Un 'vendemotos' (eléctricas) anda suelto en Gran Canaria

Se llama Francisco Javier Rodríguez y vive en El Tablero, al sur de Gran Canaria. Allí, en un taller que no quiere enseñar, asegura que lleva años creando un “producto único en el mercado”: motos 100% eléctricas con diseño de escúter bajo la marca registrada Fauro Motor Company (Fabricante de Automóviles Rodríguez). Insiste una y otra vez, de forma imperativa, como quien busca convencer y persuadir, que no hay nada igual a su vehículo en todo el mundo porque, siempre según su versión, pide las piezas personalizadas a fabricantes europeos o, incluso, las fabrica él en una especie de fundición que dice tener:“ Las piezas me las envían en cajas como si fuera un Ikea y yo lo que hago es ensamblarlas como si fuera un super puzzle”, asegura.

Pero una rápida búsqueda en internet, como mínimo, pone en duda sus enérgicas aseveraciones. El fabricante chino Jiangsu Hi-tech Goldenlion Vehicle Industry Co., Ltd. presenta en su web unas motos idénticas, en las que incluso puede leerse el nombre de su marca Fauro y el de su modelo exactamente en los mismos sitios. Además, en una página de compra y venta hay infinidad de motocicletas eléctricas muy similares a las que fabrica Rodríguez, quien asegura no tener explicación para esto.

Sí tiene su historia. Rodríguez se describe como un apasionado del motor, asegura sin titubear que tiene una colección de 300 coches y tiene en mente hacer el primer museo del automóvil en Canarias. Tras pasar por más de diez trabajos a lo largo de su vida - “vendía repuestos, estuve como informático en el Ayuntamiento de Mogán, trabajé también en la televisión local Sur y en televisión Maspalomas, fui asesor en un taller, monté yo uno como mecánico…”- dice que un día decidió dejarlo todo para fabricar sus propios vehículos.

Empezó en 2007, asegura que quería hacerse su propio “cacharro”, pero el resultado le gustó tanto que decidió unirse con dos fabricantes para abaratar costes y sacar adelante una motocicleta modelo escúter 100% eléctrica. Decidieron darle un aspecto similar a la Vespa (Piaggio), con una velocidad de 45 kilómetros por hora como máximo para que se pueda usar sin carné. Rodríguez explica que los tres fabricantes lo registraron en 2009, en 2014 ya era viable, pero no sería hasta enero de 2016, cuando registró Fauro “en Luxemburgo” para cumplir con la normativa española, cuando ya pudo circular, “después de superar infinidad de obstáculos burocráticos”.

En resumen, asegura que diseñó la carrocería con dos fabricantes “para abaratar costes” y él, “sin ayuda de nadie”, se dedica a ensamblar las motocicletas. Va por su segundo modelo (llamado Venice), que monta a través de diferentes piezas que compra a fabricantes europeos para hacer un “producto único en el mercado”, incide. Ha vendido unas cuantas entre Gran Canaria, Fuerteventura o Cabo Verde y tiene cien encargadas, según ha afirmado. En la isla conejera un italiano habló de sus virtudes en un programa radiofónico tras adquirir uno de los modelos, presume Francisco Javier.

Insiste una y otra vez en que su producto es único: “A mí no me gusta hacer las cosas dos veces; le he puesto las mejores piezas para evitar la dependencia y la obsolescencia programada. La única forma de romperla es porque se maltrate, y aun así va a aguantar, porque mi objetivo es que el cliente esté contento. Sólo se desgastan las ruedas y las pastillas de freno”.

“Toda la mecánica y la estructura interna de Fauro es exclusiva. Aunque haya modelos parecidos, los otros suelen tener una sola plaza, nosotros dos, suelen tener frenos traseros de tambor, nosotros de disco. También la cresta del guardabarros delantero no es igual a la nuestra. Entre ese y otros muchos detalles, que se aprecian a simple vista. En cuanto a prestación de motor y rango son inferiores a nosotros”, manifiesta de forma contundente.

