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La oportunidad de la limitación

Una de las formas utilizadas para compensar la escasa dimensión económica de determinados territorios se ejecuta a través de la expansión de sus mercados de alcance. En este sentido, la economía de Canarias siempre ha contado con un modelo de crecimiento económico en el que sus elementos constitutivos han sido los de una producción cuya oferta exportadora se esfuerza por minimizar sus costes a la vez que tener libre acceso a los mercados internacionales, con el fin de maximizar su intercambio con mayores niveles de excelencia cualitativa frente al resto de regiones competidoras.

Y no pensemos únicamente en un mercado al uso de bienes. Pensemos también en la exportación de servicios a través de una continua reducción de los costes de transacción con el fin de rentabilizar la situación del enclave insular en el entorno atlántico, a través de un factor institucional que intenta evitar los obstáculos a la expansión económica. Pero las bases del crecimiento económico no son inmóviles. El desarrollo de la aeronáutica, el incremento de la renta de los países de la Europa más desarrollada y la generalización de la economía del ocio conducen a la expansión de sectores que permiten la tan manida denominación de la diversificación sectorial. De hecho, a lo largo de toda nuestra historia han aparecido nuevas actividades que han permitido añadir altos niveles de crecimiento.

Esta diversificación ha supuesto para la economía de las islas la expansión de nuevas formas de servicios, teniendo notables efectos sobre el conjunto de las actividades económicas ligadas, tanto directa como indirectamente. Ha sido innegable su aportación porque el consumo no solo se hace sobre un único bien o servicio, sino con la combinación de bienes y servicios. Ahora bien, el desarrollo de los nuevos servicios determina la reasignación de los recursos. Especialmente, una asignación diferente de la tradicional del territorio y de la fuerza de trabajo porque implicará un cambio cuantitativo de la distribución del empleo sectorial, así como un cambio hacia la asalarización de las relaciones laborales.

Pero las limitaciones estructurales son eso, estructurales, por lo que el archipiélago siempre ha tenido que sobreponerse a las continuas limitaciones a una plena integración en el mercado único utilizando incluso su localización geográfica, al ser una de sus mejores bazas: su geolocalización. Es frontera de Europa, y como tal expande su territorio. De esa forma necesita un mejor y continuo proceso de integración por el hecho de hacerse acreedora de mejorar la capacidad de inserción en su entorno geográfico junto a una mejor integración en el mercado interior, mediante la adaptación especialmente en materia de accesibilidad física, económica y tecnológica.

Respecto al mercado interior, la transposición mecánica de ciertas medidas de aplicación de las políticas comunitarias puede ocasionar resultados asimétricos en relación con los objetivos perseguidos, de ahí que su modulación deba ser totalmente pertinente. Respecto a la integración en el entorno geográfico, ello requiere la reducción del déficit de accesibilidad que afecta a estas regiones. Solo así la ciudadanía y las empresas podrán acceder a los beneficios del mercado interior en las mismas condiciones.

Por ello se deberán potenciar las sinergias entre Canarias y los países vecinos para poder llegar a convertirse en centro de comercio y servicios, plataforma logística o referente de conocimientos aplicados en sus respectivas zonas geográficas,  profundizando de esta manera en la compleja cuestión de la inserción económica regional, porque hay que convencerse de que cualquier mejora en el nivel de desarrollo, así como en el fomento de la competitividad y la cohesión social, pasa por una sustancial reducción de su déficit de accesibilidad convirtiendo una limitación en una innegable oportunidad.

*Economista

Una de las formas utilizadas para compensar la escasa dimensión económica de determinados territorios se ejecuta a través de la expansión de sus mercados de alcance. En este sentido, la economía de Canarias siempre ha contado con un modelo de crecimiento económico en el que sus elementos constitutivos han sido los de una producción cuya oferta exportadora se esfuerza por minimizar sus costes a la vez que tener libre acceso a los mercados internacionales, con el fin de maximizar su intercambio con mayores niveles de excelencia cualitativa frente al resto de regiones competidoras.

Y no pensemos únicamente en un mercado al uso de bienes. Pensemos también en la exportación de servicios a través de una continua reducción de los costes de transacción con el fin de rentabilizar la situación del enclave insular en el entorno atlántico, a través de un factor institucional que intenta evitar los obstáculos a la expansión económica. Pero las bases del crecimiento económico no son inmóviles. El desarrollo de la aeronáutica, el incremento de la renta de los países de la Europa más desarrollada y la generalización de la economía del ocio conducen a la expansión de sectores que permiten la tan manida denominación de la diversificación sectorial. De hecho, a lo largo de toda nuestra historia han aparecido nuevas actividades que han permitido añadir altos niveles de crecimiento.