Erupción en La Palma: un año después
85 días de erupción: las asombrosas historias que dejó el volcán de La Palma
Aunque en un primer momento causó admiración, asombro y sobrecogimiento el que se abriera la tierra y comenzara a brotar lava a borbotones de las profundidades de la isla de La Palma, las emociones tornaron con rapidez en otras menos agradables: terror, pena, rabia e impotencia. La belleza de la erupción dejó paso a la destrucción de uno de los fenómenos naturales más brutales y devastadores.
En los 85 días en los que la lava estuvo saliendo del recién nacido volcán, este periódico realizó un importante despliegue de medios humanos y técnicos para contar no solo la última hora de lo que sucedía en la asombrada isla, sino también aquellas historias personales, humanas, que ocurrían a la sombra del cráter y bajo la permanente caída de cenizas y temblores de tierra. El relato de Amanda, una mujer a la que se le abrió una boca eruptiva en su mismísimo jardín, el trabajo incansable de Juan Manuel, el hombre que construyó sin saberlo estanques antilava, o por qué, ante la obligación de abandonar sus casas a toda prisa, muchos palmeros corrieron a salvar su bien más preciado: una caja de madera. Estas fueron algunas de las historias más destacadas de las contadas por este periódico mientras el volcán estuvo escupiendo escoria y coladas incandescentes hacia el mar, arrasando carreteras, fincas y pueblos enteros a su paso.
A continuación, repasamos algunos de los reportajes más relevantes de los publicados en aquellos días que marcaron para siempre la historia de la isla.
Hay un volcán en mi jardín: “Pensaba que la lava no iba a llegar a mi casa, pero salió justo debajo”
Un reportaje de Toni Ferrera publicado el 30 de noviembre de 2021.
Amanda, de 33 años, se acerca a la cafetería de Los Llanos de Aridane, La Palma, en la que hemos quedado y pregunta: “Mira, ¿tú sabes algo de mi casa?”. Ella es desconocedora de cómo se encuentra. Solo tiene un dato: el pasado jueves, la lava de la montaña de fuego que se ha creado en la ladera de Cumbre Vieja empezó a brotar desde su jardín. La tierra se abrió justo ahí, enfrente de su vivienda. Se enteró de lo ocurrido por un mensaje de su prima. “Ahora tenemos un jacuzzi”, ironiza. “Mi hijo mayor, de tres añitos, me dice todos los días: mamá, vamos para casa. Y yo ya le dije ayer que no se puede, que se la comió el volcán. Y aún así me sigue diciendo: vamos”.
Los últimos días de la décima semana de la erupción de La Palma fueron de los peores que se recuerdan. Una nueva colada al sur del cono principal arrasó el cementerio de Las Manchas, en el municipio de El Paso, y otras dos más al norte amenazan desde la madrugada del domingo con engullir terreno virgen. De entre las múltiples imágenes capturadas hay una que sobresale por encima del resto: una casa, enterrada por la ceniza, es el punto emisor de la lava que sepultó el camposanto más grande de la isla. Ese hogar es el de Amanda, ayudante de cocina (ahora en ERTE) y madre dos niños pequeños. Una palmera de toda la vida.
Juan Manuel, el palmero que construyó más de 300 estanques 'antilava' sin saberlo
Reportaje de Toni Ferrera publicado el 1 de diciembre de 2021.
En la televisión de una casa de Los Llanos de Aridane se reproduce la imagen de una de las coladas del volcán de La Palma que ha arrasado miles de casas y sueños. De entre el enorme río de rocas a mil grados emergen pequeños estanques redondos de agua, muy característicos de la isla, sobre todo en esta zona del Valle de Aridane. Estos depósitos están sobreviviendo a la lava, que rodea la infraestructura y no la derriba, como hace con cualquier otro inmueble que se encuentra a su paso. Juan Manuel, palmero de 78 años, construyó muchos de ellos, más de 300, dice, y recuerda perfectamente dónde se hallan. Cuando enfoca su mirada frente a la pantalla, no da crédito. “Lo he visto, sí. Mira que eso aguanta. Yo sabía que soportaban bastante, pero no tanto”, comenta algo sorprendido.
La familia que sufrió los estragos del incendio en verano y de la erupción del volcán de La Palma
Este reportaje de Natalia G. Vargas se publicó el 6 de octubre e 2021.
