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CRÍTICA DE CINE

Psicópata, adolescente y norteamericano

Fer D. Padilla

Santa Cruz de Tenerife —

- Título: I am not a serial killer (2016)

- Dirección: Billy O’Brien

- Guión: Christopher Hyde, Billy O'Brien (basado en la novela de Dan Wells)

- Reparto: Max Records, Christopher Lloyd, Laura Fraser, Karl Geary, Bruce Bohne

Billy O’Brien es un director irlandés no muy reconocido internacionalmente pero que ya cuenta con una trayectoria lo bastante extensa como para que nos hagamos una idea de su enfoque e inquietudes a la hora de hacer cine. La violencia moral y la muerte han sido plasmadas no pocas veces por el realizador, siempre desde un punto de vista cotidianamente crudo y desagradable.

Esta semana ve la luz en España la última de sus aventuras, I am not a serial killer, basada en la trilogía de intriga adolescente escrita por Dan Wells hace casi una década y que, si bien se presenta como un thriller adolescente de terror y ciencia ficción, resulta ser una disparatada y desagradable aventura de barrio sobre un muchacho (Max Records) que hace lo posible para no convertirse en lo que las cartas de la vida le han otorgado ser.

Hasta ahí todo perfecto. Más aún cuando podemos disfrutar una vez más -y no quedarán muchas oportunidades- de la siempre agradecida actuación del mítico Christopher Lloyd (Regreso al futuro, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?), porque gracias a ello aguantamos la duración y la cinta puede ser catalogada con la seriedad mínima.

Los problemas llegan cuando el espectador participa del metraje y se da cuenta de que muchas importantes conductas no tienen sentido. Detalles que van completamente en contra de las intenciones de los personajes, sus emociones y de la trama en general. Incoherencias que evitan que podamos sentir empatía alguna o entendimiento con los roles más sencillos de esta producción.

De esta forma, podríamos llegar a sentirnos un poco engañados al visionarla, ya que nos esforzamos en ponernos en la piel de un sociópata que debe evitar caer en una deriva destructiva y supuestamente inherente al transcurrir de los acontecimientos, cuando al mismo tiempo los propios familiares y seres queridos del protagonista parecen ignorar o directamente torpedear esa frágil estabilidad mental.

Naciendo de una base de auténtica fascinación por la figura del psicópata, por sus tendencias, rutinas y comportamientos, I am not a serial killer es una película curiosa con la que pasar un buen rato y ver en compañía. En compañía de alguien con un estómago lo suficientemente fuerte como para aguantar sangrías y absurdas agonías, claro. Sin embargo, también es fácil y agradecida a la hora de elaborar teorías sobre su deriva.

Lo realmente vergonzoso es el sinsentido en el que se convierte ese transcurso, por culpa del egocéntrico estilo de su director, que mezcla un terror que no asusta y una ciencia-ficción desagradable e irracional hasta la saciedad.

Por otra parte, lo mejor es esa serie de referentes a los que no podemos evitar acudir para explicarnos la existencia de un personaje como el de John Wayne Cleaver, protagonista de esta historia y cuyo trasfondo nos recuerda a maníacos de todas las épocas del cine y la televisión. Debemos reconocer, aunque sea simplemente por cuestiones de originalidad y perspectiva, el entusiasmo en la creación y adaptación de este psicópata adolescente.