Lo cierto es que también hay modelos con discos de freno incorporados, o con el guardabarros de la misma forma que lo tiene Fauro. Y no solo en China, también la compañía radicada en Shangai Scooteretta (registrada desde 2009) vende sus productos en Europa, similares a los de Fauro; el fabricante y proveedor Hangzhou Yabo Technology Co., Ltd Yasan Motor Limited, ubicada cerca del Puerto de Shangai -uno de los muelles con mayor tráfico de contenedores del mundo- tiene modelos muy parecidos a los de Rodríguez.

Cuando se le pregunta por esto, el emprendedor de El Tablero primero se muestra sorprendido y después pasa a dar una serie de explicaciones en forma de especulaciones. Dice que si el mismo modelo se encuentra en internet en otra página que no sea Fauro “puede ser porque uno de los fabricantes a los que me asocié le haya cedido los derechos para poder abaratar los costes”, porque uno de los fabricantes con los que diseñó la carrocería “usaron esas fotos para ayudarme con la publicidad” (aunque en su web no aparece ninguna foto de un vehículo de Fauro) y quizá han “vendido o fabricado en otros países para otros mercados y otras marcas”; si no “¿por qué alguien iba a ofertar un producto con mi marca si soy yo el propietario?”. Reconoce, sin embargo, que realmente no tiene “ni idea de por qué están en la web”. “Ahora entiendo muchas cosas. Hace tiempo tuve una discusión con inversores por este tema, que me acusaban de hacer productos parecidos a los de los chinos”, confiesa, “pensaba que solo se me proveía a mí de las piezas que yo he pedido, pero ahora que he visto esto ya no sé si los que me fabrican las piezas bajo mis condiciones las han vendido o las han comercializado con terceros”.

“La carrocería de las primeras unidades nos la suministró un proveedor de Reino Unido para que fuera más barato. Desconozco si ese proveedor fabricó o ha fabricado en China. Para la primera generación encargué los chasis en Rumanía y los de ahora de una empresa en Singapur. Las carrocerías nuevas las encargué a un proveedor de Estonia que cumplía con los certificados que necesitaba”, relata, haciendo hincapié en que “nunca he pedido nada a China”, aunque matiza que no tendría ningún problema en hacerlo si así consigue las piezas más baratas, como hacen “Samsung o Phillips”.

Rodríguez vende la escúter a 3.000 euros, y en las páginas de compraventa se pueden encontrar por precios de 500 dólares. Para explicarlo, pues ante cada contradicción tiene un argumento, dice que “esos productos no son más económicos, aunque lo parezcan, porque el comprador tiene que añadirle los gastos de transportes, los impuestos de importación, que no comentan en ningún lado: cualquier vehículo que venga de un tercer país (fuera de Europa) tienen un impuesto especial de 750 euros de añadido. Sin recambios, de dudosa calidad, sin que nadie responda, yo no veo rentables los negocios en esos lugares”.

Cuando desde este periódico se le pide una lista o algún nombre de los proveedores que le suministraron las piezas para comprobar la veracidad de lo que cuenta, Rodríguez se muestra inicialmente predispuesto, pero jamás envía nada más que vídeos mostrando diferentes piezas en cajas con precintos o envueltos en papel de burbuja; piezas con el número de serie de Fauro Motor “customizados para mí, como prueba específica de que es solamente encargo mío”.

“Son detalles de que los productos son inéditos, únicos y no copiables. El número de chasis y mi marca solo es mía. Apuesto lo que sea a que sus productos no son iguales a los míos, aunque sean mis fotos. Lo que pasa con los asiáticos es que hacen webs de muchas cosas y no productos de ellos, sino de varios. Es como cuando anuncian copias de Iphone. ¿Cómo puedo explicar que una web China tiene fotos mías?”, se pregunta.