Hace un año, la Consejería de Sanidad quiso construir en el parque Pino Apolinario de Las Palmas de Gran Canaria el tercer centro de salud en las inmediaciones del barrio de Guanarteme. Pero la oposición vecinal a eliminar esta zona verde fue suficiente para sensibilizar a aquella y paralizar la obra. Trece meses después, vuelven a entrar los operarios para llevar a cabo el proyecto municipal de construir unas canchas deportivas y un huerto urbano vallados, al que igualmente se oponen los usuarios. “Queremos seguir dándole el actual uso”, comenta Isaac, que vive frente al parque y ha visto cómo los operarios ya están arrancando las plantas y llevándoselas en camiones.
La semana pasada, Isaac asistió junto a una decena de vecinos a una reunión con la concejala de distrito, Carolina León, quien les informó en ese mismo lugar de los planes del consistorio. Ante el rechazo de los asistentes, León pospuso la decisión hasta hablar con el concejal de Movilidad y Medio Ambiente, Ángel Sabroso. “A la mañana siguiente, pusieron cadenas en las vallas de acceso y colgaron los carteles del proyecto”, explica Isaac. Desde el ayuntamiento no dan respuesta alguna, a pesar de haber llamado para recabar su versión de los hechos.
“La concejala me prometió que no iban a retirar los árboles, y ya los están quitando”, asegura Bárbara, que se muestra muy dolida. De marcado acento italiano, ronda los 50 y vive en la zona desde hace años. Cuenta que estaba dando un paseo cuando se enteró de que los operarios estaban arrancando las plantas. Sobre la marcha pidió explicaciones al jefe de obra, que no pudo más que derivarla al ayuntamiento. Lo que sí indicó este responsable es que solo sobrevivirá el árbol mayor del parque, cuatro palmeras y algunas flamboyanas, poco antes de que llegara al lugar una furgoneta de la policía local.
Aunque la propiedad del Pino Apolinario es del Gobierno de Canarias, desde 2006 está cedido al ayuntamiento capitalino, que construyó el parque verde. El nombre procede de la antigua propietaria de amplios terrenos en el barrio, que en 1953 donó el solar para uso público, albergando un reformatorio y más tarde la Escuela de Artes y Oficios.
Un parque autogestionado
Los últimos años el recinto fue abandonado por el ayuntamiento, y los vecinos decidieron hacerse cargo de todo: riego, poda, limpieza y hasta de abrirlo y cerrarlo cada día. Las llaves de los candados pasaron por algunos mayores como Expedito Morales y Manuel Báez, que lo mantenían abierto desde las 10 de la mañana hasta las 10 de la noche. Ahora hay una toma de agua, pero aún recuerdan cuando había que llevarla en baldes. Hasta que el último encargado desistió y devolvió las llaves al consistorio. Desde entonces nadie lo ha cerrado por las noches, se han instalado en él algunas personas y su deterioro ha sido mayor, aunque los vecinos lo siguen manteniendo razonablemente limpio.
Uno de los que se ha involucrado con el parque en el último año ha sido Borja, bilbaíno de 31 años, que acaba de mudarse a Santa Brígida, y se encontraba haciendo fotos a los trabajos de los operarios. “Hace un año hablé con el encargado, un vecino, y me dijo que no había problema en colaborar. Veníamos hasta siete personas a regar y mantenerlo, y por la noche lo cerrábamos. Yo venía los jueves”, asegura.
Pero ni Borja ni tantos otros que quieren que el Pino Apolinario siga siendo lo que es, podrán disfrutarlo de esta manera si el ayuntamiento sigue adelante con sus planes. Aunque ya tienen el precedente del éxito de hace un año. Otros como la italiana Bárbara lo tienen claro. “Ahora mismo voy al ayuntamiento a reclamar, aunque seguro que me dicen que hasta dentro de tres meses no me pueden recibir. Ya han quitado algunos cipresse del parque. No sé por qué nos dicen una cosa y luego hacen otra”, comenta, indignada.