La reina Letizia ha inaugurado este martes el curso escolar 2017/2018 en el barrio de San Matías, en La Laguna (Tenerife), un vecindario humilde de gente trabajadora que cuenta con un colegio de enseñanza infantil y primaria modélico por su vocación innovadora e integradora.
Ese centro público tiene un proyecto sobre energías renovables para un barrio sostenible con el que los alumnos de cuarto de primaria del CEIP San Matías obtuvieron un reciente premio nacional. Esta es, probablemente, una de las razones por las que la Casa Real ha escogido este año ese colegio para la apertura del curso escolar. A eso se añade una trayectoria de cuarenta años de innovación pedagógica e integración social, según ha apuntado su director, Jacinto Díaz.
La visita al huerto escolar ecológico ha sido la única actividad en la que la reina se ha separado del protocolo de su visita, con lo que ha demostrado así su interés por el medio ambiente y ha hecho gala de su espontaneidad, ha explicado el director.
La reina, acompañada entre otras autoridades por el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, y por el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, ha tenido la oportunidad, en una visita de algo más de una hora, de departir con alumnos, profesores, padres y madres y con vecinos del barrio.
El San Matías, con 370 alumnos y 30 profesores, es uno de los catorce colegios públicos de Canarias que participan en el Plan de Impulso de Lenguas Extranjeras (PILE), con el que se fomenta el bilingüismo, y también forma parte del programa Impulsa para el desarrollo de las competencias en comunicación lingüística y matemática.
A la entrada del colegio, adonde la reina Letizia ha llegado poco antes del mediodía, un numeroso grupo de vecinos la esperaba para cantarle el “cumpleaños feliz”, ya que el pasado viernes cumplió años.
Antes de la llegada de la reina, los periodistas acreditados pasaron los preceptivos controles de seguridad y tuvieron la oportunidad de despedir a Beni, un perro policía detector de explosivos de la Casa Real, mezcla de pastor alemán y de pastor belga, que, olfateando los enseres de los medios de comunicación, cumplió su último servicio antes de su jubilación.
Muchos vecinos de San Matías esperaban desde las ocho y media de la mañana frente al colegio, justo después haber dejado a sus hijos en clase, y los niños, aunque les habían dicho que actuaran como en “un día normal”, estaban ya impacientes e inquietos por la visita de la reina.
Los niños y niñas confesaban a los medios de comunicación que estaban “superemocionados” por tenerla en su colegio y en su barrio, y una alumna llegó a decir que para ella había sido como ver a dios.
Doña Letizia visitó primero un aula de tercero de Primaria, donde la esperaban 24 niños y niñas y su profesora, y después pasó por La Ventita, un aula experimental que se asemeja a un mercado en el que los niños refuerzan sus matemáticas mientras aprenden a realizar transacciones económicas con productos de la tierra.
La reina pasó luego a una clase de educación infantil, donde la esperaban niños de entre 3 y 4 años, antes de salir a un patio repleto de alumnos agitando banderolas de Canarias y de España que coreaban sin cesar el nombre de Letizia.
La reina habló con ellos, se fotografió con muchos y recibió de dos niños de 7 años, Daren y Yumalai, un libro con dieciocho páginas de dibujos y fotos realizadas por cada uno de los dieciocho grupos del colegio.
Con su nuevo libro, la reina se dirigió a la biblioteca del colegio, donde se le ofreció un “piscolabis” mientras departía con representantes del profesorado, el Consejo Escolar, la Asociación de Madres y Padres y la Asociación de Vecinos.
Al abandonar el centro, antes de partir para el aeropuerto con destino a Madrid, doña Letizia se acercó y departió con los pacientes vecinos que se agolpaban en la puerta y que, entre vivas, de nuevo le cantaron el “cumpleaños feliz”.