Carta abierta de uno de los detenidos en las cargas policiales de la Universidad de La Laguna
Esta información es una carta abierta de uno de los dos estudiantes detenidos tras las cargas policiales que tuvieron lugar este martes en el exterior de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna. A continuación la carta:
Hablo como uno de los estudiantes detenidos, pero queriendo primero dejar claro una cosa: podría ser cualquiera, la carga policial fue tan injustificada como indiscriminada. A exculparme no voy a dedicar más que lo siguiente: todo el mundo ha visto los vídeos y sabe bien lo que ocurrió, los presuntos actos vandálicos de los que se nos acusan distan mucho de ser ciertos. Se cargó de forma violenta y sin previo aviso contra una concentración de estudiantes que no suponía ninguna amenaza contra el orden público. No deja de ser irónico que esas bochornosas imágenes se sucedieran en los aledaños de un congreso de seguridad.
Dicho esto, me gustaría también defender la legitimidad absoluta de la protesta. La universidad no es ni será nunca lugar donde tenga cabida la presencia de policía, militares y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) en general. La universidad es un espacio educativo, crítico y de diálogo; lo sucedido el pasado martes no tiene sitio en ese marco. Es totalmente vergonzoso e inadmisible que se hayan cedido sus instalaciones para que se hicieran disparos, detonaciones y exhibiciones de fuerza.
Por suerte, la gente tiene memoria. Lo ocurrido habrá cogido por sorpresa al estudiantado y habrá sido un golpe de realidad en muchos sentidos. En nuestras retinas y en nuestro cuerpo quedará grabado cómo la Policía Nacional cargó de forma violenta y se llevó a dos de nosotros retenidos en una intervención a todas luces desproporcionada. No olvidaremos cómo a una protesta pacífica se le respondió con porras y cargas que acaban con compañeros y compañeras por el suelo y con lesiones. Tampoco olvidaremos la contundente y enérgica respuesta que se le dio a las cargas y detenciones. Cientos y cientos de estudiantes se acercaron a los juzgados a mostrar su decidido rechazo a lo ocurrido, desde las 09.00 horas de la mañana hasta las 13:30 del mediodía, sin que decayeran los ánimos en la concentración. Hubo una gran cantidad de gente protestando y esperando a que los detenidos saliéramos para arroparnos. Cayó un palo de agua tremendo y nadie se movió allí —¡cuánta fuerza había!—. Se fueron acumulando incluso más y más personas, pues no se trataba solo de un problema que atravesaba a los dos detenidos sino al estudiantado al completo. Podemos decir que, simbólicamente, no solo se cargó contra las personas presentes en Bellas Artes sino contra toda la comunidad estudiantil: me consta que se acercaron estudiantes de los institutos también. Las vivencias politizan: no es lo mismo ver vídeos de cargas policiales en la Península que verlas en la puerta de nuestra universidad. El mensaje dado frente a los juzgados es claro: si nos tocan a unx, nos tocan a todxs; la universidad no es lugar para policías. El movimiento estudiantil canario está muy vivo. Salir de juzgados de ese modo es precioso: gracias de corazón a todo el mundo. Me cuidan mis amigues, no la policía.
La memoria es capaz de almacenar experiencias y vivencias, alberga los sentimientos más cálidos y los más impactantes. Pero podemos inferir que hay otro tipo de memoria, no personal sino colectiva, que mantiene viva nuestras luchas y les da fuerza. Se trata de la memoria histórica. El 12 de diciembre de 1977 Javier Fernández Quesada es asesinado en el Campus Central de la ULL durante una huelga estudiantil al recibir un disparo de la policía. Desde entonces, se ha respetado el hecho de que la policía no entre a dependencias universitarias salvo consentimiento expreso y justificadísimo. La presencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad el pasado martes en Bellas Artes no estaba en absoluto justificada. Es una falta de respeto gravísima a nuestra memoria histórica colectiva: hay líneas que no se deben traspasar. Esto ha ocurrido con consentimiento y conocimiento por parte de la Universidad de La Laguna (ULL), es imperativo depurar responsabilidades.
Aprovecho esta carta para dirigirme a la Rectora, Rosa Aguilar: va siendo hora de dimitir. Las palabras que ha vertido en prensa no me sirven de nada, siendo uno de los afectados. Caen en saco roto si no se traducen en decisiones y acciones reales para reparar los daños causados. Si realmente está preocupada y afectada por lo ocurrido, debería de haberse puesto en contacto con los estudiantes para interesarse y ofrecer ayuda; ha tenido desde el martes, queda claro que no tiene interés real. Me parece muy bien que, como dice en el comunicado dirigido a la comunidad universitaria, “nuestra puesta en libertad constituye una satisfacción para este centro académico”. Querría recordarle que se trata de libertad provisional con cargos y que, si bien para usted esto ya ha acabado porque se ha lavado las manos, para el estudiantado no: usted es responsable directa de lo sucedido. Solo ha salido en prensa para tirar balones fuera y blanquear la imagen de la Universidad de La Laguna.
Tampoco se esperaba más de usted, la comunidad universitaria está acostumbrado ya a que actúe de esa manera. Está a cargo de una universidad con un ratio de abandono del 45% entre su alumnado debido a su penoso funcionamiento estructural, sin que se tomen medidas al respecto para paliarlo. Está a cargo de una Universidad que decide invertir millones de euros en medios digitales antes que en contratación de nuevo profesorado: las clases las dan lxs profesorxs, no los ordenadores, y la plantilla de la ULL es una de las más envejecidas y precarias del Estado español. Está a cargo de una universidad que incumple un acuerdo oficial con el Gobierno de Canarias por el cual, en medio de esta profunda crisis económica que comenzamos a atravesar, se eximiría al alumnado del pago de segundas matrículas y sucesivas; el mismo día de la matrícula lxs estudiantes se encuentran con que tendrán que afrontar el pago de cientos de euros no previstos, pues habían asumido que, como es natural, la ULL y el Gobierno de Canarias cumplirían el acuerdo oficial. Y esto por solo nombrar algunas cosas que pasan en esta institución, la lista es muy larga y lo ocurrido esta semana es solo un punto más. Creo hablar en nombre de la gran mayoría del estudiantado al pedir su dimisión, por lo visto en las concentraciones del martes y el miércoles, junto a lo expuesto en redes sociales, esto era y sigue siendo un clamor. Tenga un poco de decencia.
Me dirijo, para acabar, a mis compañeros y compañeras estudiantes de la ULL. Estos días nos han demostrado que tenemos mucha fuerza y que venimos acumulando motivos para estar descontentxs con la ULL desde hace ya mucho tiempo. El estudiantado organizado es una potencia que tiene capacidad de construir en positivo y crear sus propias redes de apoyo. Es el momento de catalizar todo lo acumulado para traducirlo en cambios reales, de encontrarnos y crear asambleas de estudiantes que transformen la realidad que sufrimos. No solo hay mucho que hacer y cambiar en la universidad, sino en el mundo que padecemos. Lo acontecido estos días es político, así como nuestra existencia colectiva: reapropiémonos de nuestra vida, juntxs somos más que cualquier institución
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