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Crónica del avión que cayó al mar sin ser avión y sin haber caído al mar

No había noticia en el día que lograra desbancar al Debate de la Nacionalidad, así que, en busca de algo más de acción, al personal de un barco remolcador situado a dos millas de la costa de Jinámar se le ocurrió mostrar la grúa y hacer pensar a la población, en tierra, que se trataba de un avión de pasajeros que había caído al mar. Por suerte, y como es evidente, la alarma resultó ser falsa.

La embarcación, pertenece a la empresa holandesa Multraship y su nombre es Cormorant. Además, y para los más curiosos, soporta 600 toneladas de peso y puede llevar una tripulación de 20 personas. Si este hubiera sido el pasaje de un avión comercial, podríamos estar hablando del fin del liderazgo turístico de Gran Canaria en gran parte del mundo.

En un principio, se hablaba de una avioneta, luego el Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad 112, informó de que se trataba de un avión. No tenían más información y, su error, es completamente entendible: un sinfín de personas se afanaban en contactar para dar aviso del suceso.

A la costa de Telde, no paraban de llegar personas para presenciar el fraudulento siniestro, cámara en mano y teléfono a la oreja, para llamar a quien en ese momento se les ocurriera y dar, así, fe del ficticio suceso.

Y no solo ellos. Efectivos de la Policía Nacional, Policía Local, Protección Civil y varias ambulancias del Servicio de Urgencias Canario y privadas, se encontraban en la zona arqueológica de La Restinga, donde, según se escuchó decir, el teleobjetivo de una cámara de fotos había desvelado la afortunada realidad.

Si bien, también había un helicóptero del Grupo de Emergencias y Salvamento sobrevolando la zona para asegurarse de que la situación era totalmente normal. A medida que el rumor se desmentía, iban abandonando el lugar.

No obstante, todavía seguía llegando público renovado que alimentaba la ya ilusoria tragedia. “¿Cómo va a ser eso un barco?, si está claro que es un avión, ¡mira el ala!”, se aventuraban a exclamar. Incluso, hay quien escuchó asegurar a un supuesto testigo que había visto la aeronave yéndose a pique.

Hubiera sido un triste 27 de marzo, cuando se cumplen 37 años del accidente en el Aeropuerto de Los Rodeos, donde murieron 583 personas. Gracias al cielo (y al mar) todo quedó en un susto. Y seguro que todavía alguien está viendo el avión.