Jaime Coello Bravo, titulado en Derecho y máster en Política y Gestión Medioambiental, de 50 años y natural de Puerto de la Cruz (Tenerife), lleva lo de conservar la naturaleza muy metido en la sangre. Lo vivió con intensidad extrema en casa, esto seguro. Su abuelo materno fue el prestigioso científico y geólogo Telesforo Bravo y su padre, Juan Coello, también sobresalió en el mismo ámbito. Ambos fueron miembros de los patronatos de los parques nacionales de Caldera de Taburiente, del Teide y de Garajonay, y defensores del medioambiente en Canarias.
Compartiendo experiencias y enseñanzas con tremendas figuras, a Jaime Coello seguro que le fue más fácil amar como hoy ama, con máxima intensidad y criterio, la naturaleza y su necesaria conservación, de cuyo parámetro no se muestra nada satisfecho ni es optimista. Por qué no decirlo.
Jaime Coello es el director y principal, por no decir único, portavoz de la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello, función por la que no recibe remuneración alguna. Coello fue concejal del grupo de Gobierno local en Puerto de la Cruz (2007-2009), mandato que inició en el PSOE y terminó como edil no adscrito. Luego, se presentó a las siguientes elecciones con un nuevo partido fundado junto con otras personas del municipio (Vecinos por el Puerto).
Con este proyecto, alcanzaron dos actas de concejal. Ejerció dos años como portavoz de Vecinos… y “me retiré de la política tras ocho años (2007-2015), tal y como me había comprometido a hacer”. “Durante seis años, entregué todo lo que se me pagó por asistencia a plenos a la Concejalía de Bienestar Social de mi ayuntamiento, al compatibilizar mi cargo político con el de técnico de la Consejería de Política Territorial y Medio Ambiente del Gobierno de Canarias”, destaca.
Coello contesta en esta entrevista a preguntas muy directas sobre el gran incendio de Tenerife, el de este verano pasado, y traslada su visión acerca de cómo de verdad se defiende y conserva la naturaleza en las islas. El portavoz de la mencionada fundación ni se achanta ni tiene, como se suele decir, pelos en la lengua.
Debo decirle que en estos tiempos de tanto olvido que nos hace insostenibles; de dejar de contar cosas de interés para la conservación del medioambiente natural, ustedes, la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello, no hacen más que estar pendientes y denunciar atentados ecologistas varios, que los hay, y muchos, por sorprendente que aún nos parezca a todos y todas. ¿Por qué este empeño y cómo lo hacen, que los medios de control no deben ser abundantes y el tiempo que se puede dedicar a estos exámenes seguro que además es escaso?
Afortunadamente, contamos con gente, dentro y fuera de la fundación, entusiasta y muy comprometida que rastrea las redes sociales y encuentra casi a diario verdaderas aberraciones; también hay una enorme cantidad de personas que residen en estas islas y no se resignan. Nos hacen llegar lo que ven y lo que quieren denunciar. Nos gustaría que las administraciones públicas, a veces poco propicias a perseguir las infracciones que se hallan en las redes sociales, por razones que no alcanzamos a entender, se involucraran más en esta vigilancia y destinaran más medios a realizar esta función. A nuestra naturaleza le iría mucho mejor.
Este verano ha sido muy duro en Canarias, con un agosto devastador en el caso de la isla de Tenerife, donde un gran incendio con origen forestal ha generado una auténtica tragedia, quizá la más dolorosa en toda la historia de la isla para la Corona Forestal y el Parque Nacional del Teide. ¿Considera que esto es así, que el incendio iniciado en Arafo-Candelaria con impacto en unas 15.000 hectáreas es lo más duro que ha vivido Tenerife en sus montes y en la cumbre?
Cada acontecimiento de esas características es muy duro y en estas islas somos muy dados a categorizarlo todo. En el año 2007, ardieron más de 16.000 hectáreas en Tenerife. Uno de los mayores problemas que estamos padeciendo es la repetición de fuegos en los mismos ámbitos, con lo que hay vegetación que se quema varias veces con muy poco margen. Si los organismos vivos están debilitados por fuegos anteriores, pueden llegar a colapsar al volver a arder. Reclamamos una valoración integral del incendio, de sus causas y de sus consecuencias ambientales y económicas, y una divulgación exhaustiva de los resultados de ese estudio, algo que en Canarias nunca se hace con las catástrofes. Es la única manera de poder responder a esta pregunta de forma precisa. A bote pronto y con la información de la que disponemos, podemos calificar este fuego como una verdadera catástrofe ambiental.
