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Abascal (Vox): “No es lo mismo un inmigrante hispanoamericano que la inmigración de los países islámicos”

Carlos Sosa

Las Palmas de Gran Canaria —

“No es lo mismo un inmigrante procedente de un país hermano hispanoamericano, con una misma cultura, una misma lengua, con una misma cosmovisión del mundo, que la inmigración procedente de los países islámicos”. Santiago Abascal, presidente de Vox, se explayó contra la inmigración, con escasas concesiones a lo que él mismo llamó lo políticamente correcto -de lo que también se quejó-, en una conferencia que pronunció el pasado sábado en un hotel de Vecindario (Santa Lucía de Tirajana) ante una audiencia compuesta por seguidores de ese partido de extrema derecha, incluyendo algunos niños.

Varias decenas de personas acudieron al hotel Vecindario Aeropuerto, en el Sureste de Gran Canaria, a escuchar al líder de Vox proferir ataques directos a los inmigrantes de origen musulmán, justo en una ciudad cuyo ayuntamiento tiene registradas 104 nacionalidades, donde, tras la española, destacan las personas procedentes del Magreb (Marruecos, 1.628 habitantes; Mauritania, 202; Argelia, 37) y de Latinoamérica (Cuba, 1.471 personas; Colombia, 600, o Argentina, 272) frente a italianos (1.186), alemanes (412) o chinos (200). En total, Santa Lucía tiene casi 70.000 habitantes, de los que 15.000 son extranjeros.

Abascal obvió esta realidad cercana y arremetió sin remilgos contra la inmigración: “Parece que estamos obligados a aceptar que nuestras fronteras las asalte cualquiera, parece que hay una libertad migratoria, según la izquierda, parece que aceptada por Mariano Rajoy”, dijo el líder de Vox, que se quejó de que “cualquiera pueda elegir el sitio del mundo en el que vive, es decir, que puede venir a España, que es un país que cuando ha emigrado lo ha hecho con orden y concierto, pueda venir a España con desorden y concierto y que tengamos que aceptarlo”.

Para el conferenciante, la inmigración “tiene que estar controlada en función de dos cuestiones: las necesidades de la economía nacional y la falta de expectativas de la juventud, el problema de las pensiones, el paro, la necesidad de ayudas sociales para los españoles”, aunque si por él fuera no dejaría pasar a nadie porque “no necesitamos más inmigración en este momento”.

Abascal fue completando la exposición de su ideario sobre las personas migrantes discriminando por raza, religión y cultura al establecer que “no es lo mismo un inmigrante procedente de un país hermano hispanoamericano, con una misma cultura, una misma lengua, con una misma cosmovisión del mundo, que la inmigración procedente de los países islámicos”.

La reflexión la remató con una referencia a la política migratoria europea: “No queremos ser como Europa”, lo que activó el aplauso de los presentes y un vítor (“España”) proferido por el asistente que emitía la sesión a través de Facebook.

Santiago Abascal alertó a los presentes acerca de “ese 4% de musulmanes que hay en España y que, para algunos, puede resultar una minoría simpática”. Su advertencia fue muy concreta: “No queremos que se conviertan en un problema”.

Y se quejó de la legislación penal que persigue y castiga los delitos de odio: “Algunos hablan de libertad (…) y quieren castigar lo que llaman delitos de odio. ¿Cómo? Si les hablas de inmigración, porque crees que un país tiene que tener sus fronteras controladas, le llaman xenófobo, inmediatamente es xenófobo, es racista, le llaman de todo, y no solo eso, quieren prohibir ese tipo de discurso”. En realidad ya está prohibido, lo que para Abascal no parece ser una limitación.