''La cosa empezó torcida''. Alberto*, Cathaysa* y sus dos hijos de 4 y 18 años han sufrido los estragos del incendio que tuvo lugar en agosto en El Paso y, ahora, de la erupción del volcán de La Palma. Una semana antes de que la familia firmara la compra de una vivienda en este municipio, las llamas bordearon su zona. Por suerte, no causaron daños en el interior de su vivienda, pero atrasaron todos sus planes para reformarla y entrar a vivir. Mientras trabajaban en la adecuación de su hogar, alquilaron un piso en el barrio turístico de Puerto Naos. Doce días después, tuvieron que marcharse con lo puesto porque la colada había empezado su andadura hacia el mar, amenazando todo lo que encontrara a su paso.
Ahora, el matrimonio ha tenido que adelantar por la fuerza la entrada a su nueva casa, que no tiene luz, agua, enseres, ni ducha. Hasta el momento duermen en un colchón sobre el suelo y dedican las 24 horas de su día a convertirla a toda prisa en un lugar en el que residir en paz y a acabar con los roedores.
El volcán deja sin futuro a mayores y jubilados de La Palma: ''Ya no tenemos tiempo para volver a empezar''
Este reportaje de Natalia G. Vargas se publicó el 26 de octubre de 2021.
Carmen y Arsenio tenían un sueño: terminar su jubilación viviendo en El Paraíso. Este barrio de Los Llanos de Aridane fue uno de los primeros en sucumbir ante la lava del volcán de La Palma. “Desde allí podíamos ver el sol, la luna y las estrellas”, recuerdan. Tienen 71 y 72 años, y hace más de cuarenta comenzaron a poner los primeros bloques de su vivienda familiar. “Mi casa no era una casa normal. Era preciosa. Teníamos muchísimos árboles frutales, perales, papayeros… y un invernadero con 60 agapornis. Ahora ya no hay nada”, recuerda Carmen frente a la Casa Massieu, donde ahora se ha habilitado una oficina de atención a los damnificados. Hace un año sufrieron un accidente de tráfico, del que aún no saben cómo sobrevivieron. “Ahora al menos estamos vivos, pero ya no tenemos tiempo para empezar de nuevo”.
Con sus brazos sostiene una carpeta llena de documentos. Entre ellos, una libreta con fotografías de su casa. Apenas tiene fuerza para verlas, pero con orgullo describe cada uno de los rincones de su antiguo hogar. “Aquí teníamos una mesa de más de cien años de antigüedad hecha de tea”, cuentan.
La vida entre el volcán y el delta
Este reportaje de Iván Alejandro Hernández se publicó el 29 de septiembre de 2021.
Sentado en un banco bajo la sombra de los árboles en el centro de Tazacorte, Pedro se permitió salir un momento del confinamiento que vive desde el 26 de septiembre en Marina Baja. El Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) ordenó que sus residentes, junto a los de Marina Alta, San Borondón y La Condesa se quedaran en sus casas con puertas y ventanas cerradas ante la consecuencias de la llegada de la lava al mar en poblaciones cercanas. Su mujer, con la que lleva 50 años casado, quería ir a misa porque en la iglesia se conmemoraba al patrón San Miguel de Arcángel. Con mascarilla, gafas y en coche, recorrieron la escasa distancia que les separaba del núcleo urbano.
Pedro tiene ganas de hablar. La noche anterior, junto a su mujer, vio por Televisión Canaria el fenómeno, que ha generado una nube de gases y en pocas horas ha creado un delta de 500 metros de ancho. Dice que le recordó al volcán de San Juan, que vio cuando tenía 5 años. De su memoria extrae momentos en los que pudo ver aquel volcán en erupción, en 1949. La población podía acercarse mucho a las coladas, “si quería podía tocar la lava”, dice, bromeando. Trae al presente también una anécdota de un conocido de su familia por aquel entonces, que tenía una finca de boniatos por el que pasaría la colada de lava. Ya estaba muy cerca, pero decidió ir a recolectar: “Para que se los lleve la lava, me los llevo yo”. Ríe. “Eran otros tiempos”, añade.
La erupción que destapó una violencia machista invisibilizada
Este reportaje de Jennifer Jiménez se publicó el 18 de diciembre de 2021.
