Espacio de opinión de Tenerife Ahora
Verano en código morse
Puede que un punto y coma consiga subsanar la rotundidad de un punto y final, que un punto y seguido dé paso a un guión para aclarar las cosas y que unas comillas confieran la relevancia oportuna a lo que antes acotaban dos simples comas.
Tal vez, el mensaje que prosigue a dos puntos acabe en unos conciliadores puntos suspensivos y no es de extrañar que a partir de unos intrigantes signos de interrogación surjan, a modo de respuesta, otros de exclamación que recuerden la jovialidad de los días felices.
Quién sabe si, en una misión suicida, podría excarcelar con un trazo certero de tipex todas las palabras que, desde hace tanto tiempo, viven presas entre paréntesis y corchetes, o que, de repente, una copiosa lluvia de tildes acentúe la locura de este disparatado y bochornoso verano de mantras y oraciones reflexivas.
A todas estas, no creo que hagan falta peritos ni expertos en grafología forense para descubrir que entre las líneas de este improvisado y paranoico glosario de singos de puntuación subyace un mensaje cifrado en código morse en el que no se lanza un SOS ni se dice adiós, sino hasta pronto.
De hecho, estoy más que convencido de que algún día volverán a redactarse en mayúscula y en negrita todos los sueños que plasmó en un papel el niño de los cuadernos Rubio de caligrafía.
Puede que un punto y coma consiga subsanar la rotundidad de un punto y final, que un punto y seguido dé paso a un guión para aclarar las cosas y que unas comillas confieran la relevancia oportuna a lo que antes acotaban dos simples comas.
Tal vez, el mensaje que prosigue a dos puntos acabe en unos conciliadores puntos suspensivos y no es de extrañar que a partir de unos intrigantes signos de interrogación surjan, a modo de respuesta, otros de exclamación que recuerden la jovialidad de los días felices.