Espacio de opinión de Tenerife Ahora
Con su pan se lo coman
Unas cinco mil personas mayores, vinculadas a centros y asociaciones de casi todos los municipios de Tenerife, participaron hace unas semanas en el Recinto Ferial de Santa Cruz en el denominado Encuentro del Día de Canarias. Tras preguntar en el pasado pleno del Cabildo, nos enteramos de que el coste de este ascendió a 104.000 euros de dinero público. Un acto que proyectó una imagen, no centrada en profundizar en la problemática de las personas mayores y sus alternativas para una vida mejor, sino en la promoción de los alcaldes de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna, y de los presidentes del Cabildo de Tenerife y del Gobierno de Canarias.
Convirtieron un evento sufragado con fondos públicos en un acto de propaganda partidista, un auténtico mitin político, en una reedición de la fiesta de la mortadela al estilo más rancio de la ATI de los ochenta.
Es una vergüenza utilizar dos cuestiones tan simbólicas para tratar de obtener rédito partidista. La primera, el Día de Canarias: la jornada donde celebramos nuestra identidad, en la que deberíamos hacer balance de nuestros logros colectivos y de nuestras importantes carencias -a transformar en objetivos futuros-, y que debería servir también para construir y consolidar una comunidad democrática, cohesionada y pluralista. En lugar de eso, Coalición Canaria (CC) convierte esa oportunidad en un mitin de partido, el suyo, para hacer populismo de derechas.
Y el segundo símbolo, nuestros mayores. Junto a la infancia, el colectivo más vulnerable de nuestra sociedad, y el que merece mayor respeto, por todo el inmenso esfuerzo que han aportado durante toda su vida, que en el caso de nuestros mayores empezó casi siempre trabajando desde edades muy tempranas, y que permitió construir muchas de las cosas buenas que conforman la Canarias de hoy.
Además, con su forma de actuar CC delata un tratamiento injusto y diferenciado entre mayores de primera y de segunda. Mayores de primera, de quienes se aprovechan y a quienes convocan a un mitin partidista en el Recinto Ferial, no pagado con dinero de su partido, sino con el de toda la ciudadanía. Frente a mayores de segunda, quienes por razón de su edad y condición física están afectados por toda clase de dolencias, y con mucha frecuencia terminan en las urgencias del sistema sanitario público; contribuyendo, por el alto número de personas de este colectivo, a saturarlas: esa imagen tercermundista de camillas con personas enfermas acumuladas en los pasillos, muchas de ellas ancianas, a veces durante muchos días. Y es que Coalición Canaria, que lleva instalada en el poder un cuarto de siglo, no ha implantado, siquiera sea de forma progresiva, un sistema de urgencias geriátricas, para atender de manera diferenciada y digna a nuestras personas mayores y, de paso, contribuir a aliviar el colapso absoluto que padecen nuestros servicios de urgencias sanitarias.
En realidad, no han hecho más que volver a repetir viejas historias. Los dirigentes de CC, que con demasiada frecuencia se permiten llamar populistas a otros, reproducen lo que fue marca de su casa desde los comienzos. Esa derecha criolla comenzó a encaramarse al poder en 1987, cabalgando sobre un movimiento interesado y artificialmente hinchado contra una Ley de Aguas que, lo único que pretendía, era hacer más transparente y democrático el opaco y cargado de ineficiencias mercado de un producto tan básico como el agua. Y fue precisamente el Cabildo insular, en manos de ATI, quien utilizó por primera vez su potestad de iniciativa legislativa para acabar con aquella ley democrática y progresista, bloqueando o retrasando décadas lo que al final seguimos teniendo que hacer porque es una obligación histórica: garantizar un abastecimiento de agua de calidad para toda la sociedad tinerfeña y sus diferentes sectores.
Luego dieron otro paso adelante en su asalto al poder, de nuevo ejerciendo el populismo de derechas, cuando se opusieron a la consolidación de una Universidad en Las Palmas y promovieron un amplio movimiento que apeló a los sentimientos más primarios y promovió la división de nuestro pueblo (algo que ningún nacionalismo sincero haría jamás), al tiempo que negaba un derecho elemental -que hoy nadie discute, espero- de la isla hermana.
Podría seguir con otros ejemplos históricos, pero no me debo alargar. En cualquier caso, ¿sabe la persona que lea este artículo cuál es la diferencia entre aquellos tiempos y estos? Que entonces CC iba hacia arriba. Y ahora está ya en pleno declive. En total decadencia. El mitin del Recinto Ferial, lo mismo que el reciente intento de volver a manipular los sentimientos del pueblo tinerfeño en torno al Carnaval (incluyendo la edición de un vídeo lamentable y manipulador), como su pretensión de manipular otra cuestión sagrada: los sentimientos de religiosidad popular de una parte importante de nuestro pueblo respecto a la virgen de Candelaria. Todo eso, lo que evidencia, es que caminan hacia atrás, como los cangrejos. Y que más temprano que tarde acabará este ciclo, demasiado largo ya, de un proyecto político agotado, falto de alternativas, de capacidad de entusiasmar a nuestra gente, y que por eso no hace más que recurrir a lo más vil y a la instrumentalización partidista de los colectivos más débiles y de las cuestiones que merecen más respeto.
Mientras tanto, con su pan se lo coman, señoras y señores de Coalición Canaria.
*Portavoz del grupo Podemos en el Cabildo y militante de Sí Se Puede
Unas cinco mil personas mayores, vinculadas a centros y asociaciones de casi todos los municipios de Tenerife, participaron hace unas semanas en el Recinto Ferial de Santa Cruz en el denominado Encuentro del Día de Canarias. Tras preguntar en el pasado pleno del Cabildo, nos enteramos de que el coste de este ascendió a 104.000 euros de dinero público. Un acto que proyectó una imagen, no centrada en profundizar en la problemática de las personas mayores y sus alternativas para una vida mejor, sino en la promoción de los alcaldes de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna, y de los presidentes del Cabildo de Tenerife y del Gobierno de Canarias.
Convirtieron un evento sufragado con fondos públicos en un acto de propaganda partidista, un auténtico mitin político, en una reedición de la fiesta de la mortadela al estilo más rancio de la ATI de los ochenta.