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Calmantes para Brufau

Brufau y Soria, en una imagen de archivo

Lidia Rodríguez

Quienes toman las decisiones importantes no son los políticos elegidos democráticamente, sino los grandes empresarios que dictan el camino que debemos seguir. Existen empresarios capaces de toser y asustar a presidentes regionales o a ministros. Existen empresarios capaces de decidir pactos políticos y controlar lo que puedes o no leer. La mejor forma de hacer política en España no es afiliarse a un partido sino pertenecer a ese grupo tan exclusivo.

Cada cierto tiempo, los representantes del poder se pasean por los medios de comunicación y dan entrevistas donde sueltan perlas y nos dignan con su presencia al resto de los mortales. Estos señores que toman las decisiones que luego acatan nuestros gobiernos se creen tan poderosos como para ridiculizar las decisiones de la opinión pública, las de la mayoría social. Se creen tan poderosos porque en la mayoría de los casos lo son. Empresarios como el presidente de Repsol, Antonio Brufau, que dijo en la Cope que el rechazo a las prospecciones en Canarias fue una decisión “tercermundista” y un “dolor de muelas”. Por sus palabras, le ha caído la crítica de Patricia Hernández, que ahora vuelve a ser socialista, o el zasca del presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales. Pero la respuesta más certera se la dio el representante de Ben Magec, que señaló que “lo retrógrado” es “vivir en el siglo XXI y no querer ver que la sociedad tiene información y no es manipulable”, punto y minipunto para Ben Magec.

Retrospectiva

Debatir sobre lo que hubiera pasado en el caso de que se hubieran producido las extracciones o sobre si eran correctas las críticas hacia Repsol no tiene sentido, pues sobre este asunto la mayoría social llegó a una conclusión. Los canarios se opusieron a las prospecciones barajando todas las posibilidades, consecuencias y posibles beneficios económicos, que no estaban demostrados. Creer lo contrario es paternalista. Hay que recordar al señor Brufau que no solo estaban en contra de las prospecciones los ciudadanos que se manifestaron bajo el lema Canarias no se vende. La negativa no solo era cosa de ecologistas contrarios al progreso económico. El que era en ese momento presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, también se negó. Aunque todos sabemos que el presidente de Repsol es más cercano a políticos como José Manuel Soria, canario que será recordado por sus cuentas en Bahamas y no por ser un “cacique”, que decía Rivero de Soria en 2013.

El interés de algunos para que Canarias sea una tierra dirigida y gestionada por empresarios de altos vuelos no es noticia. Es insultante la cancha que se le ha dado en Canarias a empresas como Repsol o Cepsa, que controla la refinería de Santa Cruz y que, en caso de volver a refinar, se encontraría también con la opinión pública en contra (otro calmante para el dolor de muelas). Hay quien señala que en Canarias hubo una época en la que los medios tinerfeños no podían hablar de Cepsa, sus responsables “no podían ser nombrados”. Mientras el lobby empresarial y político toma decisiones sobre nuestro futuro, el resto de los mortales seguiremos tolerando los quejidos de Brufau y aplaudiendo al señor Soria, que ahora se ha convertido en un emprendedor que confía en las renovables.

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