La grancanaria Paola Torres es, desde hace años, una diseñadora con nombre propio en la industria cinematográfica española. A lo largo de los últimos años, la canaria ha trabajado con directores de la talla de Pedro Almodóvar, Rodrigo Sorogoyen o Álex de la Iglesia, entre otros. Además, y como broche de oro a un gran año, Torres consiguió el pasado 4 de febrero su primer Goya por el trabajo hizo para Los últimos de Filipinas, de Salvador Calvo. Parte del rodaje de esta película se hizo en Canarias.
Paola Torres entró en el mundo del vestuario cinematográfico “por casualidad”, según cuenta, y además tuvo la suerte de poder participar en La mala educación, de Pedro Almodóvar. A partir de ahí y de la mano de su amigo y mentor Paco Delgado, su carrera como diseñadora no ha dejado de crecer y crecer.
¿Qué ha supuesto para usted ganar este Goya por Los últimos de Filipinas? ¿Se lo esperaba?Los últimos de Filipinas
Siempre me he hecho muchas preguntas alrededor de la naturaleza y el motivo de los premios, y ahora, con la realidad de haber ganado un Goya, pienso que la gran satisfacción es poder hacer feliz a la gente que me quiere. Es un orgullo que consideren tu trabajo y que reconozcan tu esfuerzo, pero sin un afán excesivo de ser admirado. La posibilidad de trabajar es el mejor premio posible. Y que si me lo esperaba… Nunca fui consciente de ello. Sobre este rodaje he comentado que fue muy complicado conseguir el material correcto para los uniformes de los soldados españoles y que además se trabajó a contrarreloj.
¿Cuánto tiempo tuvo para acabar este proyecto y qué fue lo más difícil de gestionar?
En el cine siempre vamos a contrarreloj. Fueron nueve semanas de preparación: las dos primeras, dedicadas exclusivamente a la documentación, con reuniones con el director y con los historiadores Miguel Ángel López y Miguel Leiva, que nos ayudaron a profundizar en esta apasionante historia. Las tres semanas siguientes fueron para recopilar todo el material que necesitábamos y para confeccionar los uniformes, con el problema añadido de que no encontraba el tejido adecuado y por tiempo ya era imposible encargar su fabricación. Necesitábamos 900 metros de tela de rayadillo (100% algodón) y este tejido apenas se usa hoy en día. Al final, de milagro, encontramos un viejo stock de un fabricante de Barcelona. A partir de ahí fue todo una locura de pruebas con los actores y la realización de uniformes para la figuración, tintes y ambientación. Lo más difícil de esta película fue el día a día del rodaje porque había que ir destruyendo los uniformes a medida que rodábamos las secuencias. Fueron diez semanas de rodaje en las que no paramos ni un momento.
Aparte de este Goya, usted ya estuvo nominada por Mi gran noche, de Álex de la Iglesia. ¿Qué tipo de vestuario considera que es el más complicado: uno de época, como en Los últimos de Filipinas, o uno actual, como en la cinta de Álex de la Iglesia? ¿Con qué estilo se siente más a gusto?Mi gran nocheLos últimos de Filipinas
Este trabajo es complicado per se. En contra de lo que se cree, un vestuario contemporáneo es muy delicado de diseñar porque está supeditado al gusto del espectador. No se trata de distinguir entre época y actual, sino de definir el personaje dentro de la historia. Un buen vestuario cinematográfico tiene que contarte quién es esa persona, a qué se dedica. Su ropa debe hablar por él; es su tarjeta de presentación. Luego también cuenta la atmósfera y el ambiente que el director de la película, junto al de fotografía, le quieran dar al filme. Considero que nunca un traje debe estar por encima de la narrativa. Un vestuario no debe llamar la atención pero sí tiene que acompañar al actor. Personalmente, me siento muy a gusto con el cine contemporáneo.
Usted es una mujer que no para. Dentro de este año, se estrenan tres películas que cuentan con su colaboración: En zona hostil, de Adolfo Martínez Pérez, y dos películas de Álex de la Iglesia, El bar y Perfectos desconocidos. ¿Qué nos puede adelantar de estos trabajos? ¿Con cuál se siente más satisfecha?En zona hostilEl barPerfectos desconocidos.
