El incendio en el Ateneo de La Laguna ha reavivado en la memoria de la ciudad los acaecidos en el Obispado y en la Iglesia de San Agustín. Unas llamas que periódicamente devastan el patrimonio de un casco histórico que, en su momento, el historiador Álvaro Santana definió como una caja de cerillas resecas de más de 500 años de antigüedad.
En estos momentos, la población canaria sigue a la espera de que los técnicos evalúen los daños sufridos en la estructura del histórico edificio cultural, inaugurado en 1904 y que en su página en Internet presume con orgullo de ser un espacio dedicado la protección y divulgación de la cultura y a la defensa de la libertad.
El Ateneo de La Laguna fue fundado por el poeta José Hernández Amador junto a Adolfo Cabrera Pinto, Benito Pérez Armas y Francisco González Díaz como socios de mérito, y desde sus primeros estatutos se establece que la finalidad principal de la asociación es la de “contribuir por todos los medios al progreso científico, literario y artístico del país”.
En su historia destaca el incidente de 1907 cuando ondeó en su fachada la bandera del Ateneo, una enseña azul y blanca con la que se quería expresar el malestar que sentía el Archipiélago por el abandono que sufría por parte del Gobierno central y que sería la primera vez en la que aparecieron las estrellas en una bandera que pretendía identificar a Canarias.
Durante la dictadura fue testigo de los cambios que ya sacudían la sociedad española y su tribuna fue ocupada por filósofos mal vistos por la dictadura como José Luis Aranguren y Julián Marías, por la voz crítica de José Luis Sampedro y Ramón Tamames y profesores como Manuel Jiménez de Parga y Enrique Tierno Galván.
Fue en esa época cuando las autoridades locales, que se habían mostrado, hasta entonces, tolerantes amenazaron al centro con la prohibición de toda actividad pública por seudorruina del edificio.
Pero también las llamas que hoy han afectado al Ateneo han traído a la memoria las registradas el 23 de enero de 2006 en la sede del Obispado de Tenerife, una construcción barroca del siglo XVII que quedó destruida por un incendio que se inició en la segunda planta y quedó controlado después de cinco horas.
La sede del Obispado de Tenerife está en el Palacio de Salazar, construido en 1664 por orden de los condes del Valle de Salazar, que fijaron allí su residencia, y su fachada fue ejecutada en 1681 por los maestros canteros Juan Lizcano y Andrés Rodríguez Bello.
Dada sus características de tendencia barroca, esta fachada estaba considerada como una de las mejores muestras de la arquitectura civil de Canarias.
Según información del Cabildo de Tenerife, antes de ser adquirido en el siglo XIX para sede de los obispos nivarienses y de las oficinas de la Curia, funcionó en él el Casino El Porvenir.
En el piano de esta sociedad, el compositor Teobaldo Power compuso la mayoría de sus 'Cantos Canarios', que se han constituido con el tiempo en el himno de Canarias.
Y justo el 2 de junio de este año se ha conmemorado el 55 aniversario del incendio que devastó completamente en 1964 la Iglesia de San Agustín, uno de los templos más antiguos de Canarias, pues se remonta a 1501, la fecha que aparece en la lápida sepulcral más antigua, que es la de Jorge Grimón, uno de los hombres que participó en la conquista.
La devastación que ha dejado el fuego en el patrimonio histórico lagunero ha suscitado preocupación y las críticas de expertos como el citado Álvaro Santana, historiador y sociólogo, quien reiteradamente ha advertido sobre la desprotección de más del 80 por ciento de las casas del centro histórico lagunero.
En su cuenta de Twitter, el investigador lo recuerda: “Arde el Ateneo de La Laguna. Esto lo escribí hace más de 10 años: Más del 80% de las casas del casco histórico carecen de las más elementales medidas anti-incendios. Sigue sin hacerse nada”.