Usted seguro que ha seguido la evolución de esta emergencia y conoce el impacto en la naturaleza generado por el fuego. ¿Podría detallarnos, al margen de los aspectos ya subrayados por los políticos (“no ha habido daños personales ni materiales de consideración” y “se ha trabajado muy muy duro”), cuál es el efecto que el fuego y su larga duración y afección han causado en el paisaje, en los espacios naturales protegidos, en la flora y fauna autóctonas y también en el caso del Teide, otra vez mordido por las llamas, algo que últimamente resulta demasiado habitual?
Completando la pregunta anterior, uno de los recursos más importantes que podemos haber perdido es una gran cantidad de suelo. En unas islas como las nuestras, ocupadas por numerosas construcciones y alicatadas con carreteras e infraestructuras, el suelo es un bien muy escaso. Tras el último gran incendio de La Gomera, el otoño y el invierno fueron bastantes lluviosos y se pudo observar grandes manchas de tierra en el mar como consecuencia de las escorrentías. Habría que colocar elementos que impidieran la pérdida de ese suelo. Por otra parte, sin suelo y sin cubierta vegetal la posibilidad de avenidas o escorrentías que produzcan efectos catastróficos se incrementa, ya que, al no haber suelo ni vegetación o estar muy dañada, no se capta agua por efecto de la lluvia horizontal o convencional y no se produce infiltración o es muy escasa. Esta última circunstancia puede implicar además una severa disminución de la recarga de los acuíferos, con lo que el agua que captamos por galerías y pozos puede verse mermada en un futuro no muy lejano.
Por cierto, ¿qué consecuencias ya padecemos por el fuego ahora controlado y cuáles nos podrán afectar en adelante?
Para completar estos cuatro jinetes del Apocalipsis, la vegetación cumple una importante función de fijación de CO2 y de producción de oxígeno. Resulta sorprendente que, en un contexto de calentamiento global, donde mucha gente se ha manifestado este verano en San Sebastián de La Gomera para que el ayuntamiento no tale los flamboyanes, haya quien defienda la tala de pinos canarios y la entrada de ganado de forma indiscriminada en los espacios naturales protegidos. Nuestros montes y nuestros mares forman parte de nuestro patrimonio natural más valioso y nos prestan servicios imposibles de cuantificar, imprescindibles para nuestra supervivencia y para mantener una calidad de vida aceptable. Sin ellos, Tenerife y todas las islas Canarias serían verdaderos desiertos.
¿Sabe usted cómo podemos prevenir este tipo de catástrofes?
Creo que estas catástrofes responden a muchas causas y muy complejas, y desde luego su prevención debe responder también a la toma de medidas igualmente complejas. Defiendo que la gravedad de las consecuencias de este incendio, que por lo que sabemos ha sido provocado, y de otras catástrofes que hemos sufrido en Canarias son el resultado de una tormenta perfecta generada por un modelo productivo insostenible, el basado en el turismo de masas, donde la capacidad de carga de muchas de las islas está ampliamente superada. Este modelo económico ha generado un efecto llamada de población y en Tenerife viven ya más de un millón de personas en poco más de 2.000 kilómetros cuadrados, con una densidad que supera los 400 habitantes por kilómetro cuadrado y que es el doble si tenemos en cuenta que la mitad de la superficie de la isla está protegida (el 48 %). Las previsiones son de mayor crecimiento, por lo que el consumo de agua y de energía se incrementará, así como la producción de residuos, de aguas residuales y de emisiones contaminantes. La mayor parte del suelo de la isla que está fuera de los espacios naturales está ya edificada u ocupada por infraestructuras, y parece que, si nuestros gobernantes no ponen freno esto, llegaremos a ocupar hasta el último centímetro de la isla. Después de haber ocupado la costa, ahora parece que queremos hacer lo mismo con las medianías y, si nos dejan, con las cumbres; por eso, resulta tan peligroso un fuego hoy en día en Canarias. Hay muchos núcleos habitados en medio del monte y hay muchos terrenos agrícolas abandonados. El abandono de las medianías no es solo de su territorio; es también de sus gentes abandonadas a su suerte, sin oportunidades ni servicios dignos, lo que se traduce en resentimiento a nuestra naturaleza. Estas condiciones de vida generan resentimiento hacia la naturaleza. La falta de gestión de los espacios naturales lleva a interpretar lo que es falta de gestión como exceso de regulación. La presión a la que estamos sometiendo a nuestros espacios naturales y a nuestra isla en general es insostenible.
¿En qué hemos fallado y en qué ya debemos intervenir para evitar situaciones análogas en el futuro?
Más medios personales y materiales para vigilar y prevenir los fuegos y las infracciones ambientales, mayor educación ambiental y más atención a la población residente en medianías, dotándola de los servicios que necesita, gestión efectiva de los espacios naturales protegidos, políticas de apoyo a la actividad agrícola y ganadera, eliminación de especies invasoras y potenciación de aquellas más resistentes al fuego, recuperando el monteverde o laurisilva y corrigiendo su fragmentación en toda la vertiente norte de la isla, junto con una ordenación del territorio y del urbanismo que impida la construcción de viviendas en suelo rústico y acabe con la indisciplina urbanística en esta franja.