Los recursos de acogida para mujeres y menores víctimas de violencia de género llegaron a estar al completo de su capacidad en La Palma durante las primeras semanas de la erupción que ha afectado a la isla desde el pasado 19 de septiembre. Según los datos que maneja el Instituto Canario de Igualdad (ICI), durante los dos primeros meses de erupción se recibieron 119 alertas al 112 de casos de violencia machista, un 57% más que en el mismo periodo del año anterior. De ellas, 43 fueron de emergencia (situaciones en las que la vida de la mujer corre peligro), lo que supuso un 23% más que en 2020. La consejera de Acción Social del Cabildo de La Palma, Nieves Hernández (PP), explica en una entrevista con este periódico que su equipo estuvo muy preocupado en aquel momento por ese incremento de las llamadas: “El año pasado cuando empezó la pandemia también se produjo un repunte y el aumento viene asociado a los momentos de crisis social”, asegura. Por ello, se detectó rápidamente la necesidad de que se incrementaran los recursos, para lo que se ha producido colaboración con el ICI y del Ministerio de Igualdad.
La doble pérdida de Robert, un relato del dolor que siente toda una isla ante un cruel volcán
Este reportaje de Toni Ferrera se publicó el 4 de diciembre de 2021.
Cuando comenzó la erupción en La Palma, Robert Nazco, hijo de la isla, empezó a sobrevolar por las coladas de lava los drones que administra dentro de su productora audiovisual. Lo hacía con distintos fines: a veces para informar al Cabildo insular de cómo evoluciona el recorrido del material incandescente, otras para comunicar a vecinos si su casa seguía en pie o no, también para enviar los vídeos a los medios de comunicación.
Entre tanto ajetreo, Robert sacaba cada día un hueco para llevar su dron al sur del cono principal del volcán, donde no ha habido tanta destrucción y se encuentra el cementerio de Las Manchas, un camposanto de mil metros cuadrados que alberga los restos de 3.160 difuntos, más de 5.000 nichos y el único crematorio de toda la ínsula. Allí se posaban sus ojos, que bajaban un poco para situarse a escasos metros de la tumba de sus padres. Y él respiraba. La lápida seguía intacta, el río de lava no había llegado. Así avanzaron los dos primeros meses de actividad volcánica. Pero todo cambió el 25 de noviembre de 2021.
Obligados a desalojar sus casas por el volcán, los palmeros corren a por su bien más preciado: una caja de madera
Este reportaje de Toni Ferrera se publicó el 13 de octubre de 2021.
Lorenzo tiene 71 años y lleva en La Palma desde que nació. De camino a su casa de Tijarafe, un diminuto municipio de poco más de 2.000 habitantes al oeste de la isla, a unos 15 kilómetros del volcán de Cumbre Vieja, recuerda que de pequeño perdió media uña por ser “un niño muy goloso”. Para explicar cómo pasó, ya en su vivienda, se acerca a un baúl de madera postrado en el suelo, de un metro de largo y medio de alto, más o menos, y dice que cuando lo abrió y aprovechó el despiste de sus padres para coger un poco de azúcar, se le resbaló la tapa, cayendo con fuerza en uno de sus dedos. Lorenzo, con los ojos achinados bajo la mascarilla, muestra la prueba del delito a sus amigos en un bar cercano. Es el primer recuerdo que se la ha venido a la mente sobre las cajas de tea, unas reliquias para los palmeros que sobresalen por encima de cualquier objeto. Esta semana, cuando muchas familias del barrio de La Laguna, en los Llanos de Aridane, han tenido que salir con lo puesto de sus moradas por el avance de la lava, este cofre enorme con forma de ataúd es lo que más les interesaba salvar. Lorenzo, muy listo, sabe por qué: “Tienen mucho valor sentimental. Si yo tuviera que salir corriendo, cogería las que tengo. Eso lo vendes y te llevas 2.000 euros”, puntualiza entre risas.
Así fue el misterioso rescate de los podencos de La Palma: el ‘Equipo A’ aprovechó la luz de la Luna llena
Este reportaje de Dácil Jiménez se publicó el 21 de octubre de 2021.
Como otras sonadas operaciones de rescate en el pasado, la situación de los seis podencos atrapados en un pedazo de tierra yerma cercada por muros de lava del volcán en Cumbre Vieja ha mantenido en vilo a miles de personas. Día tras día cada novedad en el caso ha atraído la atención no solo de los palmeros que sufren los estragos de la erupción desde hace más de un mes, sino también del resto del archipiélago canario e incluso más allá de las fronteras españolas. Sin embargo, nadie podía prever un final tan inesperado como sorprendente para esta historia después de que los seis perros simplemente se esfumaran cuando iba a comenzar la operación de rescate con drones.