Bueno, digamos que ha sido un año muy productivo, pero no siempre es así. Desgraciadamente, en nuestro sector puedes hacer tres películas un año y al siguiente ninguna. En zona hostil es una película bélica rodada con muchas dificultades en el desierto de Tabernas, con un tiempo infernal y rodeados de helicópteros. El diseño del vestuario no tuvo mayor complicación, ya que eran los uniformes reglamentarios del Ejército español en Afganistán. En cuanto a las películas de Álex de la Iglesia, las dos son vestuarios únicos porque el tiempo de ficción es una noche en cada una de ellas. Quizá El bar tiene más interés a la hora de rodar porque los personajes van deteriorándose hasta quedarse en ropa interior, y hay un proceso de ambientación muy complicado.
Parece que el director vasco cuenta ya con usted para todas sus películas. ¿Qué tal es trabajar con Álex de la Iglesia y qué valora más?
He tenido la suerte de poder hacer sus últimas tres películas como jefa de vestuario, pero ya había trabajado anteriormente en varios de sus proyectos como ayudante de Paco Delgado. Trabajar con Álex es siempre un placer; es una persona tremendamente creativa y con una visión del cine única en su género. ¡Simplemente es un genio!
Ha vestido a los personajes de muchos grandes directores españoles, pero ¿con quién le gustaría trabajar que aún no lo haya hecho?
Hay muchísimos directores jóvenes que están contando historias increíbles. Con cualquiera de ellos sería un placer trabajar.
Siempre ha comentado que su salto al cine fue “casual”, de la mano de otro gran diseñador canario, Paco Delgado. Él ha estado dos veces nominado a los Oscar. ¿Echa de menos el mundo de la moda o su futuro sigue estando dentro del cine?
Ciertamente, fue casual porque, cuando me surgió la oportunidad de estar en una película, yo estaba trabajando con la diseñadora de moda Sybilla, pero también es cierto que yo llegué a Madrid para estudiar Imagen y Sonido en la Facultad de Ciencias de la Información. El cine no me era extraño. Siempre me apasionó. Parafraseando al genial A. Einstein: “No pienso nunca en el futuro porque llega muy pronto”.
¿Se plantea trabajar fuera de España? ¿En qué proyecto se encuentra ahora?
No, yo adoro España, sobre todo porque trabajo con la gente que me gusta y me divierte. Tengo algunos proyectos pendientes de confirmación, pero prefiero no revelarlos, por si acaso.
Volviendo a sus inicios, ¿cómo comenzó en este mundo?
Yo he sido una mujer muy afortunada. Como he comentado, trabajaba en la moda cuando el director Pedro Almodóvar me invitó a participar en su película La mala educación, donde el responsable de vestuario era Paco Delgado. Paco se convirtió en mi mentor; es la persona que me ha enseñado todo lo que sé de este oficio. Siempre le estaré agradecida por haber sido tan generoso conmigo en lo profesional. En lo personal, tanto Pedro como Paco son algo más que mis amigos; son parte de mi familia.
Como diseñadora canaria, ¿qué opina de lo que se hace hoy en día en su tierra? ¿Considera que hay futuro para los jóvenes diseñadores que hoy se están preparando?
Estoy encantada de que en Canarias se estén haciendo tantos proyectos. Yo misma he tenido la suerte de trabajar tanto en Tenerife como en Las Palmas, y he de decir que es una maravilla rodar ahí. Por encima del clima y las exenciones fiscales, está la gente: su disponibilidad, amabilidad y hospitalidad. Es un orgullo del que presumo siempre delante de mis compañeros. Creo que se han abierto muchas puertas para los jóvenes que quieran dedicarse a este oficio, que como tal requiere práctica y experiencia. Hay gente muy valiosa. Yo misma lo he podido comprobar cuando contrato refuerzos para ayudar en mi departamento, pero también es verdad que se necesita preparación, dedicación y trabajar mucho. Las oportunidades siguen siendo escasas. Hay que enseñar a los jóvenes que no hay secretos para triunfar, sino que esto siempre es el resultado de un gran esfuerzo y de una larga paciencia.