumbarlo mientras espera a ser atendido. Estamos agotados física y mentalmente”. Una enfermera escribe esta reflexión, una llamada de auxilio, nada más salir de su turno en las urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC), el de referencia para la población del norte de la isla de Tenerife. No importa el día porque la escena se repite a diario. Una normalidad “insoportable” para los profesionales de este servicio. “Necesitamos que alguien nos ayude”, implora. 

Los sindicatos ponen cifras al colapso. Los pacientes tienen que esperar hasta doce horas para poder ser valorados por los facultativos. Las ambulancias se quedan bloqueadas a las puertas del recinto porque en urgencias se han quedado sin camillas donde ubicar  a quienes llegan y necesitan las del transporte sanitario. De media hay tres o cuatro ambulancias aparcadas en la entrada, pero en ocasiones se han llegado a contabilizar hasta diez. Y pueden permanecer ahí inoperativas diez horas, hasta el punto de que ha habido cambios de turno que se han tenido que realizar en el propio hospital y no en la base de las empresas que prestan este servicio. Los pasillos, zonas de tránsito, son desde hace años áreas de trabajo donde se acumulan, a un lado y otro, camillas con pacientes.   

Desde la gerencia del hospital señalan que la media de pacientes atendidos en el servicio de urgencias es de 225, pero que en fechas recientes ha habido que asistir en algunas jornadas hasta a 260 “y, sobre todo, con requerimiento de ingreso hospitalario”. 

En las plantas de hospitalización permanecen ingresadas cerca de 150 personas que tienen el alta médica pero que no pueden salir porque sus familias no pueden hacerse cargo de ellas o porque no disponen de plaza en un centro sociosanitario que cubra sus necesidades. Con esas camas bloqueadas, la derivación de pacientes también se bloquea. Según explican los profesionales, esto hace que los pacientes deban quedarse cuatro o cinco días en urgencias, a la espera de que se libere una cama en planta. Algunos aguardan en camillas, pero otros lo hacen “en sillas duras de plástico”, afirman los trabajadores.    

La dirección del HUC apunta que, ante esta “mayor afluencia” de pacientes, se ha activado un plan de contingencia que se traduce en “un mayor número de profesionales, una mejora de los circuitos de alta y un incremento de camas en centros concertados”. 

Alejandro Gordillo, secretario del sindicato de enfermería Satse en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, explica que el colapso ha obligado a habilitar dos nuevos espacios a la atención o, al menos, a la ubicación de los pacientes que llegan a las urgencias del hospital.

Uno de ellos es la sala de espera para los familiares de personas ingresadas en las unidades de cuidados intensivos. “Ahí pueden ir seis pacientes. Es una zona que no tiene baño, que no es adecuada para preparar medicación, donde los pacientes no tienen ningún tipo de intimidad”. Ese espacio se suele reservar para personas que sufran patologías de bajo requerimiento. “Sin embargo, estamos en un servicio de urgencias y en cualquier momento un paciente se puede complicar. Dificulta mucho los cuidados que se quieren dar. Los profesionales queremos dar unos cuidados de máxima calidad y estamos en un hospital prácticamente de campaña, en las urgencias de un hospital de campaña, trabajando en condiciones nada adecuadas”, reitera. 

La segunda zona habilitada es la que estaba reservada a las observaciones de urgencias de psiquiatría. “Ahí se coloca a los pacientes que llegan en las ambulancias, para no saturar el pasillo de entrada, y no está supervisada por personal sanitario. Hay un celador, que hace un trabajo magnífico, pero que su trabajo no es cuidar ni vigilar ni tiene la pericia suficiente ni está entrenado para ello”, advierte el representante del sindicato Satse. 

La gerencia señala que se está trabajando en un “plan director” para “mejorar las instalaciones”. Además del mencionado área de urgencias psiquiátricas, alude a una serie de obras que comprenden “la entrada y salida del servicio, las salas de observación 3, 4 y 6 y un nuevo espacio en la zona donde actualmente se encuentra Hospitalización a domicilio”. También anuncia una reestructuración de algunos circuitos. 

