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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Vuelve la 'pica'

Alrededor de 1,2 millones de kilos de plátanos en perfecto estado serán retirados del mercado en los próximos días. La decisión, aprobada por el Gobierno de Canarias, que rechazó una propuesta inicial todavía mayor, es consecuencia de una orden que parte de Asprocan, la entidad que agrupa a las seis organizaciones de productores. La noticia supone el regreso de lo que se conoce como la pica, uno de los muchos problemas que asfixia a los cosecheros canarios, especialmente a los más pequeños, que suponen el 95% del total. Los detalles se pueden consultar en esta información del compañero Román Delgado

No es fácil mirar para otro lado cuando cada año se destruyen toneladas de fruta en buen estado. Son las consecuencias de un sistema que obliga a producir aunque ello suponga tener que tirar a la basura plátanos perfectamente comestibles. No deja de ser contradictorio que para paliar las consecuencias del libre mercado, lo que supone la entrada y la competencia en la Península de bananas de terceros países, haya que destinar 141 millones de euros públicos, año tras año, para que la producción local pueda sobrevivir.  

Tampoco es sencillo ponerse en la piel del pequeño cosechero, que trabaja con esfuerzo su plantación para recibir una cantidad ínfima por su venta, sobre todo si se compara con el precio que en la última línea de la cadena paga el consumidor. Sin la ayuda europea, que supone cerca de la mitad de los ingresos que genera el plátano en Canarias, miles de agricultores acabarían en la ruina y con ellos se eliminaría gran parte de nuestro paisaje, que está dibujado por la principal producción agrícola de las islas, lo que a su vez alimentaría las intenciones de constructores que buscan en el suelo rústico posibles desarrollos de proyectos turísticos, amparados en una futura Ley del Suelo que oculta bajo el paraguas del interés general la llave de la especulación. En una isla como La Palma, donde se concentran la mitad de los productores, las consecuencias serían catastróficas.

Cuesta entender que a ese pequeño platanero se le obligue a retirar del mercado fruta en buen estado, bajo el pretexto de la existencia de un exceso de oferta que impide su venta. El problema se repite año tras año, sin que exista un control que evite que un porcentaje de esos plátanos termine en vertederos, en complejos ilegales o en fincas ganaderas que, sin ser gestores autorizados, producen cantidades de compost a las que difícilmente pueden dar salida. Se calcula que de los 1,2 millones de kilos de pica que acaba de ordenar Asprocan los Bancos de Alimentos solo asuman la mitad. 

Los datos invitan a la preocupación: más de 59 millones de kilos de plátanos sufrieron la pica entre 2009 y 2016. Cerca de 35.000 toneladas fueron retiradas solo en el año 2010. Una situación que tiene un complicado encaje legal en el Reglamento 1308/2013, del Parlamento y el Consejo Europeo, en el que se obliga a las organizaciones a “garantizar que la producción se planifique y se ajuste con arreglo a la demanda, sobre todo en lo referente a la calidad y la cantidad” (artículo 152). En el reportaje de Despiertos Oro Parece se hace un repaso en profundidad de esta realidad del sector platanero en Canarias.  

Mientras se incumplen normas europeas, sobre todo por la pasividad que en los últimos años ha caracterizado a la Consejería de Agricultura, donde importantes plataneros han sembrado durante décadas sus intereses, los pequeños cosecheros piden a gritos soluciones. Ponen como ejemplo a Llanos de Sardina, la organización que controla la familia Godoy en Gran Canaria, que el año pasado decidió echarle un pulso a la pica. En vez de destruir la fruta, colocaron los plátanos en el mercado de Portugal. Y les fue bien. La reacción de Asprocan no se hizo esperar: 200.000 euros de sanción.

La situación del sector platanero obliga a explorar nuevas vías que permitan una paulatina reducción de la cantidad de fruta que se destruye anualmente, lo que en paralelo podría suponer nuevos ingresos para los productores. Tal vez para algunos sea más fácil seguir con la pica y poner la mano para que Europa mantenga el equilibrio del negocio. El problema es que el sistema actual hace aguas y tiene fecha de caducidad. La postura conservadora de Asprocan en cuanto a la búsqueda de soluciones a la pica, como la exploración de nuevos mercados, contrasta con la vehemencia que le ha permitido desarrollar una posición de lobby en Europa, donde pelea con uñas y dientes por una nueva prórroga del modelo actual. 

El plátano necesita una reflexión profunda de todos sus actores. Hay alrededor de 8.000 productores en Canarias, de cuyos ingresos dependen muchas familias humildes que miran con preocupación un horizonte lleno de nubes negras. La tormenta, de momento, solo ha golpeado a Asprocan con la dimisión del ya expresidente Henry Sicilia. Pero el suelo tiembla debajo de las plataneras, señal de que se avecinan movimientos importantes en los próximos meses. De momento, vuelve la pica. 

Alrededor de 1,2 millones de kilos de plátanos en perfecto estado serán retirados del mercado en los próximos días. La decisión, aprobada por el Gobierno de Canarias, que rechazó una propuesta inicial todavía mayor, es consecuencia de una orden que parte de Asprocan, la entidad que agrupa a las seis organizaciones de productores. La noticia supone el regreso de lo que se conoce como la pica, uno de los muchos problemas que asfixia a los cosecheros canarios, especialmente a los más pequeños, que suponen el 95% del total. Los detalles se pueden consultar en esta información del compañero Román Delgado

No es fácil mirar para otro lado cuando cada año se destruyen toneladas de fruta en buen estado. Son las consecuencias de un sistema que obliga a producir aunque ello suponga tener que tirar a la basura plátanos perfectamente comestibles. No deja de ser contradictorio que para paliar las consecuencias del libre mercado, lo que supone la entrada y la competencia en la Península de bananas de terceros países, haya que destinar 141 millones de euros públicos, año tras año, para que la producción local pueda sobrevivir.