Espacio de opinión de Tenerife Ahora
Reencuentro emocional
(En el ocaso, una luz tenue y azulada acaricia la fachada del edificio. En el interior, una luz agresiva y cálida impregna todo el pasillo. Nada es igual y todo parece ser lo mismo, contrastes entre lo natural y lo artificial).
Garaje, ascensor, llaves, puerta. Llego a casa con el mismo hábito procesal de cada ocasión. En la cabeza preocupaciones y cavilaciones, imposible escapar de este ritmo vital de los compromisos adquiridos, de las expectativas, de lo que es y lo que debe ser.
Tras completar ciertas rutinas, dispongo todo para abordar las tareas encomendadas. Hago un recorrido por el mundo virtual y vuelvo a preocuparme por el último informe PISA. La educación en Canarias tiene serios problemas que piden soluciones inmediatas, hay datos que lo confirman, estamos a la cola, las pruebas no han sido satisfactorias, el alumnado no está a la altura. Y algo habrá que hacer, pienso en lo que busco la respuesta y complicidad en algunos compañeros de profesión, maestros que continúan en el aula a diario, cara a cara con la situación.
Sin embargo, esta vez, en el encuentro con el otro no descubrí lo que buscaba y el viaje se tornó en lección. Más allá de lo que a priori venía en mi ocupada cabeza había soluciones que traspasaban lo tangible. Touche.
(En la estancia el silencio necesario. Respiración lenta, pausa, tiempo. El latido se acomoda en un ciclo más cómodo. Al fondo, una sutil aria de María Callas refuerza los pensamientos. Es el momento de sentir).
Con un leve escalofrío me doy cuenta de que la emoción no siempre nace. Adormitada subyace piel adentro, como en un letargo invernal, frío y distante. Cuanto más tiempo pasa en este estado más le cuesta salir de su coraza. El refugio es bueno, fácil de controlar y afuera se está demasiado expuesto. El mundo de hoy no se hizo para según qué prácticas.
Con la boca entreabierta y una leve sonrisa comienzo a ser consciente de que estoy rodeado. Yo tampoco he logrado escapar al Big Data. Información acumulada. Estadísticas, resultados, análisis. Todo se mide, se calibra, el mundo en un porcentaje. Ya nada se entiende mirando a los ojos, es el momento de los resultados, de obtener una señal que identifique un comportamiento, un patrón desde el que seguir la tendencia de la masa.
Macroeconomía, sangre o comprensión lectora; cualquier cosa es sujeto de estudio. Lo cuantificable es el motor, el poseedor de los datos es quien tiene el control. Nada ni nadie escapa a estas verdades enlatadas.
Con lágrimas en los ojos recuerdo la frase del amigo maestro tras ser interpelado por el informe PISA: “Al final en mi colegio se despliega un sinfín de recursos: pizarra digital, internet, métodos, rutinas de pensamiento, cientos de proyectos y no se dan cuenta de que lo más importante no lo tienen. Dicen que mis alumnos no siguen la norma, pero nadie los felicita por mantener la ilusión en el trabajo cada día”.
Con una sonrisa recuerdo su última conclusión: “Ilusión amigo, ilusión por hacer cosas es lo que nos falta”.
(En el ocaso, una luz tenue y azulada acaricia la fachada del edificio. En el interior, una luz agresiva y cálida impregna todo el pasillo. Nada es igual y todo parece ser lo mismo, contrastes entre lo natural y lo artificial).
Garaje, ascensor, llaves, puerta. Llego a casa con el mismo hábito procesal de cada ocasión. En la cabeza preocupaciones y cavilaciones, imposible escapar de este ritmo vital de los compromisos adquiridos, de las expectativas, de lo que es y lo que debe ser.