Fue hace apenas 15 días cuando la organización animalista Leales.org alertó de que, gracias a unas imágenes captadas por un dron, se había localizado lo que parecía ser un gato atrapado en un estanque que estaba rodeado por coladas de lava, cerca de la localidad de Todoque, hoy día desaparecida. Comenzó entonces una campaña en redes sociales para intentar alertar a las autoridades locales y equipos de rescate de la presencia de este gato y otros animales cercados por la lava en esa zona. Unos días después, y con más imágenes disponibles, ya se había corroborado que en vez de un gato se trataba de varios perros “de raza pequeña”, y que no estaban atrapados en un estanque, sino en dos.
Los ojos de los científicos sobre el volcán de La Palma: “Sin los drones, tomar decisiones sería muy, muy difícil”
Este reportaje de Iván Suárez se publicó el 27 de septiembre de 2021.
Son los ojos de los geólogos sobre el volcán de La Palma. Sobrevuelan el cono y la falda de Cumbre Vieja para encontrar las grietas, los abombamientos de terreno, el discurrir de la lava, los puntos más calientes o las zonas que corren riesgo de rotura. El pasado viernes, la intensidad de las explosiones alertó al comité científico. Los drones confirmaron la sospecha. Se habían abierto dos nuevos centros de emisión de los que manaba una lava fluida y veloz que comprometía la estabilidad del edificio, por lo que se decidió desalojar de forma preventiva tres núcleos poblacionales (sus vecinos han podido regresar este domingo a sus viviendas tras la desaparición de esa inestabilidad). Las aeronaves no tripuladas también captaban el sábado el desplazamiento de grandes bloques y la rotura del cono por el sector suroeste. El volcán había cambiado su fisonomía y había adoptado forma de herradura en uno de sus laterales.
“Nos sirve para todo. Sin los drones, la toma de decisiones sería muy, muy difícil”, resume Carlos Lorenzo, geólogo del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es uno de los encargados de volar los aparatos que registran las imágenes aéreas del volcán. Junto a él trabaja, codo con codo, Juana María Medina, ayudante de servicios técnicos del Grupo de Emergencias y Salvamento (GES) del Gobierno de Canarias.
La ceniza del volcán deja sin flores a las abejas que dieron la mejor miel canaria
Este reportaje de Iván Alejandro Hernández se publicó el 12 de noviembre de 2021.
El pasado 5 de noviembre, el jurado del Concurso de Mieles de Canarias reconoció a una miel palmera procedente de una zona afectada por el volcán con la Gran Celdilla de Oro, el mayor galardón del certamen. El producto fue elaborado durante el mes de junio en el municipio de Fuencaliente, en doce colmenas de la marca Tagoja. Tras más de 50 días de erupción, la ceniza ha matado a algunos de los insectos que elaboraron la mejor miel del Archipiélago y ha impregnado las flores de los terrenos ubicados en El Charco, a unos 500 metros de la zona restringida, dificultando que se alimenten de polen, necesario para la cría. Solo pueden recibir alimentos artificiales de los apicultores para mantenerlos vivos.
La apicultora Jésica Díaz fue la ganadora de la Gran Celdilla de Oro, un reconocimiento que nunca había obtenido. “Después de tantos años de sequía y ahora con el volcán, recibir el premio es un gran agrado”, señala. Junto a su padre, Isidro Díaz y Guillermo Hernández, gestionan colmenares repartidos por toda la isla para producir miel que comercializan bajo la marca Tagoja, muy apreciada en La Palma.
Los cinco grandes desafíos para La Palma cuando el volcán se dé por apagado
Este reportaje de Karen Estévez se publicó el 21 de diciembre de 2021.
El volcán de La Palma tiene los días contados: le quedan tres para que, según los expertos, se dé por concluida su actividad y, por fin, los palmeros y palmeras puedan decir adiós a la erupción más larga y más destructiva desde que se tienen registros en la isla. Aunque el tan anhelado final esté a la vuelta de la esquina, pasar página no será tan fácil. Se necesitará paciencia, tiempo e inversión para recuperar todo aquello que quedó sepultado bajo las coladas. Por algún punto habrá que empezar: la Isla Bonita se lanza a escribir desde este 25 de diciembre un nuevo capítulo en su historia, el de la reconstrucción.
Como todo capítulo nuevo, los isleños se enfrentarán a un lienzo en blanco: un territorio totalmente borrado del mapa, con un suelo incandescente, cubierto de ceniza volcánica y malpaís, infértil (por ahora); una vecindad diezmada por las migraciones que se han ido produciendo, con pueblos enteros debajo de metros y metros de material magmático; y miles de ciudadanos hundidos bajo el trauma de haber perdido irremediablemente los cimientos de una vida: el hogar.
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