Unas 500 personas, según la Policía Local y los convocantes, protestaron este sábado por el derribo de casas en el pueblo marinero de Cho Vito, del municipio tinerfeño de Candelaria, transformando su “dolor en rabia” para “que se sepa toda verdad y caiga quien tenga que caer”.
Así lo manifestó en declaraciones Antonio Alonso, uno de los vecinos de Cho Vito que vio cómo el martes las palas derruían su casa en cumplimiento de la orden de la Dirección General de Costas, que considera que estas viviendas invaden el dominio marítimo público.
La “pena” de perder “todo” se ha transformado en rabia y en el sentimiento de que “posiblemente después de esto no se vuelva a tirar nada, ante el revuelo nacional que hemos armado las 31 familias” de la zona, dijo Alonso.
Los vecinos de Cho Vito continúan además poniendo denuncias ante la Guardia Civil, porque, en su opinión, en las obras de derribo se han demolido casas en cuyas escrituras consta que son primeras viviendas, entre ellas la de Antonio Alonso, quien asegura que el inmueble data de 1953.
Criticó además “la chapuza” que a su juicio se ha cometido en este asunto, pues los derribos se han efectuado “sin permiso de obras, ni estudio medioambiental o del terreno. Sólo ha habido una prisa enorme por acabar con el movimiento vecinal de Cho Vito”.
En su opinión, resulta asimismo “inaudito” que, desde que se iniciaron los derribos el martes, los residentes de Cho Vito han sido desalojados “sin ropa y obligados a comer fuera todos los días”.
Los vecinos que quedan se encuentran ''aislados y en unas condiciones increíbles''
Los propietarios cuyas viviendas aún no han sido derribadas permanecen “aislados y en unas condiciones increíbles”, entre ellos un bebé de una semana que estuvo un día sin luz ni agua por los cortes efectuados para proceder a la demolición del barrio.
Según recordó Alonso, en Cho Vito habitan “personas humildes y trabajadoras, menos que ''mileuristas”, y han tenido que llevar comida “por la noche”, porque, según dijo, la Guardia Civil tenía orden de no dejar entrar a nadie en la zona de demolición.
Añadió también que muchos de los enseres que se sacaron de las viviendas han sido destrozados, ya que “tiraron muebles por las ventanas”, y algunas casas se derribaron con los electrodomésticos dentro.
“De emociones esta semana hemos llenado un saco, porque nos han llamado ciudadanos anónimos para ofrecer locales adonde llevar los enseres”, dijo Alonso.
“Hemos recibido multitud de llamadas de apoyo, nos han ofrecido hasta un piso vacío para la gente sin casa y grupos de inmigrantes chilenos nos han facilitado comida”, comentó.