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'In memoriam': Luis Celso García Guadalupe (Añaza)

La actualidad de los desahucios en Añaza, con viviendas embargadas por bancos y la especulación carroñera de fondos buitre, confirman la evidencia de que solo la sociedad civil está capacitada para resolver sus propios problemas.

Luis Celso fue paradigma de cómo un movimiento vecinal, liderado con dignidad y sólidos principios de solidaridad, propició que un barrio marginado en su origen alcanzase la entidad actual de zona urbana reseñable y considerada ejemplo de evolución y desarrollo; a pesar de las trabas oficiales y oficiosas de una Administración adversa por la gestión de una burocracia enfermiza e inoperante.

El activismo social, las movilizaciones ciudadanas y la divulgación mediática de acontecimientos escandalosos como este palían momentáneamente una parte del gravísimo problema que las autoridades son incapaces de resolver motu proprio. Reaccionan cuando la presión les agobia por sus intereses políticos, aunque solo les sirva para salir del atolladero puntual y pasajero hasta que se monte otro escándalo. Pero el fondo del problema seguirá latente y latiente, sin resolver por los responsables de velar por los intereses ciudadanos y procurar que la justicia social, preconizada en nuestra Carta Magna, seque su papel mojado para cumplir y hacer cumplir al pie de la letra con los derechos humanos plasmados en tinta indeleble.

Dicho activismo social, sin ánimo de lucro, debiera ser el pilar fundamental en el que apoyarse todas las sinergias administrativas, tanto políticas como populares, en orden a imponer filosofías generalizadas de actuación que erradicasen los casos flagrantes de injusticia económica, social y humanitaria. No solo esporádicas puntas de iceberg que asoman como tímida boya que apenas señaliza la magnitud sumergida del verdadero problema. Si solo se consigue eliminar la porción que asoma, acto seguido emergerá una parte nueva del inmenso bloque flotante.

La actividad reivindicativa y desinteresada del artífice gratuito, como lo fue Luis Celso, suele verse rodeada de varios frentes colaterales que merman su eficacia y capacidad de acción a la hora de afrontar el problema o conflicto específico que requiere la máxima aportación colectiva para abordarlo globalizado desde su raíz. No puntual y superficialmente, ni seguido de una desbordada autocomplacencia ficticia.

Algunos ejemplos de esta “contaminación operativa”:

- El activismo altruista es saludable y gratificante para la conciencia de bien. Pero la ausencia de intención lucrativa suele atraer parásitamente a quienes pretenden aprovecharse del esfuerzo ajeno para medrar en beneficio propio. Son una molestia de la que conviene desprenderse apenas detectada su presencia.

- La ley de participación ciudadana, como invitación a la población para colaborar en la gestión política, en la realidad resulta todo lo contrario. Plantear un problema detectado a ras de suelo, proponer soluciones y ofrecer cooperación desinteresada y gratuita, suele encontrar el rechazo institucional sistemático. Parece quedar en evidencia la ineptitud o desidia de los responsables oficiales, que cobran generosamente por un trabajo que debieran hacer y no hacen. Son un hándicap difícil de lidiar.

- Algunas plataformas vecinales o asociaciones lideradas por personajes más o menos reseñables capitalizan reivindicaciones populares con iniciativas políticamente correctas para utilizar su repercusión mediática como trampolín para significarse e intentar medrar en política o captar algún cargo público bien remunerado. Son una lacra inevitable que desarrolla su estrategia sin pudor y en perjuicio del beneficio social colectivo, sustituyéndolo por llamativos casos puntuales para su promoción individual.

- Políticos ejercientes que no desaprovechan una. Se suben al carro y se apuntan el tanto en cada oportunidad de colgarse una medalla y hacerse la foto con el titular de lo que han conseguido otros. Son el símbolo del peyorativo concepto de política para una resignada población, afectada por la penosa praxis de algunos dirigentes que han de estar técnicamente dotados para ocupar un cargo de cierta entidad, pero sobre todo deberían disponer de un mínimo de sensibilidad humanitaria. El reciente caso de la compra de los pisos de Añaza, en riesgo de desahucios múltiples, por parte del Gobierno de Canarias supone una millonaria inversión de dinero público, contestada por algunos sectores que se preguntan si con el grueso del iceberg se va a hacer lo mismo. Un costosísimo parche vendido con triunfalismo de propaganda electoralista, con cuidado de que no afecte al yacimiento de potenciales votos. Todo con nuestro dinero para camuflar lo mal hecho.

- La perversa gestión de la pobreza, la exclusión social, el hambre y los demás casos de injusticia humanitaria se agravan con la picaresca instituida de quienes simulan situaciones extremas para captar ayudas que corresponderían a los verdaderamente necesitados. Estos casos son los que habitualmente aprovechan los activistas trepadores antes aludidos. Amarillean algunos medios de comunicación y contaminan la buena fe de una incauta opinión pública.

Repasemos el esperpéntico episodio de hace unos años en Tacoronte con el desalojo legalizado de dos ancianos en el 102 de tal calle. Todo fue un fiasco. Por un simple conflicto vecinal de lindes se montó un escándalo mediático con repercusión nacional; se creó una plataforma de defensa; movilización masiva de la Guardia Civil; intervención de líderes políticos y algunos que pretendían serlo… Todo fue una flagrante mentira que algunos periodistas se tragaron por no contrastar (o no les interesó contrastar) las informaciones. Ni los pobres ancianos eran pobres, ni tenían razón alguna en un conflicto juzgado y sentenciado reiteradamente a favor del denostado vecino adversario, al que se masacró injusta y cruelmente por una turba popular, manipulada desde intereses espurios que dejaron en evidencia la vulnerabilidad de una opinión pública demasiado sensible al engaño organizado. Fue terrible cómo se indujo a la violencia desde la plataforma defensora y por parte de alguna formación política, con pintadas de amenazas de muerte y pasquines en las redes con fotos del vecino, de su abogado y de la jueza, enmarcados en una diana con el punto de mira en la frente.

Conclusión: adversidades que, lejos de empañar ideales, confirman el buen camino y se convierten en incentivo para seguir plantando cara, con firmeza y buena voluntad.

Gracias, Celso por marcar la singladura y ejemplarizarnos con tu noble entrega a la causa solidaria sin reservas. Hoy también te echamos de menos. Descansa en paz.

La actualidad de los desahucios en Añaza, con viviendas embargadas por bancos y la especulación carroñera de fondos buitre, confirman la evidencia de que solo la sociedad civil está capacitada para resolver sus propios problemas.

Luis Celso fue paradigma de cómo un movimiento vecinal, liderado con dignidad y sólidos principios de solidaridad, propició que un barrio marginado en su origen alcanzase la entidad actual de zona urbana reseñable y considerada ejemplo de evolución y desarrollo; a pesar de las trabas oficiales y oficiosas de una Administración adversa por la gestión de una burocracia enfermiza e inoperante.