Fallece José Rodríguez, editor de 'El Día'

Santa Cruz de Tenerife —

José Rodríguez Ramírez, director y editor del periódico El Día, ha fallecido a primera hora de este martes en Santa Cruz de Tenerife después de dos semanas de convalecencia tras una operación, según ha confirmado su grupo de comunicación.

Pese a ser un personaje conocido en toda Canarias, desde luego en el mundo del periodismo, la biografía conocida de José Rodríguez Ramírez se resume a apenas cuatro líneas. Nació en Santa Cruz de Tenerife el 2 de septiembre de 1925, hijo de José Rodríguez, hermano del periodista Leoncio Rodríguez, y de Gabriela Ramírez.

Viudo y con dos hijos, la parte más visible de su legado, el grupo de comunicación El Día-Jornada, la ha depositado en su hija Mercedes.

José Rodríguez se fue a vivir con su tío Leoncio tras la muerte de su padre, cuando tenía 11 años. La familia Rodríguez heredó la cabecera del periódico en 1955, cuando el Gobierno de Franco le devolvió la propiedad de El Día. Pero antes de que en 1985 José se hiciera con las riendas del rotativo, en la actualidad el de mayor tirada en Canarias, por los mandos del periódico pasaron Ernesto Salcedo Vílchez (1958-1978) y Francisco Ayala. José Manuel de Pablos Coello y Ricardo Acirón Royo fueron directores adjuntos a partir de 1985.

El Día es la continuación forzada de La Prensa, el periódico que creó Leoncio Rodríguez el 15 de octubre de 1910, con una línea editorial a favor de la república y de la unidad regional. El periódico desapareció de la noche a la mañana, concretamente, de la noche del 14 de febrero a la mañana del 15 de febrero de 1939, en que La Prensa dio paso a El Día, como órgano del Movimiento Nacional Sindicalista, por una “obligada fusión con el periódico de D. Leoncio y del diario falangista Amanecer, que había surgido el 1 de agosto de 1937 como Diario de la Revolución Nacional Sindicalista”.

Pese a sus escasos biográficos, José Rodríguez Ramírez ha dejado rastros de su personalidad en sus comparecencias judiciales, como acusado y como acusador, la mayoría de ellas por los contenidos de los editoriales de El Día, muy controvertidos, la mayoría de ellos por derecho al honor y la intimidad, y la libertad de expresión

Frente a los jueces, se reafirmaba como católico convencido, “criatura de Dios”, y se mostraba férreo en su interpretación de la libertad de expresión, defendiendo que los apelativos empleados contra sus adversarios ideológicos no había que confundirlos con ataques personales, lo que no dejó de ser polémico, sino contra el ejercicio profesional. Siempre insistió en que sabía muy bien lo que decía y lo que mandaba escribir. Nunca ocultó que tenía escribanos a los que dictaba sus “elucubraciones mentales” (sic).