El colapso se traslada a atención primaria

Patricia Hernández, delegada de Salud del Secretariado Nacional de Intersindical Canaria (IC), advierte de que el colapso en el HUC se traslada también a la atención primaria. En concreto, a los SNU (Servicio Normal de Urgencias). Los pacientes que tienen que ser derivados de estos centros al hospital por sus dolencias también tienen que soportar “horas de espera” debido al bloqueo de ambulancias en el HUC. Intersindical Canaria aludía recientemente al caso de una persona que tuvo que aguardar 28 horas en el centro de salud con una fractura de cadera. “Es un disparate. Si en el SNU de La Laguna se atiende en una noche a 150 pacientes y, de ellos, hay que derivar a tres al hospital porque lo necesitan, esos pacientes no pueden estar en unas instalaciones que no están preparadas. Estamos hablando de que te puedes jugar la vida”, incide Hernández. 

Según la portavoz de IC, en la saturación de las urgencias del HUC intervienen “múltiples factores”. “Es algo que venimos denunciando desde hace muchos años, pero que parece que ha pasado desapercibido para quienes gestionan el dinero público”. Hernández alude a un desajuste entre el número de camas del hospital y la población a atender, una cifra que no ha hecho más que incrementarse en los últimos años. A ello se le suma el bloqueo de camas ocupadas por pacientes con el alta médica que no tienen adónde ir, unas instalaciones “no acordes” a las necesidades asistenciales de la población del norte de Tenerife y un “déficit de recursos humanos y materiales”. 

Hernández cree que esa falta de profesionales se evidencia en su comparación con el otro hospital de referencia de norte, el de La Candelaria. “En el HUC hablamos de que se quedan dos médicos atendiendo a los nuevos pacientes, a los que van llegando, mientras que en La Candelaria tenemos el doble o el triple. Donde en un sitio hay tres celadores, en el otro hay 18. Hay (en el Hospital Universitario de Canarias) un déficit real de recursos y hay una forma de gestionar esos recursos que no es la más idónea”, afirma. 

Fuga de talento

“Los principales problemas de las urgencias en el HUC son una infraestructura obsoleta, que se quedó pequeña el día que se abrió, la falta de personal y también la falta de una evaluación de riesgos psicosociales actualizada”, explica Gordillo. El representante de Satse destaca que la última evaluación se hizo en 2014 y que, por tanto, se está incumpliendo la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, motivo por el que su sindicato presentó una denuncia ante la Inspección de Trabajo. 

Gordillo explica que en los últimos dos años ha habido una “fuga de talento” de enfermeras y enfermeros “altamente cualificados”, con una pericia adquirida en las urgencias y que han decidido cambiar de servicio “porque ya no soportan más” esa saturación. “Aparte, hay bajas por estrés, intentos de agresión o agresiones que se sufren con más incidencia en las urgencias, la presión desde las altas esferas para trabajar aún más de lo que se hace… Todo eso no se ha podido cuantificar porque llevamos años esperando por una evaluación tanto de las cargas de trabajo como de los riesgos psicosociales”, señala. 

Hernández agrega a esos problemas las “complicaciones” para encontrar personal que quiera trabajar en ese servicio. “La ciudadanía no se puede permitir perder a profesionales porque no están bien gestionados los recursos sanitarios. Hay picos de tensión en las guardias, hay migrañas… El Servicio Canario de Salud no puede seguir mirando a otro lado”, sostiene la delegada de Intersindical, que también atribuye responsabilidad a otras instituciones locales, como cabildos y ayuntamientos, por no hacerse cargo de la población mayor envejecida que vive en los hospitales y requiere una atención sociosanitaria. 

“Vamos a peor”, coinciden los trabajadores consultados por este periódico, que además advierten de las dificultades que tendrán que atravesar a partir de ahora por el incremento de las necesidades asistenciales en urgencias debido a los virus estacionales.