Espacio de opinión de Tenerife Ahora
Primarias
Que 128.000 personas se movilicen un domingo cualquiera en toda España para elegir al secretario general de su partido político es siempre una buena noticia, se mire por donde se mire. Indica que la gente quiere escoger, ser parte de algo, que cree en la política, a pesar de todo. Que no está dispuesta a que sean otros los que decidan por ella. La participación ha sido la clave del éxito de otras formaciones, como Podemos, y lo es de cualquier intento de regeneración que se quiera llevar a cabo de ahora en adelante.
El liderazgo de Pedro Sánchez nace fuerte. Se ha impuesto a Eduardo Madina con casi el 50 por ciento de los votos, 16.038, según el escrutinio al 92 por ciento, con un fuerte apoyo en Andalucía, la más importante de las federaciones del PSOE, donde el nuevo secretario general ha superado el 61 por ciento de los sufragios. Y a nadie se le escapa la fuerza de esa comunidad autónoma en el nuevo proyecto de los socialistas españoles.
Este tipo de cambios se producen en cascada. Las ondas del movimiento que se ha producido en Ferraz no dejarán indiferente a nadie y se irán expandiendo poco a poco por todo el territorio nacional. Habrá que estar atentos a lo que ocurra en Canarias, donde Pedro Sánchez ha rozado el 54 por ciento de los votos frente al 32,68 por ciento de Madina, según el escrutinio público que ha ofrecido el propio PSOE.
Lo deseable sería que cundiera el ejemplo, el ejemplo estratégico de dejar en manos de la gente la elección del líder de un partido político. Debería ser obligatorio, incluso. A derecha e izquierda ha habido siempre fuertes reticencias, por motivos diferentes, eso sí, a un sistema de elección abierta de cargos. En la derecha, por la fuerte carga personalista de este proceso. Y en la izquierda, por el miedo a la infiltración de candidatos por motivos espurios. Un error.
Los cambios generacionales no se producen en vano. Vienen siempre cargados de profundidad. Quizá es la hora de una nueva generación, una nueva generación que quiera hacer las cosas de manera distinta, que quiera voz y voto, decidir. Que, en realidad, quiera más política. Y creo que irá por el camino equivocado quien persista en el error de tomar decisiones estratégicas en pequeños cenáculos del poder. Eso ya no sirve.
Que 128.000 personas se movilicen un domingo cualquiera en toda España para elegir al secretario general de su partido político es siempre una buena noticia, se mire por donde se mire. Indica que la gente quiere escoger, ser parte de algo, que cree en la política, a pesar de todo. Que no está dispuesta a que sean otros los que decidan por ella. La participación ha sido la clave del éxito de otras formaciones, como Podemos, y lo es de cualquier intento de regeneración que se quiera llevar a cabo de ahora en adelante.
El liderazgo de Pedro Sánchez nace fuerte. Se ha impuesto a Eduardo Madina con casi el 50 por ciento de los votos, 16.038, según el escrutinio al 92 por ciento, con un fuerte apoyo en Andalucía, la más importante de las federaciones del PSOE, donde el nuevo secretario general ha superado el 61 por ciento de los sufragios. Y a nadie se le escapa la fuerza de esa comunidad autónoma en el nuevo proyecto de los socialistas españoles.