Kike Perdomo lleva 30 años metido de lleno en la música. Se dice pronto, pero es media vida, media vida alimentándose y alimentando el jazz, conociendo y tocando sus saxofones, componiendo, arreglando, grabando, produciendo y organizando festivales y otras citas musicales. Sin duda, el hoy lagunero es uno de los grandes de la música canaria.
A este artista, que no para de pensar y de meterse en líos, en líos de los sanos, hace más de ocho años le dio por crear, lanzar y atender el festival Canarias Jazz Showroom, una muestra modesta pero que ha resultado útil para el conocimiento público de muchas formaciones locales. Ese sencillo festival se ha mantenido en cartelera durante ochos ediciones consecutivas. La de 2016 empezó a rodar el viernes pasado en La Orotava, y ya este domingo se clausura en Agaete, isla de Gran Canaria, con la Big Band de Canarias. Cuando esto ocurra, los acordes asociados al Canarias Jazz Showroom (ver programa completo en canariasjazzshowroom.org) ya habrán dejado huella en La Palma, El Hierro y Tenerife.
De tan importante iniciativa cultural y de cuestiones relacionadas con la música del jazz y su futuro en Canarias, Kike Perdomo habla en esta entrevista, que coincide en el tiempo con la pérdida irreparable del guitarrista Ruskin Herman. Esta muerte, que se produjo el martes pasado en Tenerife, ha dejado conmocionado al colectivo del jazz en las islas; también a Kike Perdomo, con el que el intérprete que se dio a conocer en Los Realejos, con la banda Cebolla Jazz Band (más de 30 años atrás), no tuvo pocas tocatas, aventuras musicales y proyectos en común.
¿Qué es Canarias Jazz Showroom, cómo nace esta idea de festival multiespacial y qué aporta al conocimiento y desarrollo endógeno de este género musical en las Islas?
Desde hace mucho tiempo, con esto de que soy un veterano del jazz… [se ríe], venía pensando en que muchos de los proyectos musicales en que participaba apenas tenían repercusión en las islas. Se crearon circuitos que luego desaparecieron y se dieron muchas ayudas a proyectos de jazz que casi nadie conocía… No tenía mucho sentido que el gran esfuerzo que supone aprender y dominar la técnica de un instrumento: aprender armonía y solfeo, aprender a improvisar, aprender a componer, aprender a dirigir una banda, ensayar, gastarse un dineral en grabar, en fabricar, etcétera, luego no tuviera como contrapartida el hecho de poder hacer unos pocos conciertos. Así que pensé que sería interesante un festival donde los canarios y sus proyectos fueran el centro de todo, y no como suele ocurrir en los festivales más populares en Canarias, en los que los locales somos el relleno de los artistas internacionales. Lo digo con absoluto conocimiento porque lo he vivido durante 30 años en mi propia piel. Con esa premisa nace Canarias Jazz Showroom, que aporta un grano de arena para que los proyectos sean un poco más rentables y para que el público sepa lo que está pasando en este ámbito.
¿Cuál es su papel, el de Kike Perdomo (músico, compositor, productor e ingeniero de sonido), en esta cita anual que ahora cumple ocho años?
Mi función consiste en rellenar y superar mil trabas burocráticas para conseguir que unos pocos políticos sensibles a la cultura y a la música hecha en Canarias crean en el proyecto. Mi papel es intentar dar cabida a todos aquellos proyectos con presupuesto bastante limitado. Mi papel es conseguir los lugares, los backlines, pagar los hoteles, los viajes, el catering, y luego esperar y hacer otras gestiones burocráticas para que se abonen esas facturas pasados unos meses, como mínimo.
¿Cómo se eligen las formaciones locales que participan en la convocatoria y de qué manera se concibe el itinerario de actuaciones en el Archipiélago?
Las formaciones se eligen con el único criterio de que tengan el registro de un nuevo proyecto, ya sea en CD, vídeo, DVD…También vale con que sea un proyecto que esté a punto de ser grabado. Ningún estilo de jazz o fusión con el jazz es discriminado por su comercialidad o no comercialidad. Yo trato de hacer un festival con contenido cultural; o sea, con la cultura que está ocurriendo aquí, con nuestros músicos en torno a nuestra parcela musical.
¿Qué papel juegan las instituciones públicas locales y de otros ámbitos territoriales en el Canarias Jazz Showroom?
Juegan un papel fundamental. El Cabildo de Tenerife siempre creyó en este proyecto, primero con la figura de Cristóbal de la Rosa y ahora con José Luis Rivero. El Gobierno de Canarias empezó con una apuesta fuerte, cuando estaba Alberto Delgado de viceconsejero de Cultura, y luego se derrumbó el presupuesto hasta la mitad, con la llegada de la crisis. Pero siguen creyendo en el proyecto. Luego he ido buscando más creyentes, y la Sociedad de Artistas de España también apoya, aunque sea con una cantidad pequeña.
