En un tiempo en el que las oportunidades para la música en directo en las islas Canarias son escasas y lejos queda el momento en que existía un auténtico circuito de locales, resulta una labor titánica sacar un larga duración. Sin embargo, Carlos Rhodes lo ha hecho. Son diez temas con influencias clásicas del rock & roll, el blues y el folk; un conjunto de canciones que saben a whisky y a oscuridad.
¿Qué supone para usted Turno de noche?Turno de noche
Creo que hemos conseguido el disco que queríamos a pesar de todas las dificultades que se plantearon. Comenzamos a grabarlo en un periodo de vacaciones ya que, por motivos de trabajo, estaba fuera de la isla cuando todo comenzó a gestarse y hubo que aprovechar los fines de semana para grabar. Tras terminar el proceso, el resultado no me satisfizo, así que volvimos al estudio y grabamos otras dos canciones que, ahora pensándolo, son indispensables para el repertorio: Turno de noche y Puritanas en Las Vegas. Normalmente el nombre del disco sale de una canción, pero en este caso fue al contrario. Creo que el título sintetiza muy bien lo que queríamos expresar desde un primer momento.
¿Cuándo comienza a componer los temas de este disco?
El periodo de composición ha sido largo. Realmente La rubia del Flaco se compuso durante la grabación de mi anterior disco, Hasta el final (2015), en 2014, pero decidí guardarla para el siguiente. Bajo sospecha es de 2016. Esas dos canciones se grabaron en marzo de 2017 y en otoño de ese mismo año se componen Rock & roll y ojeras y Llueve en Dublín. En agosto de 2018 comienza un nuevo periodo de grabación que finaliza en marzo de 2019.
Ha sido un proceso bastante largo.
Sí, lo ha sido. Pero creo que sin esas vueltas el disco hubiera sido muy diferente. El propio concepto del disco ha sido fruto de esto. A veces, lo que en un primer momento parece ser un duro golpe, tiene luego una parte positiva. La grabación de Born to run de Springsteen -salvando, obviamente, las distancias- me sirvió como ejemplo. Tardaron más de un año en terminarlo y dos piezas fundamentales de su banda abandonaron en mitad del proceso (el pianista David Sancious y el batería Ernest Boom Carter, sustituidos por Roy Bittan y Max Weinberg, respectivamente). Sin embargo, esos cambios fueron imprescindibles para conseguir el sonido característico del disco. En mi caso, nadie de la banda se fue, pero en un momento dado sentí que algunos de los temas que había grabado ya no representaban el momento en el que estaba, así que los descarté y decidí grabar otros.
¿Qué retos le ha supuesto todo este proceso a nivel compositivo?
Creo que he tenido que evolucionar a nivel compositivo. He abierto el abanico de las cosas que escucho y leo y he retomado el proceso de sentarme a escribir, que a veces cuesta compatibilizar con los conciertos y los ensayos. Además, dejé atrás esa especie de ego y mi necesidad de controlarlo todo, y empecé a escribir junto a otras personas, principalmente con Susi Morla, que firma conmigo 8 de los 10 temas del disco.
¿Tiene una disciplina estricta para componer?
La tengo, desde luego, pero es muy flexible. La creatividad no se puede provocar. Sí es cierto que, cuando siento que algo va a salir, me quedo y continúo. Sigo el rastro a ver a dónde me lleva. Suele ocurrirme con frecuencia que, cuando tengo algún plan concreto, la inspiración hace acto de presencia. Es mejor no dar plantón a las musas.
¿De qué se nutre para componer sus temas?
Generalmente, de todo lo que me emocione o mueva algo en mí. Puede ser un artículo periodístico, un libro, una canción… Para mí, lo primordial a la hora de componer es tener la historia, la música y la métrica. Una vez que tengo eso, sé que tengo todas las piezas y la imagen general.
¿Cree que es imprescindible que haya un componente autobiográfico en la actividad creativa?
A medida que creces como compositor, empiezas a tener otros recursos que te hacen no ser tan dependiente de componentes autobiográficos. Los usas si los necesitas, claro está, pero no dependes de ellos para contar toda la historia. De la misma manera que no necesitas estar triste para componer una canción triste o viceversa. Es cierto que los personajes que aparecen en mis canciones suelen ser una mezcla de personas que conozco, a veces personalmente, a veces a través de un amigo, un libro, una película... También hay rasgos propios.
Dada la situación de la música en directo en Canarias, ¿qué expectativas tiene usted con Turno de noche? ¿Qué espera?Turno de noche
Siempre se espera lo máximo. La cuestión es ir trabajando, buscando y aprovechando oportunidades. Me gusta el disco que tenemos y la banda y yo nos estamos divirtiendo mucho ensayándolo y tocándolo. De momento, me produce buen feeling la reacción de la gente, sobre todo de las personas que no me conocen. Lógicamente, hay que trabajar, nada ocurre de repente. Quiero dar muchos conciertos, tocar donde haya que tocar y seguir haciendo canciones.
Tiene un equipo detrás bastante potente. ¿Qué influencia cree que ha tenido la producción del disco?
Como ya le comenté, Susi, productor del disco, ha colaborado en la mayoría de canciones del disco. Quiero pensar que juntos hemos conseguido que el resultado final, la suma de las piezas, sea mayor que las propias piezas por separado. Ese 1+1 = 3 que Springsteen llama “¡la fórmula del rock’n roll!”.
Susi, antes de productor y miembro de la banda, es mi amigo. Me conoce muy bien, y ello ha favorecido que me arriesgara a tomar un camino que no consideraba en un principio. Con el resto de la banda, Las Malas Compañías, que figura en el nombre del disco, me ocurre lo mismo. Más que mi banda, son todos amigos: Óscar Díaz, Vic McClane y Alejandro Lorenzo.
¿Cómo se ha tomado la creación del producto Turno de noche?Turno de noche
Es un disco mucho más oscuro. Me gusta que sea así. A la hora de hacer las fotos para el disco y los videoclips (Rock & roll y ojeras, El blues del Camaro y Gente tóxica) trabajamos con La Creme, que acertaron completamente con la estética que queríamos dar a la imagen visual.
Para mí es muy importante la autenticidad. La actitud es clave en el rock, nadie lo duda, pero a veces esa actitud tiene demasiada pose, no es auténtica. Siempre se toman pedazos de nuestros ídolos, de nuestras influencias, pero hay que ser capaz de crear algo propio y real. No finjo en mi imagen, nunca lo hago.
Dentro de esta realidad/ficción hay una inevitable relación con las redes sociales, ¿cómo interactúa con ellas?
Últimamente tengo más contacto con ellas. Me gusta hablar con la gente, invitarlos a que escuchen el disco. Es una forma de interactuar con personas que no viven en la isla o que no han tenido la oportunidad de asistir a ningún concierto.