El análisis pormenorizado del incendio seguro que le ha hecho sacar algunas conclusiones de interés acerca de por qué el fuego se nos fue de las manos. ¿Qué cree que ha pasado para que el incendio estuviera vivo semanas y haya arrasada tantas hectáreas de pinar, monteverde, tierras de cultivo, flora de cumbre…?
Por un lado, estamos en pleno proceso de calentamiento global, como consecuencia de un enorme volumen de emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano. Por otro lado, [se produce] el ciclo seco más largo que se conoce en Canarias desde que hay registros, con precipitaciones muy por debajo de la media y que dura doce años. Además, se ha abandonado la agricultura y la ganadería debido a un modelo productivo que premia la agricultura intensiva de exportación y castiga a las pequeñas explotaciones, con lo que los campos permanecen secos y acumulan gran cantidad de material combustible. Todos estos factores han propiciado la irrupción en Canarias de los incendios de sexta generación, capaces de generar su propio clima y que se sitúan fuera de capacidad de extinción. En el análisis del incendio, ha faltado una pregunta clave al Cabildo de Tenerife, al grupo de Gobierno actual, pero también al saliente: ¿por qué la noche que se origina el fuego en Candelaria solamente había dos medios para vigilar el monte de la franja sur de Tenerife? El operativo estaba formado por un vehículo pesado con cuba, con una dotación de cuatro personas, y un vehículo disuasorio con una de tres. Cuando este dispositivo accedió a la zona donde empezó el conato, ya había adquirido unas dimensiones que hicieron imposible su extinción. Asimismo, nadie ha preguntado al Cabildo por qué se redujeron el número de torres de vigilancia operativas, el número de puestos de vigilancia, los puestos de brigadas... Tampoco se ha preguntado a los responsables políticos del Cabildo por qué las brigadas forestales de Tenerife han pasado de ser las que todas las islas reclamaban en caso de incendio a las que necesitan ayuda de las demás cuando arde el monte… Y qué contesta a las denuncias de CCOO sobre la precariedad y temporalidad de las plantillas.
Lejos de reflexionar en público sobre las soluciones a estas emergencias, los políticos de la isla y de la Comunidad Autónoma han entrado en el clásico debate sobre hidroaviones o helicópteros, sobre si debemos tener una base en Canarias o no de aeronaves… ¿No es esto ridículo cuando los técnicos, los que saben, ya han dicho lo que es más útil: helicópteros? ¿Cuál es su opinión?
Que es un debate estéril, basado más en mantener una postura populista que en lo que de verdad necesitan las islas. Si nuestros políticos escucharan más a los expertos e hicieran menos cálculos electorales, nos iría mucho mejor. Lo tengo claro. Para mí no hay debate: nos hacen falta bases permanentes para helicópteros con gran capacidad de carga, como dicen los técnicos.
En los últimos tiempos, el bum turístico posCOVID en Canarias, con presencia masiva de visitantes y de coches en casi todas las esquinas, no deja de ocasionar sorpresas muy desagradables para la conservación del medioambiente natural. Su fundación no para de denunciar algunos de esos atentados, que, en el fondo, están ocasionados por la excesiva carga del turismo en el territorio y por la escasa o deficiente conciencia medioambiental. ¿Qué debemos plantearnos ya, sin más demora? ¿O quizá cree que esto puede seguir siendo así, asumiendo las nefastas consecuencias: destrozos, masificación en los espacios naturales, contaminaciones aérea, marina y subterránea, colapso en vías de comunicación, polución…? ¿Cómo lo ve usted?
Que hace muchos años, como dijo César Manrique, era tiempo de parar. Ahora es muy tarde para muchos parajes únicos y valiosos que han sucumbido presa de las palas, la especulación urbanística y las grandes infraestructuras. La calidad de vida en Canarias se ha desplomado al mismo ritmo que el de la degradación de nuestra naturaleza, sin que nuestros gobernantes hayan entendido que ambas cuestiones están interconectadas. El binomio turismo-construcción ha arrasado a Canarias y ha empobrecido a sus habitantes, y este modelo económico ha sido protagonizado por empresarios foráneos sin escrúpulos que explotan el recurso hasta que se agota, o por locales incapaces de hacer, en muchos casos, la más mínima autorregulación y autocrítica o de promover un cambio de modelo donde no se ponga todos los huevos en la misma cesta y se introduzcan mecanismos correctores, como la ecotasa, la limitación del número de turistas, la limitación de segundas viviendas y una ley de residencia basada en la capacidad de carga de cada isla.