Esta propuesta musical cada vez apuesta más por la plaza, o sea, por el aire libre y el espacio público, por el pueblo y por la gratuidad de los conciertos... ¿Por qué han evolucionado hacia este modelo?
Las primeras ediciones se hicieron en espacios cerrados, en teatros y con el pago de entrada. Era muy importante darle valor al trabajo de los músicos locales, pero la respuesta fue muy pequeña. El porqué me lo preguntaba año tras año. La calidad era altísima, pero no terminaba de arrancar. Claro, hice un estudio de lo que pasaba y llegué a las siguientes conclusiones. Primera: el público se ha ido acostumbrado a la gratuidad, sobre todo por las instituciones públicas en su afán de ser benevolentes…, pero eso ha creado un vago concepto del valor de las cosas. A partir de tres euros de entrada, la gente no venía. Lamentable. Y segunda conclusión, el primer y más importante valor de este festival es que los proyectos sean conocidos por el público. Así decidí buscar una fórmula para hacerlo en abierto. Llevamos dos años y ahora sí funciona; ahora si hay 300 personas en los conciertos, y ahora la gente se está enterando de lo que pasa.
Canarias es una tierra con gran afición al jazz y con músicos de calidad en este ámbito. ¿Qué grupos más sorprendentes o propuestas artísticas de origen canario más sustanciales se ha tropezado gracias a Canarias Jazz Showroom en las siete ediciones ya cerradas? ¿Qué momentos podría destacar por llamativos o relevantes en estos años de historia?
Todos los grupos han sido importantes. Ninguno más que otro. Destacaría propuestas que habían sido literalmente vetadas en otros festivales de jazz y que por fin fueron tratadas como se merecían. No destaco nombres porque todos son igual de importantes.
¿Cómo define la selección de intérpretes de este año y qué concepto general destaca en la selección? ¿Quizá la juventud?
Este año celebro el increíble talento de los compositores para buscar su camino. Hacer un disco es un trabajo que incluye pensar en un estilo, un concepto, una senda. No es fácil. Solo por eso celebro que los grupos participantes este año se muevan entre el jazz y el folclore, el rock, la música clásica, el jazz más americano y tendencias como el soul, el groove o el hip-hop.
La muestra arrancó el día 29 de julio en La Orotava, en Café Quilombo, y pasará por El Hierro, La Palma y Gran Canaria, aparte de Tenerife. Entre otras cuestiones, se ha empeñado en demostrar que las plazas no solo son para las verbenas y los campeonatos de envite. ¿En qué han acertado al acudir a estos espacios populares?
Las tardes y las noches del verano son el escenario perfecto para sentarse y escuchar… Todos estamos más relajados y podemos saborear buena música, y no solo salir a bailar, que también está muy bien.
Ya son ocho ediciones con la actual y seguro que pensando en seguir. ¿Qué le gustaría tener en el corto plazo para afianzar ‘sine die’ este modelo de programación? ¿Qué apoyos echa de menos, tanto públicos como privados?
Bueno, a todos nos gustaría contar con un poco más de apoyo económico para que todo pudiese crecer: la publicidad, los escenarios, la cantidad de grupos que se puedan tener… Creo que esto llegará si soy capaz de mantener toda la presión burocrática que se me exige y si, por supuesto, sigo creyendo en que lo que hago tiene un sentido útil para los músicos de jazz de Canarias.
¿Se ha notado mucho la maldita crisis en las posibilidades de tocar jazz en las Islas o de afianzar proyectos de bandas locales?
Sí, se ha notado mucho. Han desaparecido muchas posibilidades de actuar y sobre todo de actuar con un caché digno que al menos costee las horas de trabajo que cuesta subirse a un escenario. El trabajo del músico es de los más duros, aunque solo los que estamos en esto lo sepamos bien. Exige mucha constancia y mucha disciplina; exige mucho sacrificio. Los músicos son atletas de alto nivel en su preparación. Pero es que además hace falta creatividad, pasión, humor, talento…
¿Cuál es el remedio a tantos desmanes que afectan a día de hoy a la cultura en este país?
Que los políticos nos ayuden de verdad y ayuden a que la inmensa mayoría de nosotros seamos más cultos y, por lo tanto, más libres.
¿Qué es lo que más lo motiva a seguir con esta iniciativa? ¿Qué foto, qué emoción o qué experiencia humana y/o musical vivida en el Canarias Jazz Showroom le ha dado fuerzas para no tirar la toalla?
A mí me motiva escuchar los comentarios de sorpresa del público con los proyectos canarios. He asistido a muchos conciertos con músicos internacionales de altísimo nivel, e incluso he tocado con ellos en festivales de jazz importantes en el mundo…Pero, claro, ellos son la punta del iceberg, unos 200 nombres escogidos entre la inmensa cantidad de músicos anónimos que crecen y luchan cada día por mejorar. Por eso, cuando veo cómo crecen los nuestros, los canarios, me siento orgulloso de mis paisanos. Esto es lo que me motiva.