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Opinión - Mazón se pone galones. Por Raquel Ejerique

La suerte

- ¿Y por qué crees que te ha pasado?

- Pues, porque yo me lo merezco.

- Ni que fuera un anuncio de cosméticos. A ver. Te cuento. Resulta que las cosas no pasan por casualidad. Para todo hay una razón. Incluso, lo que pudiera parecer azar, es cálculo probabilístico.

- ¡Ya salieron las matemáticas!

- Pues he de decirte que sí. Resulta que, como se dice en los primeros pasos en todo proceso educativo, “si haces cosas buenas, te pasarán cosas buenas”. Y, al contrario, claro está.

- A gugu tata.

- Menos vacilones. Y ponte a ello. No te estoy tratando como a un bebé. Te estoy refrescando la memoria.

- Pues yo sigo sin verlo. Tengo un talento especial que sólo con ejercerlo tengo un éxito sin precedentes.

- Eso es innegable. Pero el talento sin trabajo se queda en eso. No te confíes. En una potencia sin explotar. A ver si lo entiendes. La formación no es un requisito previo. Es un hecho consustancial a tu vida. De ahí que, aunque tengas un valor natural, fruto de la genética, del entorno, de ¡un montón de cosas!, no sólo puedes perfeccionarlo, sino que lo intensificas. Hazme caso. Que la inspiración te coja trabajando.

- Me resisto a darte la razón. No me hace falta nada ni nadie. Soy la mejor persona haciendo lo que hago.

- No solo de orgullo se llena la nevera. Es necesario tener seguridad y confianza, pero no esperes a convertirte en alguien imprescindible. Nadie es imprescindible. ¿Te crees mejor que el resto? ¡Despierta! ¿La fortuna te ha sonreído? Has creído que te ha tocado la lotería sin necesidad de comprar un boleto. ¡Pues no! La suerte no se tiene. La suerte se merece. La verdad es que, aunque todo sucede por causa y efecto, la complejidad es tal que no debemos arriesgarnos a predecir nada porque todo está en continuo cambio y movimiento. Creemos que, si podemos predecir lo que sucederá, podremos actuar de la mejor manera posible. Sin embargo, esto no puede impedir el seguirnos impide intentándolo.

- ¡Y lo intento¡, pero nadie me comprende. Todo es efímero.

- Ya apareció el enemigo invisible… La fuerza mayor sobrenatural que impide que el planeta imparta justicia sobre tu persona. Oh, ¡qué desgraciado sería el universo si no hubieras nacido!

- No me ridiculices. No te lo voy a permitir. Ni a ti ni a nadie.

- ¿Y qué vas a hacer al respecto? ¿Vas a seguir calentando el asiento lamiéndote tus propias heridas? Si quieres algo, si quieres tener comprensión, sal ahí fuera y coge lo que crees que te pertenece. Realmente, y es lo que te intento explicar, el enemigo invisible existe, y eres tú. Cada persona tiene en su ser una parte depresiva que no hace sino incorporar mayores obstáculos a los ya existentes.

- Pero mis fracasos no se generan por mi incompetencia. Se generan por los celos que se ciernen sobre mi persona. El resto no quiere que yo triunfe.

- Mira. Lo último que te voy a decir es que el día que decides hacerlo, es tu día de suerte porque no es fruto de la casualidad, sino del trabajo. Por ello, y hazme caso, reconoce las oportunidades y ten capacidad para aprovecharlas. Nunca dejes la suerte en manos del azar.

- ¿Y por qué crees que te ha pasado?

- Pues, porque yo me lo merezco.