El incendio ya está controlado, que no extinguido, y ahora parece que muchos gestores políticos están en otra cosa. ¿Conseguiremos recuperar lo perdido de forma seria, con las máximas atenciones, o hará falta presión social para que no se olviden de cumplir las promesas de apoyo público a los afectados, a la reconstrucción y a la restauración?
Sin duda, hará falta mucha presión social. La experiencia nos enseña, como en el caso de las torres de alta tensión de Vilaflor, que solo manifestaciones multitudinarias obligan a los políticos a cambiar sus postulados. La única manera de que actúen es con la amenaza de que, si no lo hacen, pueden perder las elecciones. Sin embargo, ni con movilizaciones tan importantes como la mencionada se puede asegurar el éxito. La empresa perdedora de ese conflicto, con la complicidad de los poderes públicos, hizo pagar a la ciudadanía de Tenerife un alto precio con el tendido ambiental y paisajísticamente más impactante que existe en la isla. Tampoco se puede creer en las promesas de restauración ambiental, que en muy pocos casos se cumplen, ni siquiera en el apoyo a los afectados, como ya hemos visto en el terremoto de Lorca.
¿Confía en que en esta legislatura demos pasos relevantes que contribuyan a dar el giro que la conservación del medioambiente natural necesita en Canarias? ¿Es optimista o seguiremos con la degradación poco a poco del medio?
Soy muy pesimista, sobre todo cuando acabo de leer las declaraciones del consejero de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias [Mariano Hernández Zapata, del PP] proponiendo las translocaciones de especies para salvar el proyecto Cuna del Alma. Invito al consejero a leerse el reglamento de organización y funcionamiento de la Consejería que preside y la Ley 4/2010, de 4 de junio, del Catálogo Canario de Especies Protegidas, para que entienda que su principal función es defender nuestro patrimonio natural y no defender intereses particulares al intentar meter con calzador un proyecto que no cumple con la normativa ambiental. Otro ejemplo son las declaraciones de la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias [Jéssica de León, del PP], que dice que no se debe implantar la ecotasa en las islas, lo que demuestra que el medioambiente está a la cola de las prioridades de este Gobierno. En Canarias hemos tenido y tenemos la desgracia de que los partidos políticos mayoritarios consideran el medioambiente como una cuestión secundaria, supeditada a un pretendido desarrollo económico y social que nunca se produce. Nuestros políticos deben entender que solo invirtiendo en medioambiente y desarrollando políticas ambientales basadas en el conocimiento científico y con permanencia en el tiempo es posible el desarrollo. De lo contrario, la sociedad canaria está condenada al fracaso.
Su abuelo, ya fallecido, fue el prestigioso geólogo Telesforo Bravo, Premio Canarias, entre otras distinciones, y su padre, Juan Coello. La defensa del medio natural la lleva en la sangre. ¿Qué necesita el Parque Nacional del Teide para que los paisajes que ellos disfrutaron sean duraderos? ¿Qué es lo que más le preocupa sobre la conservación de ese parque nacional, patrimonio mundial de la Unesco?
Mucho amor hacia ese espacio, lo que se demostraría con inversiones para destinar los medios personales y materiales que el parque necesita, y un nuevo Plan Rector de Uso y Gestión que ponga la protección de sus valores naturales en el centro de su gestión y deje de considerarlo un decorado para películas, pruebas deportivas o actividades turísticas.
¿Qué es lo que más le preocupa sobre la conservación de ese parque nacional, patrimonio mundial de la Unesco?
Que, si seguimos así, se pierdan los valores naturales que dieron lugar a su declaración, a que se le otorgara el Diploma Europeo y la declaración de Patrimonio Mundial. Me preocupa que mi hijo y, en general, nuestros descendientes pierdan un lugar único en el mundo y la oportunidad de disfrutarlo y aprender de él. Es una tragedia, síntoma de nuestro fracaso como sociedad, que nuestros hijos y nietas vayan a disfrutar de un medioambiente de peor calidad que el que pudimos disfrutar nosotros.
¿Qué postura mantiene la fundación en los debates siempre abiertos sobre la necesidad de pagar para acceder a espacios naturales protegidos o de limitar los accesos por cupos y sin presencia masiva de vehículos? Algo habrá que hacer, ¿no cree?
Somos defensores, sin reservas, de tres medidas que toca poner en marcha cuanto antes: ley de residencia, en función de la capacidad de carga ambiental y de servicios de las islas, ampliamente superada en Tenerife y Gran Canaria; ecotasa por turista que entre en Canarias, para que la recaudación se destine a la protección de nuestro patrimonio natural, y cobro por el acceso a nuestros espacios naturales más significativos, con exención de pago o precios reducidos para los residentes.